Fernando de los Ríos, claroscuro del Ministro de Cultura andaluz de la II República
Uno de los personajes más célebres de la II República fue el ministro Fernando de los Ríos. Firme opositor al totalitarismo, los logros por los que más se le conoce estuvieron en el ámbito educativo, pero tuvo un papel destacado en los cambios judiciales, la estructura del estado y en los principales conflictos que tuvo la república.
Orígenes y formación
Fernando de los Ríos Urruti nació en Ronda (Málaga) en 1879. Su apellido original era del Río, pero se lo cambió, siguiendo el ejemplo de su tío, el político Antonio Sánchez del Río.
Habiendo perdido a su padre muy joven, se trasladó con su madre y hermanos a vivir con Antonio Sánchez del Río. Gracias a esto llegó a conocer a uno de los más importantes personajes del anarquismo ibérico, Fermín Salvochea, quien fuera después alcalde de Cádiz. Se presume que este encuentro pudiera haber sido el primer paso en crear en el joven Fernando una conciencia social de profunda raigambre.
Más adelante, trabaría conocimiento con otros destacados exponentes del ámbito del pensamiento anarquista, como Kroptokin en Londres (1907) y en Rusia (1920). Esto no quiere decir que Fernando de los Ríos fuera un anarquista, ni que tuviera actitud similar, pero sí influyó en él desde el punto de vista de oponerse al totalitarismo. Por otra parte, el tiempo también haría que Fernando tuviera el respeto por parte de buena parte de los anarquistas españoles, como Andrés Saborit.
Cuando estudió bachillerato, su familia ya se había trasladado a Córdoba, y en estos estudios compartiría clase con los hermanos José y Eduardo Ortega y Gasset.
A instancias de su tío, Francisco Giner, su familia se traslada a Madrid. Francisco fue uno de los mayores luchadores por la renovación del sistema de enseñanza y defensor de la necesidad de la educación como mecanismo de cambio y emancipación personal. No cabe la menor duda de que el trabajo del rondeño se ve altamente influenciado por este personaje, y las medidas que lleva a cabo durante su etapa como Ministro de Instrucción Pública de la II República sigue fielmente los ideales de su pariente.
Compaginó sus estudios con la Institución Libre de Enseñanza. Concluida su licenciatura en derecho y su doctorado en 1907, parte a Alemania con una beca en 1909, donde trabaría relación con el socialismo. A su vuelta se asienta en Granada como profesor y se casa con la sobrina de su mentor, Gloria Giner de los Ríos. En Granada se interesa por los centros obreros y empieza a luchar por los derechos de las clases bajas. Forja relación con la élite intelectual de Granada: Federico García Lorca, Manuel de Falla, Ignacio Zuloaga, Melchor Fernández Almagro, Alejandro Otero Fernández, Alfonso García Valdecasas yFrancisco Mesa Moles. Finalmente, y con todas estas influencias, encuentra su hueco político e ingresa en el PSOE a finales de 1918.
Vida Política: PSOE y República
Su carrera política fue meteórica. Era precisamente el tipo de figura que el PSOE estaba esperando: familia burguesa, liberal, con conciencia social, cultivado y bien relacionado. En junio de 1919 consigue su acta de diputado. Al año siguiente, fue vicepresidente en dos de los 3 congresos en los que el partido debatía su ingreso o no en la III Internacional Comunista.
Fernando ingresa como vocal en la Comisión Ejecutiva y es designado para viajar a Rusia y negociar dicho ingreso. Durante este viaje empieza a incubar un sentimiento opuesto al del socialismo soviético, que plasmaría en Mi Viaje a la Rusia Sovietista (1921) y posteriormente en El Sentido Humanista del Socialismo (1926). Defiende férreamente que el PSOE no debe ingresar en esta asociación, ante las 21 condiciones impuestas por Lenin, opinión que vence frente a la opuesta de su compañero de viaje, Daniel Anguiano.
Vemos que a menudo Fernando de los Ríos tiene la percepción del totalitarismo en casi todos lados, pero es precisamente al poco de su vuelta cuando ha de enfrentarlo: La Dictadura de Primo de Rivera. Fue siempre un firme opositor a la dictadura, y no compartía la visión de Largo Caballero de colaborar con ella para mejorar la posición de los obreros. Fue uno de los principales defensores de traer una nueva república a España.
