Esta pasada noche se ha celebrado el segundo debate a cuatro televisado antes de las elecciones generales del 28 de abril. En esta última semana a solo cinco días de los comicios, los cuatro candidatos han tenido una segunda y última oportunidad para convencer a los votantes indecisos.
Después del primer debate televisado en TVE, Pedro Sánchez (PSOE), Albert Rivera (Ciudadanos), Pablo Casado (PP) y Pablo Iglesias (Unidas Podemos) se han disputado el protagonismo por última vez ante las cámaras de Atresmedia, en un debate moderado por Vicente Vallés y Ana Pastor.
>>Debate electoral: propuestas de Iglesias frente al electoralismo del resto de candidatos<<
Ha habido una diferencia sustancial con el debate anterior: los cortes de publicidad que han aprovechado los candidatos para hablar con sus respectivos asesores, algo que no pudieron hacer en la televisión pública. De esta forma han tenido la oportunidad de corregir posibles errores.
Aún así, la estrategia de cada uno de ellos ha sido prácticamente la misma que la del anterior debate. Se ha podido ver mucha agresividad por parte de la derecha, tanto de Pablo Casado como de Albert Rivera, enquistados en el tema de Cataluña y la unidad de España.
En los primeros minutos ya hemos podido escuchar expresiones como “separatistas” y “batasunos“. Ambos quieren presentarse como los salvadores de la “patria” sin los cuales España se hundirá sin remedio. Sin duda alguna pretenden así recuperar los votos de extrema derecha que se van a ir a VOX y quizás llevarse también parte de los más conservadores del PSOE.
Por otro lado la izquierda ha estado claramente representada por Pablo Iglesias. Pedro Sánchez no ha conseguido proclamarse como el líder del partido de izquierda por excelencia aún pidiendo abiertamente el “voto útil” ya que el de Unidas Podemos ha vuelto a demostrar más fuerza y confianza delante de las cámaras.
Pese a que últimamente las trifulcas no han cesado en el partido de Pablo Iglesias y haber sido desacreditado continuamente por parte de los medios de comunicación al servicio de la élite, ha logrado mantener el tipo y recuperar el carisma que quizá se había visto debilitado por el evidente desgaste externo.
Ha llamado la atención algo que ya destacó en el anterior debate y es la manera en que Pedro Sánchez evita concretar si llegaría a pactar con Ciudadanos o no.
Tal y como ocurrió en el primer debate, Pablo Iglesias ha sido el candidato más creíble en todo momento. Pedro Sánchez y Pablo Casado han sido perfectos representantes de la vieja política conservadora, y se les ha visto con incluso menos energía de la que mostraron en TVE. Mientras tanto, Rivera sigue basando su política en el ataque directo y la confrontación.
El domingo averiguaremos cual ha sido realmente la influencia que ha ejercido este último y decisivo debate.