La infancia de Marcos Rodríguez Pantoja, nacido en Córdoba en plena posguerra en 1947, estuvo marcada por los malos tratos que sobre él ejercía su madrastra. Su madre falleció al darle a luz y su padre se casó con la que sería una de sus pesadillas, que no la única
Marcos no solo fue una víctima de los malos tratos de su madrastra, también lo fue de la extrema pobreza, extrema pobreza que se sufrió en la Andalucía de la posguerra. Una pobreza que hacía cada vez más ricos a los terratenientes de la zona.
Numerosos “medios de comunicación” se han hecho eco del caso de Marcos Rodríguez Pantoja. Pero siempre desde el sensacionalismo del “niño lobo”, desde el amarillismo, desde la postura de un gran guion al más puro estilo Disney.
¿Por qué ese sensacionalismo del “niño lobo”? Marcos fue vendido cuando solo contaba con 7 años de edad a un terrateniente, el cual lo envió a Sierra Morena junto a un pastor de cabras, para que le sirviera de ayuda (1954).
“¿Te manejas bien con las cabras?”, palabras del terrateniente. Se manejaba bien, así que había vía libre para explotar a un niño para el enriquecimiento personal.
La historia de Marcos Rodríguez Pantoja fue recogida por la gran pantalla en la película “Entre lobos”. En dicha película se recoge perfectamente la miseria y la pobreza de Andalucía, el miedo,así como la persecución hacia quienes habían tenido relación con la II República.
El cabrero que da el cariño a Marcos, aquel que su maltratadora jamás le dio, era el padre de un maqui de Sierra Morena, el Balilla. Un padre escondido en una cueva, un padre que guardó el más estricto silencio sobre su pasado.
¿Por qué no ha sido analizada dicha película desde la perspectiva de la Memoria Histórica? ¿Por qué este hecho verídico siempre ha sido tratado desde el sensacionalismo del “niño lobo”?
Todo alrededor de este caso se ha centrado en el hecho de que Marcos, tras la trágica muerte de Atanasio, “el cabrero”, sobreviviera durante 11 años entre una manada de lobos. ¿Acaso esa supervivencia no es el resultado de un instinto perdido hoy en día que pertenece al ser humano?
El ser humano al igual que cualquier ser vivo, en esencia, posee raíces con el entorno que le hacen sobrevivir en los casos más extremos. Está en nuestra naturaleza olvidada.
Cuando Marcos Rodríguez Pantoja contaba con 19 años, fue apresado por la Guardia Civil cuán si de un delincuente se tratara. Fue sacado del entorno que le ofreció supervivencia. “La Santa Madre Iglesia” le enseñó de nuevo a hablar, algo que había olvidado a sabiendas, ya que no lo necesitaba en un entorno lejos de aquel en el que el ser humano había hecho de su vida un infierno.
¿Quién le preguntó a Marcos si quería volver a un entorno donde debido a su clase social volvería a una condena? ¿Quién le preguntó si quería abandonar un entorno en el que no existían clases sociales?
No solo se trató de “un niño lobo”, se trató de una de esas escasas historias en las que la clase social más desfavorecida encuentra un medio para salvarse de su condena.
La posguerra está llena de terribles historias de dolor. Historias de hambruna, calamidades y mucho dolor. Historias que la mente enfermiza de un genocida se encargó de sembrar por cada rincón de la geografía española.