Hace pocos días Alberto Garzón presentó en el Congreso de los Diputados una declaración institucional a la vista del ascenso del neofascismo, tanto en Europa como dentro de nuestras fronteras. En el texto se apelaba a la Declaración de los Derechos Humanos, y a la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Con estas bases, se llama la atención sobre el auge de los grupos neofascistas y neonazis por toda Europa, y por supuesto España no es una excepción.
El Coordinador Federal de Izquierda Unida (IU) pone el foco en las prácticas de estos grupos que incitan al odio y a la violencia, poniendo de ejemplo episodios tan tristes como el atentado llevado a cabo en Noruega en 2011, en el que se acabó con la vida de 77 personas. Siendo lo más doloroso saber que 69 de esas personas eran adolescentes que estaban en un campamento de verano de la Liga de la Juventud, además el terrorista, haciéndose pasar por un oficial de policía, llegó hasta allí después de hacer explotar una bomba en Oslo que dejó ocho víctimas mortales.
La lista de fallecidos no acaba en Noruega. Hay que sumar la muerte del rapero Pavlos Fyssas, la del estudiante Clement Méric, la de la diputada Jo Cox y la del el activista LGTBQI Zak Kostopoulos. Recientemente vimos cómo en EEUU un pistolero antisemita abrió fuego segando la vida de once personas en una sinagoga. La lista es demasiado larga y dolorosa, no obstante y como remarca el texto presentado por el diputado de izquierdas, Europol constata que los delitos cometidos por la extrema derecha prácticamente se han duplicado en 2017 respecto al año anterior.
>>El fenómeno VOX: un fertilizante llamado fascismo<<
En el texto presentado por Alberto Garzón se condena todo atisbo de negacionismo del holocausto así como su trivialización y la minimización de los crímenes nazis, se condena también la violencia perpetrada por grupos neofascistas contra las minorías, y los ataques por parte de esos grupos a diversos partidos políticos dentro del territorio español.
Se indica que nos encontramos en un momento crítico de la democracia a nivel global debido al auge de este tipo de movimientos, y con esta declaración busca que el Congreso muestre su rechazo a estos grupos, e instar al gobierno a la prohibición efectiva de los movimientos neonazis o neofascistas junto con las fundaciones u organizaciones que exalten el fascismo o el nazismo.
El dirigente de Unidos Podemos ha expresado su inquietud por la posible colusión, por pequeña que sea tanto de líderes políticos como personas pertenecientes a las fuerzas del estado, con neonazis y neofascistas, también se considera urgente la intensificación de la enseñanza en historia, y la sensibilización para poder contrarrestar este peligroso auge.
Las reacciones no se hicieron esperar. El Partido Popular (PP) dinamitó la declaración institucional declarando a través de su diputado José Ignacio Echániz que “el grupo parlamentario popular no puede aprobar un texto neocomunista en el cual no se condena a Lenin y a Stalin, que no refleja a ETA, a Pol Pot, Nicolás Maduro, Fidel Castro o Corea del Norte“, pese a que en el texto presentado en el Congreso se habla de hechos actuales -el más antiguo es del 2011-, el diputado conservador continúa señalando que “falta la mitad de la historia”, y carga las tintas contra el texto por no combatir a los “fascismos de izquierdas” y mantiene el tono del discurso sentenciando que “el PP está en contra de todos los fascismos, de todo el odio, de toda la violencia y no solo la generada por una parte de la historia” .
Las declaraciones del popular pasan a la cuestión religiosa aseverando que no se recoge en el texto de Alberto Garzón la incitación al odio de algunos fascismos como los antisemitas, –pese a que la declaración condena claramente el atentado perpetrado por un tirador antisemita en una sinagoga de Pittsburh el pasado 27 de octubre y el negacionismo del holocausto-, “tampoco se condenan los ataques a cristianos a lo largo del mundo ni se condenan los ataques islamistas contra la población civil“, sentencia el diputado José Ignacio Echániz.
Otra de las cuestiones por las que el PP dice no firmar la declaración, es que no se condena la ideología de Hitler que Echániz recuerda que “era nacional, era socialista y sobre todo populista”, para terminar diciendo que se trata de una ideología a combatir.
Para terminar sus declaraciones el diputado conservador ironiza con que sea Unidos Podemos (UP) la fuerza política que presente el texto, cuando su líder declaró públicamente “sentirse emocionado debido a una agresión a miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado” en alusión a Pablo Iglesias.
La declaración institucional no deja de ser un brindis al sol en un país como España, en el que un partido de gobierno como es el PP, se revuelve como gato panza arriba para no firmarla y no quedar –a su juicio– retratado ante el aumento y el auge de los movimientos neofascistas a lo largo del mundo.
Que su único argumento sea el “y tu más” es demasiado simplista pero, ¿cuál es la razón por la que no son capaces de condenar posiciones radicales dentro de la derecha? Teóricamente están alejadas de sus coordenadas políticas, por lo que la respuesta se encuentra en la balcanización de la derecha en España, que hasta hace pocos años era el coto privado del PP, y las posiciones radicales no tenían fuerza suficiente para verse representadas en las instituciones.
Actualmente VOX lo ha adelantado por la derecha y los más radicales tienen un espacio en el que pueden llevar a un estrado sus soflamas de odio, mientras que el PP y otros partidos de derechas consideran que abrir los brazos a los radicales es una oportunidad de movilizar y contabilizar más votos para reeditar una especie de nueva CEDA. En la que por desgracia la deriva sería hacia la derechización y hacia la radicalización para no perder el nuevo voto radical.
Si desde la izquierda no se reacciona, el futuro pinta mal para los derechos y las libertades de todos.