El discurso fascista de Jair Bolsonaro y su vinculación con la ultraderecha española
Por todos es sabido que la retórica de Jair Bolsonaro ya la han escuchado nuestros padres y abuelos aquí en España, pero también en otras dictaduras alrededor del mundo.
Su discurso, abiertamente intolerante, racista y homófobo, ya es un discurso manido por su utilización en otras dictaduras. Ahora pretende barrer el comunismo y el marxismo de Brasil. Las semejanzas con, por ejemplo, Ecuador, son claras: allí, el presidente Lenin Moreno, que se presentó como un izquierdista revolucionario, ha dado la mano a la derecha más reaccionaria y la izquierda, la que no abandona sus ideas a cambio de un plato de lentejas, está siendo perseguida y removida de los cargos que ocupaban legítimamente.
Pero este no es el único paralelismo del fascismo de Bolsonaro con otros países en los que se reprime la libertad ideológica. Aquí, en España, el fascismo de VOX se ha mostrado también a favor de “limpiar” de socialismo el país, con un discurso bastante parecido al de Bolsonaro. En ambos países, se está institucionalizando la persecución ideológica contra la izquierda. Recordemos que desde el PP, no hace mucho, se aseguró que uno de sus deseos era ilegalizar al Partido Comunista de España. En ambos países se repite lo que ya, en el siglo XX, llevó a cabo el franquismo en España o el nazismo en Alemania: la sistemática persecución del comunismo.
Otra coincidencia es la que apunta a las nostalgias de dictaduras pasadas. Tanto la ultraderecha de VOX con el franquismo, como la ultraderecha de Bolsonaro con la dictadura militar de los años 60 y 70, queda patente en los discursos de ambos dirigentes. En España, tanto PP como Ciudadanos, se han abstenido o votado en contra de toda propuesta que conlleve la condena del franquismo, torpedean constantemente todas aquellas medidas orientadas a reconocer el daño causado por la dictadura.
Bolsonaro se ha posicionado como defensor de los tiempos pasados de Brasil en aquellos denominados “años de plomo“, en los que, al igual que pretende hoy el líder extremista, se persiguió a la izquierda usando el aparato político, militar y policial para la represión y apoyándose este en organizaciones paramilitares y grandes empresas. En 2018, Bolsonaro ya vomitó una de sus frases más repugnantes. Dijo: “Vamos a fusilar a la “petralhada” aquí en Acre”, refiriéndose a los miembros del Partido de los Trabajadores. U otra frase nefasta y cargada de podredumbre fue la que dijo en una entrevista en la radio en 2006: “El error de la dictadura fue torturar y no matar”.
Por lo tanto, se podría decir que Bolsonaro lleva los mismos genes políticos que llevaban Hitler y Franco en cuanto a la persecución ideológica y a la represión del comunismo. En España, ya casi a diario, tenemos que soportar cómo dirigentes de partidos de derechas ensalzan a la dictadura franquista y al propio dictador, niegan la existencia de fosas y no les tiembla el pulso a la hora de menospreciar y reírse de las miles de familias que aún, a día de hoy, siguen buscando a sus muertos.
En cuanto a las políticas y opiniones machistas del líder brasileño, Bolsonaro, todo apunta con claridad a que es un fiel amante de las conductas machistas y ha dejado claro en numerosas ocasiones que el machismo, donde mejor está, es institucionalizado. Es un experto en verter frases machistas como la que le dedicó en 2003 a María del Rosario, diputada del Partido de los Trabajadores: “Yo no soy violador, pero si lo fuese, no la violaría porque no lo merece“. Lo dijo durante el debate de una ley contra la violación.
Y una vez más, el Brasil que quiere Bolsonaro, ese Brasil machista, se podría trasladar a España, a los discursos de VOX, Ciudadanos y el PP, restando, e incluso negando la existencia de la violencia de género. Ni que decir tiene que, además, la derecha española pretende derrumbar por completo la Ley de Violencia de Género, ya que afirman que no sirve para nada.
Nuevamente, los caminos entre Bolsonaro, la derecha española y el franquismo, en donde el machismo era toda una institución, se vuelven a cruzar.
Pero no podemos finalizar este artículo sin hablar del racismo que corre por las venas de Bolsonaro. En numerosos discursos, que bien pudieron ser verbalizados por el mismísimo Adolf Hitler, Bolsonaro ha derramado frases del tipo “No hacen nada. Más de mil millones de dólares los estamos gastando en ellos” -refiriéndose a los brasileños con ascendencia africana-.
En España, somos testigos en primera línea de cómo VOX, PP y C´s han elegido como culpables, al más puro estilo hitleriano, a la inmigración de los muchos males de este país, no dudando en proponer el levantamiento de un muro en Ceuta y Melilla, falseando cifras para ligar la delincuencia con la inmigración.
En definitiva, el discurso de Jair Bolsonaro se diferencia poco a los que aquí escuchamos a diario de dirigentes de partidos de derecha y extrema derecha, muy ligados, a su vez, a dictaduras pasadas como el nazismo, el franquismo o aquellos “años de plomo” en Brasil.