Jorge Glas, rehén político del régimen de Lenín Moreno
¿Qué habría pasado si la vicepresidenta de Venezuela se hubiera opuesto a un repentino cambio de Nicolás Maduro con respecto a lo prometido en campaña electoral, y éste se hubiera apropiado del poder judicial para meterla en la cárcel sin el debido proceso judicial? Es más, ¿quién es la vicepresidenta de Venezuela?
Decly Rodríguez es la solución al segundo interrogante.
Bueno, al grano. Esa situación descrita en el primer párrafo es lo que está pasando en Ecuador, pero el gobierno de Lenín Moreno ha dado la bienvenida al regreso de los militares norteamericanos a su territorio, ha liderado el desmantelamiento de la diplomacia bolivariana, y ha permitido que las empresas estadounidenses obtengan beneficios tras las privatizaciones. Los medios de comunicación cuyos accionistas se lucran con esas acciones, no van a informar sobre algo que perjudicaría a su socio, y por lo tanto a sus negocios.
Esta impunidad mediática le permite al régimen de Lenín Moreno desarrollar una acción gubernamental que bebe de las dictaduras fascistas del s XX que tuvieron lugar en diferentes países de América Latina. Una de ellas consiste en la persecución de los líderes políticos por motivos políticos, sin que existan delitos que justifiquen un proceso judicial.
Jorge Glas pudo observar desde su cargo como vicepresidente el cambio de Lenín Moreno, que pasó de vencer en las elecciones como hijo político de Rafael Correa a comportarse en el poder como la oposición neoliberal al expresidente. Sin embargo, al contrario que otros muchos que apoyaron el anterior gobierno socialista, Jorge Glas no se dejó convencer para aceptar ser comprado, y acompañar con su credibilidad el giro a la derecha.
Quienes dirigen la agenda política del presidente Lenín Moreno, saben que tras Rafael Correa, Jorge Glas es el líder natural de la Revolución Ciudadana, por lo que cooptaron el poder judicial y purgaron el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), lo que les permitió iniciar un proceso en el que no hubo pruebas y a día de hoy no tiene sentencia, ya que usaron un código penal derogado.
La Constitución de Montecristi aprobada en 2008, establece que el tiempo máximo para permanecer en prisión preventiva es de un año, y Jorge Glas lleva en esa situación más de 600 días. El régimen lo está usando como chantaje al campo progresista liderado por Rafael Correa, como se pudo observar cuando lo trasladaron a una prisión lejos de su lugar de residencia sin justificación alguna como venganza por no haber apresado a Fernando Alvarado, dirigente revolucionario del gobierno de Correa que pudo escapar de la persecución y hoy se encuentra en el exilio.
En las últimas horas, ha aparecido un vídeo de algunos reclusos que amenazan de muerte al político de izquierdas. En medio de una crisis penitenciaria causada por los recortes del ejecutivo de Lenín Moreno, el gobierno espera que sin la debida seguridad, Jorge Glas sea una víctima más de la situación.