Durante este tiempo tuvo oportunidad de imaginar mil proyectos, que pudieron ver la luz finalmente con el advenimiento de la II República el 14 de abril de 1931. Fue una de las 3 figuras ministeriales principales, obteniendo las carteras de Justicia, Instrucción Pública y Estado durante el mítico primer bienio republicano. Su impulso fue fundamental para el nuevo gobierno, dado el alto número de proyectos que inició en unas circunstancias poco propicias y en un marco de tiempo realmente corto.
Como Ministro de Justicia tuvo un peso realmente importante en la redacción de los artículos más rompedores, complejos y problemáticos de la joven Constitución de 1931. Fue parte activa de la separación de la Iglesia y el Estado, la libertad de culto, la reorientación penitenciaria y las medidas igualitarias para las mujeres, la ley del divorcio y el uso de jurados por mencionar solo algunas de las medidas más positivas.
Sin embargo, Fernando de los Ríos será conocido más por su etapa como Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, como las Misiones Pedagógicas, la reforma de las enseñanzas universitarias, fundación de la Universidad de Santander y hasta 14.000 escuelas, la introducción del bilingüismo en los colegios. El magisterio republicano, sin duda, no hubiera sido igual sin un ministro tan concienciado con esta necesidad desde su misma juventud.
Las sombras de Fernando de los Ríos
Fernando de los Ríos acudió a Granada para inaugurar la plaza dedicada a Mariana Pineda, heroína local asesinada a garrote vil. Como amigo de Federico García Lorca, fue quien promovió la creación de la Barraca, el teatro itinerante que dirigiera Lorca para llevar el teatro al pueblo. En 1929 también acompañó a Lorca en su viaje a Nueva York. Sin embargo, durante este tiempo recibió críticas por afrontar la reforma agraria a nivel estatal sin prestar atención a la urgente necesidad que tenía Andalucía, su propia tierra, de un cambio de profundidad.
También fue utilizado como negociador en múltiples conflictos a favor de la República. Así, fue escogido para acudir a hablar con Francesc Maciá ante la declaración de la República de Cataluña. Afortundamente, de este conflicto nació la Generalitat, pero el siguiente President no tardaría en demostrar que esto no satisfacía a Cataluña debido a muchos otros factores del trato del gobierno central.
También medió en el conflicto con el Cardenal Segura, firme defensor de la monarquía y la reunificación de la iglesia y el estado. En general, aunque fuera usado y celebrado por sus supuestas capacidades mediadoras, muchos historiadores apuntan que su implicación en la profundización de estos conflictos pueda haber sido mayor que su papel en la resolución de estos.
Tanto entonces como ahora, las concesiones a la iglesia fueron vistas con suspicacia. También se le achaca, tanto desde su puesto en la dirección del partido como en el gobierno de la República, un papel protagonista en la lucha contra el anarcosindicalismo, en casos como el Suceso de Casas Viejas en Cádiz ylos sucesivos conflictos con el Gobierno catalán y la proclamación del Estado Catalán por Lluís Companys.
Su último y corto ministerio antes de la guerra fue el de Estado, que causó fuertes controversias con la derecha.
En 1934 es enviado como parte del comité que investigaba la brutalidad homicida del ejército en el conflicto con los mineros asturianos que sucedió bajo su mando y presentó pruebas ineludibles de las torturas que el ejército había llevado a cabo bajo el mando republicano. Este escándalo solo se sumó a la lista que se había ido acumulando hasta la fecha, y hay que reconocer que Fernando no excusó la responsabilidad de su gobierno en estos hechos.
En 1935, sus continuas tensiones con Francisco Largo Caballero le hacen abandonar la comisión ejecutiva del PSOE. Seguiría ejerciendo de diputado por la circunscripción de Granada hasta el levantamiento franquista.
Desde el comienzo de la Guerra Civil, se exilia a París como embajador, desde donde organiza el envío de armas al bando republicano, y el final de la contienda lo vive en la embajada de Washington. Tras el triunfo de los sublevados, abandona la embajada y se dedica a dar clases en la New School for Social Research de Nueva York. En 1945 recibe su último cargo público: Ministro de Estado del Gobierno Republicano en el Exilio. Una vez derrotada esta última aspiración, muere en Nueva York en 1949 y sus restos vuelven a España en 1980. Actualmente reposa en el Cementerio Civil de Madrid.