En el presente texto se da cuenta de algunas particularidades de la vida de Juan Garrido, un africano que llegó a la Nueva España en calidad de esclavo con las huestes de Hernán Cortés, es decir, se trataba de un conquistador negro.
Juan Garrido nació aproximadamente en 1480 en algún lugar del África Occidental; alrededor de 1495 llegó a Lisboa y se cristianizó. Los datos sobre él en general son inciertos, probablemente acompañó a un español de nombre Pedro Garrido a la isla de Santo Domingo como su sirviente.
En 1508 participó en la conquista de Puerto Rico y Cuba; fue testigo de la noche triste en julio de 1520, donde sobrevivió y ayudó a enterrar los cuerpos de los españoles caídos y a erigir una capilla conmemorativa en el sitio; después de pacificar el centro de México, trabajó como portero y como protector del acueducto de Chapultepec, ganando 50 pesos al año.
Después, a partir de 1528 retomaría la aventura en búsqueda de riquezas con las huestes de Cortés, en misiones al Occidente de lo que hoy es México sin obtener éxito, y a Baja California en 1533 obteniendo el mismo fracaso.
En 1538 le escribe al rey de España haciendo alusión a su participación en la conquista, desde las islas del Caribe, hasta la toma de Tenochtitlan, y pidiendo recompensa por tales labores, ya que, en su momento, recién terminada la conquista, no recibió nada a cambio.
Cabe recordar que, al consumarse la caída de Tenochtitlan, Hernán Cortés llevó a cabo lo que se conoce como encomienda, que no es otra cosa que el reparto de indígenas a los militares que participaron en las acciones bélicas de conquista, con el fin de que recibieran tributo por parte de aquellos, así como servicios particulares.
Lo anterior como pago por su servicio a la corona, pues eran empresas particulares, es decir, las labores de conquista eran financiadas en esencia por los bolsillos de los propios conquistadores, por lo cual reclamaron recibir algún beneficio, dado que era una aventura en la que se ponía en riesgo la vida.
Es curioso que un africano pudiera tener el derecho de dirigirse al rey Carlos V para solicitarle recompensas por sus servicios a la corona. Esto se explica por el hecho mismo de haber participado en las labores de conquista, pues existía la posibilidad de que fuera liberado por su dueño de la condición de esclavo, adquiriendo así unos pocos derechos, como poder dirigirse al rey.
Por otro lado, en su carta se autoproclama como la primera persona que plantó trigo en el nuevo mundo (semilla como bien sabemos de origen europeo) trayendo bonanza pues ayudaba al sustento de las tierras conquistadas. Esto no está del todo comprobado.
En este sentido, Juan Garrido tenía el derecho a acceder a los beneficios de la encomienda como todo soldado al servicio de la corona; sin embargo, al parecer, su condición de esclavo negro le impidió tener tal privilegio en un principio, ya que durante todos esos años vivió de su trabajo sin que se le otorgaran indios en encomienda, a pesar de haber obtenido su manumisión y condición de horro (esclavo que alcanzaba la libertad) por sus servicios como conquistador. No se sabe cuál fue la respuesta del Rey ante tal petición.
Por otro lado, se sabe también que Juan Garrido llevó a la península ibérica un indígena libre (de nombre Pedro) traído desde la Nueva España, para venderlo como esclavo. La corona se dio a la tarea de investigar, en 1544, en manos de quién estaba este indígena. También le solicitó a Juan Garrido que hiciera constar, por medio del título correspondiente, que tenía la autorización para realizar tal venta.
Juan Garrido y la persona que poseía en ese momento al indígena no podían comprobar que tenían la autorización para realizar la transacción, por lo que el indígena fue puesto en libertad. Puede verse que Garrido era un personaje africano con mucha astucia que logró llevar a cabo ciertas acciones que no eran comúnmente permitidas para esclavos (aunque él había sido liberado por sus servicios a la corona).
El desarrollo de la esclavitud a gran escala a partir del siglo XVI ha sido uno de los procesos más vergonzosos de la humanidad; sin embargo, puede verse que la población afrodescendiente no fue en absoluto pasiva políticamente hablando. Al igual que los indígenas durante el virreinato, aprovecharon los mínimos derechos a los que tenían acceso cuando podían librarse de la esclavitud, con toda la carga social vitalicia y el estigma que les dejaba el haber sido esclavos.
Casos como el de Juan Garrido no fueron muy numerosos, y tal vez por eso destaquen y llamen la atención. Otro caso similar bastante conocido es el de Gaspar Yanga, un cimarrón (esclavo negro rebelde y fugitivo) que, junto con más personas, huyeron a la montaña y fundaron un poblado libre de afrodescendientes en lo que hoy es el estado de Veracruz en México.