Cynthia Viteri, alcaldesa de Guayaquil, ya demostró cómo iba a ser su mandato en octubre de 2019, al transgredir el derecho de manifestación del pueblo que deseaba mostrar por Guayaquil su descontento ante las leoninas medidas económicas del gobierno de Lenín Moreno.
La alcaldesa, para evitarlo, montó barricadas con maquinaria municipal y escudos de gente. Reaccionar así, ya fue suficiente para ser encausada, pero la Fiscalía tenía sus ojos puestos en la prefecta de la Revolución Ciudadana Paola Pabón, a quién efectivamente apresaron junto a otros miembros de la Revolución Ciudadana.
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Este pasado miércoles la cosa fue aún más grave, porque la alcaldesa no tuvo mejor ocurrencia que ordenar el asalto del aeropuerto de Guayaquil, invadiendo las pistas de aterrizaje en el momento que dos aviones, uno español y otro holandés, se disponían a tomar tierra, poniendo en peligro la seguridad del personal que pilotaba los aviones, ya que volaban sin pasaje pues se disponían a evacuar personal europeo que pretendía volver a Europa por la crisis del coronavirus.
Tal acción ordenada por la alcaldesa no puede, ni va a quedar impune, ya se han manifestado oficialmente diferentes eurodiputados interpelando al alto representante de Acción Exterior Europea, el español Josep Borrell, para que responda qué medidas va a tomar ante tan grave hecho.
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Independientemente de esa queja y de las acciones que los países puedan promover, quedan las que pueda levar a cabo la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), que podría llevar incluso a que el aeropuerto de Guayaquil pierda su certificado como aeropuerto seguro. Expuesto todo esto, la cuestión está clara: Viteri debe dimitir, y la Fiscalía debe actuar de manera inmediata.
Me parece que ni lo uno ni lo otro. Analicemos las palabras de la ministra de interior María Paula Romo: “lo sucedido en las pistas de Guayaquil es grave, pero no es momento de polemizar. Además el gobierno no va a tomar ninguna acción en este tema porque no creo que vuelva a suceder”.
Queridos ecuatorianos ahora quédense en casa, protéjanse, pero denuncien en las redes y en cuanto puedan echen democráticamente a Moreno y a las trillizas Salazar y Romo y Viteri que, si bien no se parecen, son idénticas en su accionar y en su escasa inteligencia política.
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