El presidente de Bolivia, Evo Morales, se vio obligado a renunciar después de varias semanas de violentas protestas en todo el país contra su reelección. Después de aguantar todo tipo de presiones, tanto nacionales como internacionales, y tras perder el apoyo de las Fuerzas Armadas y la Policía. Ahora una racista y clasista, Jeanine Áñez, está jugando a hacer de presidenta, aunque no ha pasado de una mera golpista, una simple dictadora más.
En cierta medida, Bolivia simboliza un oasis en el contexto de reintegración del neoliberalismo. Las grandes variaciones que ha puesto en marcha el Gobierno de Evo Morales han concluido en una indiscutible mejoría en las condiciones de vida de la sociedad boliviana. De manera inconsciente, se han convertido en el reflejo del fiasco que suponen las políticas neoliberales. Un modelo que se define hegemónico nunca aceptará que ningún país demuestre que existen modelos alternativos.
Resumen de la cronología del golpe de Estado
El Tribunal Constitucional de Bolivia falló a favor de que Evo Morales se volviera a presentar a la reelección de manera indefinida, explicó que era parte de sus derechos humanos. Esta decisión no fue del agrado de los intereses neoliberales.
Octubre
El 20 de octubre de 2019 se celebraron los comicios electorales en los que el pueblo boliviano elegía a la persona que ocuparía el cargo de presidente. Los resultados provisionales daban unos porcentajes del 45,28% frente al 38,16% a favor de Morales. Todavía estaba cerca de alcanzar los 10 puntos de diferencia necesarios para ganar en primera vuelta. Al ver la oposición que Morales iba por el camino de la victoria, aunque esta fuera ajustada, empezó a agitar el rumor del fraude electoral. La oposición empezó a salir a la calle.
Al día siguiente, el Tribunal Supremo Electoral informó que el escrutinio -con el 95,63% de los votos escrutados- era de 46,4% a 37,07% a favor de Morales. Este anuncio prácticamente le daba la presidencia sin necesidad de una segunda vuelta. La oposición, que el día anterior había estado preparando el terreno, puso a Carlos Mena -el rival político de Morales– a seguir agrandando el rumor del fraude. Esto trajo que los simpatizantes opositores que se encontraban en la calle se sintieran más legitimados a seguir causando incidentes violentos. Incendiaron tres oficinas regionales del Tribunal Superior Electoral en Potosí, Sucre y Cobija.
Diferentes líderes y organizaciones ciudadanas, todas afines a la oposición boliviana, convocaron una huelga general por tiempo indefinido exigiendo la renuncia de Evo Morales. Cerraron las principales calles y avenidas, uno de los gremios más afectados fue el transporte público. Los trabajadores decidieron abrirse paso y lo intentaron defendiéndose de la oposición con palos y piedras. Las primeras disputas se dieron cuando comerciantes afines al Movimiento al Socialismo -MAS- intentaron desarrollar sus actividades con normalidad y fueron agredidos por opositores golpistas.
Mientras tanto, la OEA –Organización de los Estados Americanos– seguía mostrándose favorable a la oposición, aunque los resultados le hubieran dado la victoria a Evo, y recomendaba segunda vuelta. Tanto el Gobierno como el TSE propusieron realizar una auditoría electoral. Evo Morales dio una conferencia de prensa para denunciar que la razón de poner en duda los resultados electorales era el racismo. Respecto al paro general convocado, afirmó que era político y un golpe de Estado. Cuando la OEA sugirió que se desarrollara la segunda vuelta, Evo Morales la acusó de estar con el golpe de Estado orquestado por la oposición.
Se dieron a conocer los resultados finales y Morales fue declarado oficialmente ganador con el 47,08% de los votos frente al 36,51% de Mesa, cumpliendo así el requisito de una diferencia de 10 puntos para no ir a una segunda vuelta. La oposición, la OEA, la Unión Europea, Estados Unidos, Colombia y Argentina se unieron en la exigencia de un recuento de votos. Los bloqueos de calles y los enfrentamientos y los actos violentos de los opositores continuaban.
