Cuando ElEstado.Net me pidió un artículo sobre la Educación y la Cultura en la Segunda República me vino a la cabeza que al escribirlo me surgirían inevitables comparaciones con la Educación que yo he vivido desde que soy un niño y su degradación conforme Aznar y Rajoy pasaban por el poder. Y no, tampoco el PSOE ayudó.
Acudí entonces a la Constitución de 1931 y me sorprendió comprobar cuánto hemos perdido y cuánto de lo que había en ella es necesario hoy.
La Constitución Republicana proclamaba la escuela única, la gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza primaria, la libertad de cátedra y la laicidad de la enseñanza. Igualmente, establece que los maestros, profesores y catedráticos de la enseñanza oficial serán funcionarios y que se legislará en el sentido de facilitar a los españoles económicamente necesitados el acceso a todos los grados de enseñanza, a fin de que no se hallen condicionados más que por la aptitud y la vocación.
Ahora piensen en cuantas de esas medidas necesitamos y reclamamos hoy en día. Gratuidad, laicidad, ayudas en la educación superior…
Pero hay más aspectos educativos en dicha Constitución pioneros que enfrentaban problemas que aún ahora no están solucionados.
La Segunda República regulaba la enseñanza del bilingüismo, permitiendo que en las escuelas primarias se enseñara en lengua materna, aunque fuera diferente del castellano, además de cursos de perfeccionamiento del catalán organizados por la Universidad de Barcelona.
Y ahora, como saben, estamos a vueltas de prohibir el catalán, el euskera, el galego… Por esta derecha ya indisimuladamente fascista.
Y continúa.
Fue esa Constitución la que recogió la creación de escuelas mixtas lo que consideraba de extrema necesidad y justicia.
Y de nuevo parece que estamos regresando a tiempos anteriores con el tripartito diestro volviendo a reclamar escuelas que segregan por sexos, queriendo educar diferente a hombres y mujeres.
Otro pilar básico de la Segunda República fue la escolarización de todos los niños y niñas. De este modo, de un informe realizado por la Inspección de Enseñanza Primaria se dedujo que, había 32.680 escuelas y que aun eran necesarias 27.151 escuelas más. Ante ésta situación el Ministerio respondió con un plan quincenal mediante el cual se crearían las escuelas necesarias a un ritmo de 5000 escuelas por año, excepto durante el primero que se crearían 7000.
Con aquellos mimbres comenzó a tejerse un sistema educativo que puso el énfasis en el alumno, lo hizo protagonista de las clases y de su formación. Los críos salían al campo para estudiar ciencias naturales, se trataron de sustituir los monótonos coros infantiles recitando lecciones de memoria por el debate participativo y pedagógico; los niños y las niñas se mezclaron en las mismas aulas, donde se educaban en igualdad.
Pero, oh sorpresa, había quien no estaba de acuerdo con aquel sistema educativo. La iglesia jerárquica española daba a conocer una pastoral colectiva en la que se rechazaba ésta, afirmando una vez más, su derecho a enseñar y el de los padres a la elección de los centros docentes que estimaren convenientes para la educación de sus hijos.
Qué poco han cambiado…
A pesar de las amenazas de la Santa Sede, aprobada la Constitución, al ministro Fernando de los Ríos le tocó lidiar con la reforma más drástica y conflictiva: la disolución de la Compañía de Jesús; a las órdenes religiosas se les prohibió impartir enseñanza mientras a los maestros se les “libera” de la obligación de dar doctrina religiosa en clase.
>>Fernando de los Ríos, ministro de cultura andaluz de la II República<<
Pero una vez más llegó la derecha.
Ésto supuso que se diera marcha atrás en muchos de los planteamientos educativos laicos del anterior gobierno. En la enseñanza primaria, se inició un descenso en las construcciones escolares y un debilitamiento creciente de la reforma pedagógica. Se prohibió la coeducación en las escuelas primarias, a lo que, conjuntamente, le siguió una intensa acción para conseguir erradicarla en las escuelas normales. También este retroceso afectó a la enseñanza universitaria. Muestra de ello es la extinción de la representación estudiantil en los claustros, juntas de gobierno y juntas de la facultad.
Donde la izquierda puso al alumno en el centro del sistema, la derecha puso los dogmas, la eliminación del pensamiento crítico y la censura.
Las terceras elecciones de la República, en 1936, dieron la victoria al Frente Popular, alianza de partidos y organizaciones de izquierdas. A pesar de que entre sus promesas electorales se incluían profundas reformas educativas, el golpe de estado militar, que trajo consigo la guerra civil y el punto final a la república, no permitió su puesta en práctica.
A pesar de ello, diversas instituciones republicanas continuaron con el gran esfuerzo por la cultura y la lectura popular. Todas ellas promovieron un desarrollo educativo y cultural que, en su conjunto, dio lugar a un movimiento educativo de gran magnitud.
Por otro lado, en la denominada zona nacional o bando nacional, la situación era diferente. A medida que sus tropas avanzaban, emitieron varias disposiciones con el fin de lograr un control total de los fondos bibliográficos, con lo que contribuyó a la reducción del número de bibliotecas públicas anteriormente creadas.
Las primeras disposiciones, ya en 1936, consistían en la prohibición de producción, comercio y circulación de libros, periódicos, folletos e impresos que no sirviesen para propagar las ideas de éste sector del Ejército y del Nuevo Estado, lo que inició una política de lo que se denominó “depuración”.
Ya saben, “muera la inteligencia” espetado cargado de vergüenza por Millán Astray a Miguel de Unamuno, que hasta ese momento estaba al frente del Consejo de Instrucción pública.
Tras ello se creó una Comisión de Depuración compuesta por distintos miembros como académicos y militares eclesiásticos que tenían la facultad de efectuar expurgos ideológicos, literarios y de otro tipo, siempre que por su contenido se opusieran al Movimiento Nacional. Estas Juntas van a emitir listas de libros y otro tipo de publicaciones que, por su contenido en ideas del bando republicano, conceptos inmorales, propaganda de doctrinas marxistas, y todo cuanto fuera crítico con el Movimiento: la unidad de la Patria, la religión católica y la denominada Cruzada Nacional, van a ser prohibidos.
Y así fue como ha sido siempre. Ellos siempre fueron ellos y nosotros siempre fuimos nosotros.
Mientras nosotros queremos igualdad para hombres y mujeres, ellos quieren segregación.
Mientras nosotros queremos bibliotecas ellos las queman.
Donde nosotros queremos libros, ellos ponen banderas.
Mientras nosotros queremos pensar, ellos quieren que obedezcamos.
Mientras nosotros tenemos a Lorca, Hernández, Unamuno, ellos….
Ellos no tienen nada.