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El motivo de EEUU para radicalizar ahora su intervención en Nicaragua

El gobierno de los Estados Unidos (EEUU) practica injerencias a diferentes países de América Latina disfrazadas de ayudas económicas para apoyar la democracia, sin embargo quienes las reciben son siempre, sin excepciones, miembros de organizaciones políticas o sociales de extrema derecha, que mantienen posiciones golpistas contra los gobiernos socialistas.

Son dos las agencias estadounidenses las que se encargan de financiar a estos grupos golpistas. Una es la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) de la que el New York Times expresó que “se creó para llevar a cabo públicamente lo que ha hecho subrepticiamente la CIA durante decenios. Gasta 30 millones de dólares al año para apoyar a partidos políticos, sindicatos, movimientos disidentes y medios informativos en docenas de países“. Uno de sus mayores logros fue desgastar al gobierno sandinista durante los años 80 mediante la violencia paramilitar, lo que permitió la victoria presidencial de Violeta Chamorro en 1.990. La NED también consiguió dar un golpe de estado con éxito al expresidente haitiano Jean-Bertrand Aristide.

>>Historial de golpes de estado de EEUU en América Latina<<

La segunda es la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés). Esta oficina dependiente del presidente de la nación norteamericana ha estado detrás de varios intentos de golpes de estado a Hugo Chávez y a Evo Morales según investigadores como Eva Golinger. Ecuador, bajo el mando de Rafael Correa, y Bolivia expulsaron de sus países a la USAID por apoyar movimientos golpistas contra sus gobiernos, unas acusaciones que la agencia estadounidense rechazó pero los cables de Wikileaks filtrados por Julian Assange las demostraron como ciertas.

Max Blumenthal, periodista norteamericano, ha publicado una investigación en la que demuestra que la NED y la USAID han apoyado diplomática y económicamente a los grupos fascistas que están aplicando violencia extrema en las calles de Nicaragua, con el objetivo de derrocar a Daniel Ortega.

En su investigación se recoge que el Gobierno de EEUU usó la reforma del INSS para prender la mecha de manera artificial, ya que los jubilados no han protestado por una propuesta que les otorgaba sanidad pública de calidad y gratuita a todos los niveles, en gran parte a costa de los grandes empresarios.

La administración de Donald Trump ha intensificado su intervención contra Nicaragua porque se le acaba el plazo para intervenir militarmente en Venezuela. Estados Unidos no puede hacerlo sin el aval de la Organización de Estados Americanos (OEA), porque incluso sus presidentes y dictadores aliados han expresado que no apoyarían una entrada en el país gobernado por Nicolás Maduro sin el respaldo de esa instancia internacional.

>>eldiario.es blanquea el fascismo nicaragüense <<

Para conseguirlo, Estados Unidos debe convocar una asamblea plenaria y lograr que 24 de los 33 países de la OEA apoyen la aplicación de la Carta Democrática en Venezuela, y debe ser en menos de 9 meses, ya que en ese lapso de tiempo, la nación bolivariana abandonará la institución.

En el último intento, Venezuela resistió aunque con menos apoyo que en ocasiones anteriores, debido a que Nicaragua cambió su voto. Los sandinistas pasaron de votar en contra a abstenerse, a causa de la crisis desatada por EEUU. Donald Trump intenta con la violencia fascista liberada en Nicaragua chantajear al gobierno de Daniel Ortega para que apoye la aplicación de la Carta Democrática de la OEA en Venezuela.

El cambio del voto de Nicaragua podría arrastrar a su socio centroamericano, El Salvador, gobernado por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y a pequeñas naciones caribeñas como República Dominicana, Dominica, San Vicente y las Granadinas, y Antigua y Barbuda, todas ellas aliadas en mayor o menor medida de Venezuela.

Estados Unidos no quiere volver a movilizar a todas las naciones que integran la OEA para recibir una nueva derrota, ya que diplomáticamente supone una victoria de Venezuela y aleja la victoria de los de Donald Trump, por eso como medida desesperada presiona al gobierno sandinista con la esperanza de que, si logran hacer que Nicaragua vote a favor, las dinámicas geopolíticas del caribe se accionen y otros países acompañen a los sandinistas contra Venezuela en ese hipotético escenario.