TAPIES

Retrospectiva en el Reina Sofía

Por Pablo Álvarez El Jun 28, 2024

Sabéis que Tapies no es santo de mi devoción (al menos no lo era hasta ahora), pero fuer es reconocer que este tipo ha logrado algo muy, muy difícil, y para mí también algo fundamental en la pequeña historia del arte; el ser absolutamente reconocible.

Y digo que tras esta exposición (a la que llegué por cierto el último día), ha cambiado algo mi percepción sobre el artista, precisamente porque pienso que ahora le comprendo un poco mejor. Con los artistas en particular (y con las personas en general), si nos tomamos la molestia de conocer un poco sus circunstancias y apreciar sus motivaciones, seremos capaces de entender mejor por qué pintan así, o por qué piensan así.

Seríamos entonces mucho más civilizados y tolerantes, aunque sus ideas al respecto del tema que querías suponer difieran totalmente de las nuestras; lo importante es tratar de entender el porqué.

El por qué Tapies pasa de intentar representar algo en la pintura, entendiendo esta como una ilusión, como la magia de poner en dos dimensiones lo que en realidad tiene tres, a concebir su obra como algo en que el diseño, el material, la idea, el soporte, los colores y los tonos y el sentido final resultan todos mezclados, amalgamados formando una entidad totalmente compacta. Vaya si es compacta. Y completamente cerrada, sus huellas matéricas con esas texturas tan agobiadoramente densas.

Dicho esto, jamás hubiese supuesto que hubiese tantos Tapies, y tan enormes, en el mundo entero. Una barbaridad. Apabullante lo que ha montado el Reina Sofía, con motivo del centenario de su nacimiento estos meses en Madrid ,La práctica del arte, con más de 220 obras procedentes de museos y colecciones privadas de todo el mundo, que muestran su trayectoria entre 1943 y 2012. Exposición que ha comisariado Manuel Borja-Villel, ex director del Reina Sofía.

Por cierto, su cruz identificativa, cuyo origen y significado siempre me inquietó, resulta que tiene al parecer una explicación bien sencilla, responde simplemente a su firma, la T inicial de su apellido, si bien evidentemente, un pelín forzada.