Leo Pinheiro y Sergio Moro, claves para el encarcelamiento de Lula da Silva
La dictadura de Brasil liderada por el golpista Michel Temer cuenta con un nuevo preso político, el expresidente Lula da Silva. La oligarquía de ese país suramericano ha visto con miedo el avance de Lula en los últimos meses de cara a las elecciones generales del próximo domingo 7 de octubre.
Tras haber dado un golpe de estado en 2016 a la presidenta Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT) al igual que Lula, las clases pudientes brasileñas no quieren perder los privilegios que han ganado desde entonces tras el regreso del neoliberalismo capitaneado por Michel Temer.
Privatizaciones de los recursos hidrocarburos, nuevas leyes laborales que imponen la vuelta del trabajo temporal y la pérdida de derechos, una postura contraria a la unidad de la Patria Grande que defiende el PT que ganó en las urnas en 2011, la última vez que pudieron votar los brasileños para escoger a su presidente.
Desde el cargo usurpado, Michel Temer ha desencadenado una represión contra los sectores sociales que han salido a protestar tanto por la forma de su llegada al poder como por las políticas neoliberales que ha venido aplicando, que fueron rechazadas en las últimas elecciones generales celebradas en 2011.
Lula lanzó su candidatura para anular la marcha atrás que la dictadura está dando a las políticas sociales que él asentó. Desde ese mismo momento los golpistas iniciaron una persecución judicial como la mejor manera de impedir la candidatura del expresidente, que lleva liderando las encuestas, cada vez con más apoyo, desde que desveló su interés presidencial. A día de hoy tiene opciones reales de vencer en la primera vuelta.
El proceso judicial señala la supuesta corrupción de Lula en la compra de un piso. Hasta hoy no hay pruebas de que el anterior presidente de Brasil comprase ni viviese en él, sin embargo el juez Sergio Moro ha confiado en las palabras del empresario Leo Pinheiro, pese a que no se hayan probado sus palabras.
El juez Sergio Moro es un íntimo amigo del dictador Michel Temer, y ha dado por buenas las declaraciones del empresario encarcelado por corrupción Leo Pinheiro. Tras asegurarse una reducción de su pena, el exdirector de la constructora OAS, expresó que la casa, pese a pertenecer a la empresa, estaba reservada para Lula da Silva.
Sin embargo 73 testigos y varios trabajadores de OAS negaron esa versión. Existen documentos firmados por el propio ejecutivo de la constructora en los que se observa que el piso nunca se vendió a nombre de Lula, incluso él aseveró en esas declaraciones que nunca le dio las llaves del piso ni a Lula ni a nadie de su familia, y que el expresidente jamás lo usó.
Pese a no contar con pruebas suficientes para demostrar como cierta la acusación de Leo Pinheiro, el juez Sergio Moro, amigo de Michel Temer e invitado regularmente a fiestas y eventos privados de los dirigentes de los partidos de derecha que dieron el golpe de estado a Dilma Rousseff y sostienen la dictadura, la ha dado por buena y ha condenado a Lula a 12 años de prisión a solo 6 meses de las elecciones generales.
El expresidente Lula se ha entregado para demostrar su inocencia. Lo ha hecho rodeado por cientos de miles de brasileños que han salido a las calles desde que se conoció la sentencia para mostrar su apoyo al político de izquierdas, quién ha expresado que Lula ya no solo es él, sino todo el pueblo brasileño.