William Kentridge
William Kentridge.
No olviden por favor este nombre.
Tenemos la fortuna de poder disfrutar en Madrid, en el Centro de Arte Reina Sofía de la exposición: “A propósito de… William Kentridge. Basta y sobra”. Hay visitas comentadas los viernes a las 19:15 h y los domingos a las 12:30 h.
Este polifacético artista, nació en Johannesburgo, en 1955 y tras unos inicios como diseñador y grabador, se trasladó en 1981 a París, ciudad en la que estudió artes escénicas e inició su actividad como director artístico para series de televisión compaginándola con la de creador de películas animadas sobre sus propios dibujos, que va transformando pacientemente de manera artesanal, volviéndolos a filmar, rectificados, una y otra vez.
Hasta 1992 estuvo vigente en Sudáfrica el apartheid. Indudablemente, esto marcó su obra, que tiene una enorme fuerza al emplear casi exclusivamente duros trazos blancos y negros, y que recoge, con un tono creo yo algo sarcástico en ocasiones, la denuncia de la segregación, la opresión la tortura, la contaminación, la era industrial, la alienación y la tortura.
Fiel a mis principios, no digo nada más; entiendo que el arte, desde el punto de vista del espectador, es algo tan obviamente subjetivo, que impide por lo tanto pontificar. Sólo añadiré que alguien (no he sido yo) se refirió en alguna ocasión a este artista como el “Goya africano”. Y este humilde cronista, para quien Goya es si cabe el más grande, debe confesar que no encontró en absoluto blasfema la comparación. Su mirada, salvando la distancia temporal, verán que tiene muchos, muchos, puntos en común.
Cambio de tercio; nuestra felicitación a la selección española de balonmano por su brillantísimo triunfo en el europeo frente a Suecia, por la que si no me falla la memoria Alex Dujshebaev, podrá presumir ante su padre de ganar una competición que él, siendo en su momento para muchos en mejor jugador del mundo, nunca consiguió.
Y nuestra felicitación y agradecimiento a ese señor de las pistas que es Roger Federer por su triunfo en Australia y sobre todo por ser como es, ese arbitro de la elegancia y la deportividad que pasará a la historia unido indisolublemente a nuestro Rafa Nadal, al que adornan creo yo de manera excelsa las mismas virtudes.
Y en cuanto a futbol, poco que contar; el enfermo blanco que parece va mejorando (no veo yo a Zidane mucho de sado y látigo interno, pero vamos, parece que ese es el camino), el perdón obtenido tras su actuación en el Camp Nou por el pobre arbitro que fue hace pocas fechas hazmerreir viral tras no conceder al Barcelona un gol fantasma en Mestalla, y la satisfacción que produce disfrutar del buen futbol que desarrollan equipos modestos como el Leganés, el Getafe, el Gerona, el Alavés y el Español, fiel reflejo todos ellos, o al menos a mi así me lo parece, del carácter trabajador, sencillo y serio de sus magníficos entrenadores que desprovistos del oropel de otros, sin grandes alharacas les dan sin embargo una lección diaria sobre los más grandes valores del deporte, esfuerzo, sacrificio, trabajo, competitividad, nobleza, respeto, y humildad. Lección que alguno de esos entrenadores estrella, me parece debería repasar.