Pasaba por el salón de camino a la cocina hace unos días. Quienes estaban allí sentados cenaban viendo la televisión. En un primer momento pensaba que estaban disfrutando del típico programa de variedades, porque se veían vídeos de animales graciosos por hacer, de casualidad, comportamientos parecidos a los nuestros. Después hablaron de un suceso, así que imaginé que estaban viendo un programa rosa, y que los animales eran de los famosetes que estuvieran en el plató. Pero luego apareció un presentador trajeado y comprobé que era el telediario, que había gastado unos diez minutos en desinformar a base de entretenimiento de la más baja calidad.
Pregunté a los que estaban allí antes sobre qué había informado ese espacio televisivo, y me contestaron que habían dedicado todo el tiempo a deportes, a poner imágenes de huracanes y a los pactos para formar gobierno, dando apenas unos segundos a Unidas Podemos frente a un mayor tiempo al PSOE, PP, Cs y VOX. En una de las principales cadenas de televisión.
Bueno, pensé que la información resulta ser un negocio e imaginé que competir en la parrilla con un reportaje sobre el efecto de las sanciones de EEUU en Venezuela, un análisis de los motivos que impiden cerrar un acuerdo a PSOE y UP con declaraciones de dirigentes de ambas fuerzas, una noticia sobre la guerra comercial entre Estados Unidos y China o una crónica sobre un evento cultural importante, no ayuda a forrarse con la publicidad.
Reflexioné entonces si la información debe ser entretenida o limitarse solo a cumplir su función. La primera conclusión a la que llegué es que en ningún caso la información podía ser sustituida por el entretenimiento. Eso sería entrar de lleno en el campo de la desinformación, porque ya no supone ausentar el contexto de una determinada noticia, estaríamos hablando de castigar a la sociedad con un silencio mediático que le impediría conocer la realidad, y por lo tanto situarse políticamente, lo que acarrearía una imposibilidad total de la toma de conciencia de clase.
Una posibilidad que aceleraría aún más la pérdida de derechos de la clase social que no posee la propiedad de los medios de producción. Más precariedad laboral, más pobreza, menos sanidad pública, menos educación pública, menos ayudas a Dependencia si es que eso es posible, edad de jubilación más tardía… Sin encontrar respuesta social.
Entiendo que la información deba poder ser de acceso para todo el mundo. Por eso, como director de ElEstado.Net no he implementado un sistema de pago, ni lo haré jamás, que impida a nadie leer lo que quiera en este periódico digital. Pero hablamos no de un sentido económico, sino desde una perspectiva social.
La información no es ocio, es un derecho natural y un deber democrático de la ciudadanía estar bien informada para evitar ser víctima de los poderosos. No debe ser entretenida sino accesible a todos, entendiendo por ello que sea comunicada en un lenguaje claro y sencillo que puedan entender incluso quienes no suelan estar interesados en la política o en la sociedad.
Por ello, en ElEstado.Net usamos un lenguaje claro y conciso, en un formato corto. Porque no nos interesa aparecer como unos intelectuales cuya expresión está plagada de términos que solo entienden unos pocos privilegiados, sino que la información que responde a los intereses de la mayoría social, pueda ser consumida por esta, de manera gratuita y entendible.
La máxima expresión de esto, la suponen nuestra sección Diccionario Político y la redacción de nuestras noticias. En la sección exclusiva nos dedicamos a definir términos políticos que no suelen ser entendidos, personalidades que no son conocidas pero sí muy importantes, y hechos históricos determinantes que han pasado a la historia sin hacer ruido. Lo hacemos con un lenguaje que emplea palabras comunes, que suele usar la gente sencilla en los bares, gimnasios, parques, restaurantes, en la calle, en la panadería… Y además de manera resumida, para evitar que la información se convierta en un muro de palabras que aburre y termina por no interesar.
Por otro lado, he insistido mucho a los redactores de ElEstado.Net en que, cuando empiecen a escribir una noticia, partan de la base de que todo el que entre en ella no tiene ni idea de lo que va a leer, por lo que siempre pongan un contexto que explique la situación, y el papel que juegan sus protagonistas en ella. Una respuesta al ¿qué ha pasado? para que nadie se sienta perdido a la hora de informarse.
Considero que esa accesibilidad no es que sea importante, sino necesaria en la información. No así cuando el entretenimiento sustituye a la misma, una forma de manipulación divertida, que esconde tras de sí una perversión del sistema que pretende terminar de desactivar la toma de conciencia, y la capacidad de crítica que todos, por el libre albedrío que albergamos, deberíamos ejercer todos los días.