>Se demuestra la participación de EEUU y Brasil en el golpe contra Evo Morales<<
El 31 de octubre, la OEA empezó la auditoria del recuento de votos, solicitada por el Gobierno y ahora rechazada por la oposición que junto a los comités cívicos preferían seguir con los enfrentamientos, incendios, humillaciones y agresiones a simpatizantes de Evo Morales, entre otras acciones.
Noviembre
El 1 de noviembre, el Tribunal Supremo Electoral avaló los resultados de las elecciones del 20 de octubre, sentenciando la victoria para Morales sin la necesidad de que hubiera segunda vuelta. El jefe de la misión de la OEA, Arturo Espinosa, quien había publicado un artículo de opinión sobre las elecciones en Bolivia criticando abiertamente a Evo Morales, renunció. La oposición golpista seguía rechazando sistemáticamente cualquier propuesta de pacificación que viniera de Morales o de su entorno.
Los golpistas no aceptaron los resultados de una auditoría que ellos mismos habían exigido anteriormente. Los dirigentes de diferentes departamentos bolivianos empezaron a fraguar el golpe de Estado, avisaron a Morales que tenía 48 horas para dimitir de su cargo, convocaron a las Fuerzas Armadas a unirse a su exigencia.
Luis Fernando Camacho -líder del Comité Cívico Pro Santa Cruz– apareció como una de las caras más visibles y extremistas de la oposición. Hizo un llamamiento a las Fuerzas Armadas y a la Policía usando como excusa la seguridad del pueblo. A su vez, Evo Morales invitó a las Fuerzas Armadas a seguir sirviendo al pueblo, manteniéndose cerca del Gobierno.
Mesa exigía que se celebrase una nueva votación, mientras Evo Morales insistía a la oposición que deben respetar los resultados emitido en las urnas. Mientras tanto, en Cochabamba y en El Alto la facción golpista seguía agrediendo a los simpatizantes de Evo. La violencia opositora consistía en: agredir a las comunidadades indígenas, agresiones sexuales, vejaciones y el incendio de la casa del gobernador en Oruro, una ola de destrucción con saqueos a casas habitación.
La oposición continúa humillando a todas aquellas personas del círculo político de Evo Morales. Así, los opositores incendiaron el Ayuntamiento de Vinto, obligando a la alcaldesa –Patricia Arce Guzmán, MAS- a caminar descalza, después de cortarle el pelo y cubierta de pintura roja por las calles del pueblo, bajo insultos y amenazas. La humillaron, dejando claro que no buscaban justicia electoral, sino dar un golpe de Estado y obtener el poder.
Continuaron con las expresiones de violencia contra autoridades locales en varios departamentos bolivianos y aumentaron la represión arremetida hacia la comunidad. Mientras Evo Morales volvió a llamar a la paz,la oposición, demostrando una vez más sus verdaderos objetivos, radicalizó sus actos atacando la casa de la hermana del presidente. Los regidores y los gobernadores recibieron amenazas de muerte.
La Policía desafió a la autoridad central en varias regiones, también en La Paz. Declararon un cese de actividades mientras que el Ejército se mantenía al margen, un día después le retiraron el apoyo a Morales. El presidente constitucional de Bolivia hizo un llamamiento a la oposición a dialogar abiertamente con el fin de acabar con la crisis. La oposición lo rechazó al momento. A estas alturas, la violencia llegaba al extremo, ya que la Policía dejó de atender sus obligaciones. Los enfrentamientos, los robos y los incendios se percibían ya como una estrategia más ligada al golpe. Al igual que los medios estatales, silenciados por la oposición.
El 10 de noviembre, veinte días después de los comicios, Evo Morales renunció a su cargo para pacificar el país y para que el baño de sangre finalizara. La respuesta de la oposición fue una cacería contra las autoridades, lo que obligó al Gobierno a desertar. La Organización de Estados Americanos, la OEA, en su informe mencionó presuntas irregularidades y recomendó realizar nuevas elecciones. Otra herramienta de los golpistas. Evo se prestó a ello, pero la oposición, con la sartén por el mango, lo rechazó una vez más. Porque según parece, ya tenían pensado cómo pasar una dictadura como elecciones legítimas. Pero eso, se analizará en la segunda parte de este artículo.
>El golpismo hace oídos sordos a la renuncia de Evo Morales, sosteniendo la violencia<<