El camino a la I República: la Revolución del Pan y la del Queso de 1861
La Revolución del Pan y la del Queso. Así se conoció este levantamiento popular de 1861. Quizás este nombre sea más acertado, no solo por el fondo, sino porque “Levantamiento de Loja”, que es como se llama habitualmente, da la impresión errónea de que se trataba de una revuelta circunscrita a un único municipio.
“Ciudadanos: todo el que sienta el sagrado amor a la libertad de su patria, empuñe un arma y únase a sus compañeros (…). Tened presente que nuestra misión es defender los derechos del hombre, tales como los preconiza la prensa democrática, respetando la propiedad, el hogar doméstico y todas las opiniones”. Rafael Pérez del Álamo. Iznájar, 28 de junio de 1861.
Contexto
En el siglo XIX hay un hecho que marcó la economía y que arrastramos hasta nuestros días, sin que ningún gobierno haya hecho nada por cambiar la herencia que nos ha legado. Las desamortizaciones afectaron profundamente al modelo económico.
Tras la crisis napoleónica y el reinado de Fernando VII, se sufría una intensa crisis. La “solución” que propuso la monarquía borbónica fue el camino fácil: vender propiedades públicas para llenar las arcas. Las desamortizaciones supusieron la privatización a favor de una oligarquía no solo de propiedades del clero, sino también públicas. El resultado fue una mayor separación de clases sociales.
La capitalización que se llevó a cabo imponía que los impuestos se hicieran siempre en moneda y no en productos, lo cual hundió aún más a las clases más desfavorecidas. Ahora, además, se habían privatizado tierras que el pueblo no podía trabajar como antes. La presión fiscal desde Isabel II se hizo insostenible.
En este ambiente, se inflamaban los ánimos, los sentimientos antimonárquicos y las nuevas ideas que ensalzan el poder del pueblo llano. Estamos a apenas una década de la Revolución Cantonalista de Cádiz y de la I República Española, pero este episodio que se relata se reconoce como un preludio.
En este enclave geográfico, además, se contaba con la represión ejercida por el cacique local, el general Ramón María Narváez. Su actitud totalitaria y su salvajismo le ganaron el sobrenombre de “el Espadón de Loja”.
La Revolución
Rafael Pérez del Álamo fue albéitar (veterinario), lojeño y anarcosindicalista, nacido en 1829 dejó constancia de los hechos que él mismo protagonizó de su propio puño y letra, un tesoro para la historia.
El Motín de Mollina (Málaga) encendió la mecha. Al grito de “Viva la República y muera la Reina”, “¡Muera el Papa!”, “¡Viva la libertad!” y “¡Viva la democracia!”, se levantaron poblaciones como Iznájar y Archidona. Entre campesinos y pequeños propietarios, unas 10.000 personas siguieron a Rafael con escopetas, trabucos y todo tipo de aperos de labranza. Los gitanos, con lanzas fabricadas con sus propias manos, se organizaron en su propia compañía al mando de Antonio Arjona, “El Zorrica”.
El día 28 se hacen con Iznájar (Córdoba) sin apenas resistencia. Una vez tomado el cuartel de la guardia civil, publican un bando llamando a toda aquella persona que sienta amor por la libertad, la democracia y el respeto a todas las opiniones.
El día 29 toma su ciudad natal, Loja (Granada). Según las notas del propio Pérez del Álamo, contaba ya por entonces con 10.000 personas armadas y otras tantas desarmadas. No se está hablando de una pequeña rebelión: otras poblaciones como Archidona, Illora, Huétor y Alhama se unen al levantamiento.
Inmediatamente, se dispone una gran fuerza de respuesta militarizada. El día 4 de julio, y para evitar el bombardeo de la ciudad por parte del brigadier Serrano del Castillo, se retiran de ella Rafael y quienes le siguen. Tras avituallarse en Alhama, deciden que la única manera de mantener viva la revolución es tomar Granada, y desde allí seguir extendiéndose.
Con todo el contingente agotado resultaron presa fácil para el ataque que las fuerzas gubernamentales les prepararon en Las Pilas. Ese 6 de julio, quienes no pudieron huir pasaron a prisión. 116 personas fueron fusiladas, y unas 600 condenadas a diferentes penas de presidio o multas.
Rafael Pérez del Álamo tras la revuelta
Rafael pudo huir a Madrid, donde consiguió la amnistía, aunque fue recluido en Arcos de la Frontera (Cádiz). Allí fundaría el Centro Obrero y la Fraternidad Obrera. Mediante estas, la clase obrera sin trabajo se organizó para reconstruir edificios ruinosos y venderlos.
Fue uno de los federalistas y cantonalistas andaluces que se adheriría a la ideología marxista. Cooperó en la creación del antiguo PSOE mediante importantes tareas de documentación a Pablo Iglesias.
En sus últimos años de vida mantuvo correspondencia con Benito Pérez Galdós, que recogió su hazaña en sus célebres Episodios Nacionales.
En Loja se encuentra, desde 2003, un busto a su memoria.