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¡Hey Jude!

Jude Bellingham.

¡Que pedazo de jugador!

Y aquí están, Tchouaméni, Cammavinga,  Bellingham y Valverde emulando a  John, Ringo, Paul y George, según la imagen que el propio Bellingham ha colgado en las redes, y que para un Beatleliano como este que os quiere y que guarda como un tesoro sus vinilos es el mejor homenaje posible (por cierto, podía haber aprovechado mas el photoshop para eliminar el cigarrillo de Paul).

Tras el clásico, no voy a cometer el sacrilegio de comparar todavía a Jude Bellinghan (como ya hace mi admirado por otra parte Alfredo Relaño), con D. Alfredo Di Stefano, el mejor jugador que yo haya visto, y al que siempre debemos estar agradecidos los madridistas por el enorme legado que nos dejó.

No ya su forma de jugar, que era inimitable, sino por ese espíritu que si nos supo imbuir de odiar perder, de no rendirse jamás, y de perseguir la victoria hasta el final. Y que todavía hoy permanece en nuestro ADN, como muestran las recientes remontadas en nuestra última Champions ( y ayer mismo, sin ir más lejos).

Yo, que tuve la suerte de verle jugar, tengo que reconocer que jamás vi un futbolista con esa enorme personalidad, que hiciese sentir que todo el espectáculo giraba en torno a él, y que absolutamente todo, incluso el tiempo, dependía del mismo, tal era su influencia sobre sus compañeros. Y asimismo el tremendo respeto que infundía en los contrarios (e incluso en el arbitro), y me atrevería a decir, hasta en los espectadores (el omnipresente, le bautizaron en L´Equipe, cuando en el futbol, hasta su llegada, los puestos estaban más definidos que en la actualidad).

En resumen, el mas grande, pero fuerza es reconocer que este chaval va siguiendo sus pasos….

Si, parece que está en el buen camino, y esto es lo que nos dijo el héroe de la jornada con sus dos goles anotados:

“Ni yo ni el equipo estábamos a nuestro mejor nivel, pero seguimos jugando, presionando, mostrando fe y carácter… y otra remontada. Me encantan. El corazón lo pasa mal, pero son partidos divertidos. Jamás bajamos los brazos. Debía probar y sabía que sería un factor sorpresa. Tengo la técnica, lo sé y debía intentarlo. Entró por la escuadra. Muy contento”.

“Ya había visto muchos clásicos desde el sofá de casa y les dije a mis familiares que me tocaba vivirlo, hacer algo grande. Estoy emocionado. Lo he conseguido”.

Vayamos ya con la crónica del partido: el Madrid, y no nos vamos a engañar jugó (por decir algo), el peor partido del año, y con diferencia. El Barcelona (por cierto, no nos vamos a engañar, uno de los peores que yo recuerdo), le pasó por encima durante todo el primer tiempo, sin un solo remate del Madrid, con un gol a favor, un penalti no pitado, y un par de postes.

En la segunda parte todo cambió; saltó al campo Cammavinga (que grandísimo jugador, al que yo condenaría a jugar todo este año de lateral, aunque no le güiste), y el eterno Modric (mi admirado Ancelotti ya nos explicará porqué en estos partidos no es titular indiscutible desde el principio).

Y con una superioridad física que en ocasiones pareció apabullante (en eso el Madrid creo lo está haciendo bien, aplicando el estilo francés, poniendo mucho musculo y muchos kilos a la cosa), mas la oportunidad y la clase del susodicho “bendecido” Bellinghan, pues 1-2 y para Barajas.

Y digo bendecido porque en la vida, en el futbol como en todo, hay que tener algo de suerte, y este chico de momento la tiene. Esperemos que le dure la estrella.

Suerte, que nadie lo olvide, que por otra parte hay que buscar, y en eso el Madrid es especialista (hasta el final). No me resisto aquí a insertar, que viene al caso, la oportuna referencia a un gol del insigne Raúl al Athletic  en el Bernebeu: remate blandito de no sé quien en el área del Athletic, balón que se encamina botando tiernamente hacia el poste derecho del portero vasco; un compañero de Raúl y tres bilbaínos más o menos en torno al punto penalti, y el único de todos ellos que en vez de rezar fervorosamente esperando a ver si el remate va para fuera o para dentro, sale corriendo como un loco es Raúl. Y el balón, milagrosamente da en el poste y vuelve al césped, al mismo tiempo que lógicamente llega Raúl. Y este no tiene más que empujarla. Recuerdo que al día siguiente algún periodista deportivo (que seguramente no había jugado al futbol en su vida), tenía la desfachatez de escribir que el gol de Raúl lo hubiésemos metido usted o yo.

Pues eso.

El primero de los goles de Bellinghan de ayer es un golazo (¡que hermosura y que envidia poder pegarle desde ahí con esa violencia¡).

Y el segundo, pues lo que decíamos antes de Raúl y de Di Stefano. Hacer eso, tras 94 minutos de la paliza que se dieron ayer, la verdad es que creedme, tiene su merito.

Os despido hoy con esa satisfacción especial, con ese regusto que deja el haber ganado en Barcelona al eterno rival sin jugar un pimiento, y en el año en que como bien dice nuestro presidente, si llegan a pillar al Real Madrid pagando 17 años a los árbitros cierran el Bernabéu y nos expulsan de todas las competiciones,

En España ya sabéis se va a poner de moda próximamente la Amnistía, pero yo aún no pierdo la esperanza de que en Europa, la UEFA una mañana se levante, haga un poquito de justicia y prohíba jugar sus competiciones europeas al Barcelona tres o cuatro añitos.

Y puestos a pedir, que les desciendan a Segunda.

Salud y trabajo.