La verdad detrás del Grupo de Lima
Después de la Declaración de Lima, realizada en dicha ciudad el 8 de agosto de 2017, se constituyó el denominado como Grupo de Lima, una especie de organización -no tiene ningún carácter oficial- constituida por los países firmantes de la misma, es decir, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y el Perú. Oficialmente, el objetivo de la declaración era encontrar una salida pacífica a la crisis venezolana, pero ¿qué es exactamente el Grupo de Lima? ¿Qué es lo que pretenden, y cuáles son sus objetivos?
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La crisis Venezolana
Desde 2013, Venezuela ha vivido en un estado permanente de crisis, destacando cuatro ejes: la crisis financiera, que también ha afectado al peso del bolívar; la falta de bienes de primera necesidad y de medicamentos; el aumento de la tasa de desempleo; y, finalmente, la migración de parte de la población a otros países.
Pero, ¿qué pasó en 2013? ¿Por qué Venezuela se vio azotada por estas calamidades en esa fecha concreta? La respuesta es clara. El 5 de marzo de ese año moría Hugo Chávez, presidente del país desde 1999 y enemigo declarado de los Estados Unidos de América y de todo el sistema neoliberal.
Muerto el presidente Chávez, Estados Unidos y sus liados pensaron que era el momento para acabar con la República Bolivariana de Venezuela. Ya lo habían intentado antes, pero la figura de Chávez tenía mucho peso tanto en su país como en otras partes del mundo. Con la llegada de Nicolás Maduro al poder, no obstante, pensaron que se abría una puerta a cambiar el rumbo de Venezuela.
Es evidente que se equivocaron, pero ya suman seis años de desestabilización e intentos de golpe contra la democracia venezolana. Desde el ataque directo mediante medios de comunicación, que representan la parte de deslegitimación internacional, a la alianza con las élites oligárquicas del país latinoamericano, responsable de agitar a la población y de destruir la economía del país.
Con la llegada de Donald Trump a la presidencia estadounidense, el impacto directo de la política estadounidense se ha quitado la careta, y han retransmitido en directo sus intentos para provocar un auténtico golpe de estado, con soldados y todo, encabezados por Juan Guaidó y Leopoldo López, que pretendían tomar el poder por la fuerza.
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El Grupo de Lima
En el marco de esta crisis venezolana, salió el conocido como Grupo de Lima. Que países regionales, con lazos estrechos con Venezuela, como pueden ser Colombia, Brasil o Bolivia, tengan interés en solucionar los problemas del país, tiene lógica. Incluso podríamos incluir a México, Estados Unidos y el Canadá, que mantienen intereses económicos en la zona. No obstante, desde que dicho grupo reconoció a Juan Guaidó como presidente accidental, descubrieron sus cartas. Entonces, ¿qué busca dicho grupo?
El llamado Grupo de Lima busca dos cosas: en primer lugar, cambiar la orientación de la República Bolivariana de Venezuela, provocando un giro de 90º a sus políticas y que regrese al campo neoliberal, olvidando las décadas que el chavismo ha gobernado en el país; y, en segundo lugar, pero no menos importante, mantener el foco de interés en Venezuela, consiguiendo así que no se hable de las políticas que practican sus propios gobiernos en sus países y sacando el foco de atención de las desgracias que se están sucediendo.
Es evidente que en Venezuela hay un problema, pero mientras se habla de Maduro, la gente se olvida que en Brasil gobierna Jair Bolsonaro; desde la llegada al poder de Bolsonaro, la antigua colonia portuguesa ha experimentado un gran cambio en su línea política, volviendo a los años más negros de la desforestación del Amazonas, relegando a los indígenas a ciudadanos de segunda, reprimiendo las minorías políticas y copiando el estilo de Donald Trump. Todo esto sin olvidar su perfil personal: machista, homófobo y racista.
Parecido es el caso de la Argentina de Mauricio Macri. Dedicado a hacer olvidar la etapa de Cristina Fernández de Kirchner, se ha aplicado tanto en la persecución judicial de su predecesora y en cambiar sus políticas económicas que ha conseguido que la economía argentina entre en una vorágine autodestructiva que provoca la devaluación del peso cada mes. Incluso los empresarios más potentados del país se han cansado de su presidencia, y no se espera que repita los resultados obtenidos en 2015.
En Colombia gobierna el presidente Iván Duque, que se formó en las filas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), uno de los organismos que utiliza Estados Unidos para dirigir las políticas del continente americano. Firme defensor de la estrategia de Washington, ha sido una de las voces más duras contra el gobierno de Maduro. Es evidente que prefiere hablar de Venezuela que de los problemas internos de su país, en el que se está enquistando el proceso de paz con las FARC y ya ha visto un rebrote de la violencia con el ELN. A pesar de ello, es el primero en hacerse la foto en la frontera con los principales disidentes venezolanos.
Es evidente que las presidencias de Guatemala u Honduras prefieren centrar el foco en Venezuela, no sea que la prensa internacional se interese por lo que hacen en sus propios países. Sebastián Piñera, en Chile, tampoco quiere que se centren en como intenta regresar el país a la época anterior a la presidencia de Michelle Bachelet -aunque su antecesora ya entró en el Grupo de Lima-.
El futuro
En resumen, lo que busca el Grupo de Lima no es una solución al problema venezolano que satisfaga a sus ciudadanos y afectados. El único objetivo de este ente es dispersar la atención de sus propios asuntos, mientras que, como último paso, pretenden desmantelar la República Bolivariana y recuperar Venezuela para el campo capitalista.
La batalla no ha terminado: el gobierno de Donald Trump seguirá intentando derrocar a Nicolás Maduro, aunque el pueblo venezolano siga demostrando día tras otro que no quiere un giro en la política de su país. Trump no es un perro que suelte la presa cuando toca hueso, y políticos como Marco Rubio no pueden hacer un giro, ya que su base de votantes se alimenta de todos los exiliados latinoamericanos -principalmente cubanos-. La verdadera cuestión es qué harán los otros países si EUA decide, finalmente, mandar a las tropas.
Es evidente que la solución a esta crisis no puede venir de la mano de gobiernos que apoyan a personajes que se autoproclaman presidentes, sin pasar por las urnas, o que aprovechan el poder de Estados Unidos para manejar la agenda política. Los ciudadanos de dichos países, los miembros del Grupo de Lima, deberían entender esta máxima y votar en consecuencia en las próximas elecciones.