Vivimos días extraños; de repente, sin esperarlo, nos hemos visto obligados a permanecer en nuestras casas, a cambiar nuestras costumbres, a descubrir – a través de las ventanas – un mundo vacío, congelado en el tiempo.
Aquella rutina que tanto nos agobiaba se convierte ahora en añoranza: viajar en metro, salir a comprar, reuniones en la oficina, recoger a los niños del colegio. Y, sorprendidos, descubrimos que nada era tan urgente ni tan necesario ni tan importante; y que la mayoría de las cosas, sobran.
Y, en medio de este cambio inesperado, llega un nuevo 14 de abril: un 14 de abril a celebrar en familia, sin concentraciones ni banderas. Reconozco que para mí los 14 de abril son doblemente especiales: celebro mi cumpleaños. Esta conexión republicana se repitió al nacer mi primera hija: ella lo hizo un 9 de diciembre, día de la aprobación de la Constitución de la II República.
Quizás el tiempo que nos está regalando a ambas esta crisis sirva para descubrirle a Clara Campoamor, Federica Montseny, María Arbós o Carmen de Burgos. O contarle, de forma más profunda, la historia de sus bisabuelas, mujeres anónimas del bando vencido que sobrevivieron a una guerra y a una dictadura con su dignidad y valentía intactas a pesar de las penurias. Quizás este confinamiento sirva para inspirarla a parecerse a ellas.
En estos tiempos extraños, inimaginables hace unas semanas, quizás tengamos tiempo de parar el mundo y reflexionar sobre nuestro pasado y sobre cómo imaginamos el futuro.
Le hablaré sobre quiénes están haciendo frente a la pandemia: sector sanitario, operarios y operarias de cadenas de producción y distribución esenciales, servicios públicos, abastecimiento del mercado… La clase obrera; la nuestra.
Y le explicaré la necesidad de mantener siempre nuestra conciencia de clase, de defender lo público y luchar por el valor de la colectividad frente al individualismo imperante. De la misma forma que el movimiento obrero consiguió uno de los grandes avances de la Segunda República -una ampliación sin precedentes de los derechos y libertades- debe ser la clase obrera la que lidere el nacimiento de una sociedad más justa, solidaria y humana.
Sin lugar a dudas, este cumpleaños será diferente. Ella no acudirá al colegio, pero tendré tiempo para contarle la trascendencia de las maestras republicanas y de la educación como pilar fundamental de la II República. De como las Misiones Pedagógicas llevaron la enseñanza a todos los rincones del país, incluyendo las zonas rurales, y de la importancia de las maestras republicanas en esta cadena de cultura.
Quizás comprenda que algo tan habitual para ella no lo fue para generaciones no tan lejanas; y que debemos luchar cada día para seguir manteniendo la educación como valor esencial de nuestra sociedad, como lo fue durante la II República.
Es tiempo de jugar, leer, pintar, reflexionar. Y soñar con un mundo mejor, un mundo donde prime la justicia y el compromiso social, la igualdad, los derechos sociales, la honestidad y la ética. Es tiempo de soñar con una nueva República.
Vivimos días extraños, el mundo ha cambiado; lo que parecía increíble, está pasando. Quizás este 14 de abril extraño nos alumbre un nuevo despertar republicano y lo que hoy nos parece utópico, pronto se convierta en realidad.
Feliz 14 de abril.