Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amar. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchacho de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra.
Pablo Neruda
En Orihuela, ciudad, que no pueblo (llegó a ser capital del reino de Valencia), con Universidad propia, patria de Miguel Hernández, cuya huella indeleble nos parece impregna todavía esta agradecida ciudad (bueno, siempre queda algún cerril de esos -incluso en este ejemplar Ayuntamiento- de los que quieren disculpar pensando que Franco también hizo cosas buenas tras los más de cuarenta años de Paz y Ciencia, al que no le hubiese importado en absoluto que este genial poeta naciese en otro sitio).
Emociona encontrase con él en su casa, ver el corral de las cabras que ordeñaba, estar en su habitación, presidida por el retrato que le hizo Buero Vallejo en la cárcel de Porlier en Madrid (hoy Colegio Calasancio) donde ambos coincidirían con mi padre, también preso en esos años y condenado (eufemismo textual en su sentencia), por “auxilio a la rebelión” (manda huevos), y visitar luego la catedral, el colegio diocesano donde el poeta estudió mientras seguía cuidando las cabras. Disfrutar también de la amabilidad de sus habitantes, fantásticos, castellanohablantes incluso oficialmente pese a pertenecer a la Comunidad Valenciana (según me contaron, entre otros motivos consecuencia de la repoblación necesaria a causa de una terrible epidemia sufrida hace mas de un siglo).
Visita imprescindible pese a que no tendréis la fortuna de ser atendidos, como lo he sido yo, por las maravillosas y encantadoras primas de mi amigo Jesús, este sin igual compañero de viaje.
Nuestras sinceras y agradecidas felicitaciones al Ayuntamiento por lo extraordinariamente bien que cuida y mantiene el legado del poeta, y por su éxito en cómo preserva el enorme patrimonio que atesora esta ciudad.
Y encima tienen hasta un Velázquez (ya lo veréis luego, impacientes).
Para continuar nuestro recorrido por Orihuela, ahora ya vamos sin mas tardanza al cercano Museo:
Anónimo
Relicario del Agnus Dei
Cera, madera tallada y dorada
Atribuido a Paolo de San Leocadio
San Miguel Arcángel
Óleo sobre lienzo
Hartmann Schedell
Incunable de las edades del mundo
Anónimo
La adoración de los Magos
Óleo sobre tabla
Anónimo
Retablo de la Virgen María, San Pedro y Santa Isabel
Arias Montano
Biblia políglota
Pedro Orrente
Reconstrucción después del diluvio
Óleo sobre lienzo
Velázquez
La tentación de Santo Tomás de Aquino
Óleo sobre lienzo
Podéis observar en el detalle la discreta sombra de la cruz apenas insinuada en el lienzo (Velázquez pretende que el espectador se esfuerce en encontrarla y en recordar la historia), signo a la derecha del cuadro que el santo ha trazado con un tizón en la pared de su celda.
La escena muestra a Santo Tomás mientras desfallece sostenido por un ángel y al tiempo otro le ciñe el cíngulo símbolo de la castidad (sus familiares le habían proporcionado la prostituta que escapa por el fondo para que desistiese de su vocación religiosa).
Velázquez
La tentación de Santo Tomás de Aquino (detalle)
Óleo sobre lienzo
Vicente López
Retrato del Cardenal Antonio Despuig y Dameto
Óleo sobre lienzo
Vicente López
La Resurrección y la Oración en el huerto
Óleos sobre lienzo
Sorolla
Retrato de monja
Óleo sobre lienzo
Eugenio Lucas Velázquez
La expulsión de los frailes
Óleo sobre lienzo
Escuela flamenca
La adoración de los Reyes Magos
Óleo sobre tabla
Martín Bernat y Bartolomé Bermejo
El martirio de San Blas
Óleo y pintura al temple
Apodado El Escorial de Levante, el monumento nacional más grande de la Comunidad Valenciana, el convento de Santo Domingo de Orihuela, conocido también como Colegio del Patriarca Loazes, es un edificio anticipado a su época, ecléctico compendio de todos los estilos, gótico, renacentista, barroco e inclusive rococó del siglo XVI fundado por el cardenal Loaces.
Tiene más de 18.000 metros cuadrados y está considerado el más representativo del antiguo Reino de Valencia. Destacan sus dos claustros de estilos renacentista y barroco, su iglesia barroca lujosamente decorada, su torre característica por su decoración y colorido y sus imponentes fachadas con sus grandes portadas.
Aquí estuvo la antes presentada La tentación de Santo Tomás de Aquino, una de las pocas obras de Velázquez conservadas en nuestro país fuera del Museo del Prado, que fue en su origen un regalo a los dominicos.
Merece la pena visitarlo, la iglesia que alberga y de la que ahora os hablo puede ser, junto con la iglesia de San Martín, no muy lejos (bueno, un poco), en Valencia, ambas nuestras Capillas Sixtinas españolas; mirad que maravilla de techos, que cumplen con creces con el precepto de “horror vacui” del barroco:
Que por favor vayáis a Orihuela
Saludos