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La derecha y el voto obrero: el peligro que se avecina en España

Hasta la entrada de Vox en el Parlamento andaluz, España constituía un oasis europeo en relación con la extrema derecha: mientras los países de nuestro entorno veían crecer el monstruo, la ultraderecha española permanecía agazapada en el regazo de los partidos conservadores tradicionales.

Fundado a finales de 2013, Vox nació del desencanto de muchos votantes con las políticas del PP. Bajo la dirección de Santiago Abascal como presidente y Javier Ortega Smith como secretario general, los principios ideológicos de Vox radican de forma casi exclusiva en la defensa de la unidad de España, desde donde emanan el resto de sus políticas.

Así, con el ultranacionalismo español como eje central que nutre todos sus discursos, Vox propugna la eliminación del estado de las autonomías y la recentralización estatal a la vez que hace bandera de su lucha contra la memoria histórica, el comunismo, el feminismo o las políticas de igualdad y la defensa de la familia tradicional, la religión, la monarquía o los toros como sinónimo de “buen español”.

En pocos años, la presencia de Vox se ha multiplicado en los distintos parlamentos autonómicos, llegando a ser decisivos en el gobierno de varias comunidades; y constituyen la tercera fuerza política de España.

En base a lo anteriormente señalado cabe preguntarse: ¿El voto de Vox proviene exclusivamente del ciudadano desencantado con el PP? ¿Existe traspaso de voto obrero a la ultraderecha española? En caso de que lo hubiera, ¿qué está haciendo mal la izquierda para que así sea?

Perfil del votante de Vox

Coincidiendo con las citas electorales, se han ido realizando distintos estudios sobre el perfil del votante de Vox que convergen en los siguientes rasgos: el votante de Vox es mayoritariamente hombre, de entre 35 y 44 años, ex votante del PP o Ciudadanos, con estudios medios y autónomo o pequeño empresario en su gran mayoría.

Además, de los estudios se desprende que el partido de ultraderecha se acomoda mejor en los territorios que no tienen una identidad política propia y en los que el factor migratorio es importante; mientras que el nivel adquisitivo no es concluyente, ya que sus votantes pueden ser de rentas altas o no (en casos que confluyen otras variables como la inmigración).

Así pues, el voto a Vox viene determinado por la suma de diversos factores entre los que destacan la negación de la violencia machista o la criminalización de los inmigrantes; todo regado con la defensa a ultranza de la unidad de España y de sus valores tradicionales.

Vox como alternativa de voto de la clase obrera: el ejemplo francés

El partido de Marine Le Pen, “Agrupación Nacional”, ha sido en distintas elecciones el partido más votado por la clase obrera francesa. Aunque, por ahora, éste no es el escenario que se maneja en España, la penetración de las ideas de ultraderecha en la clase trabajadora es un dato muy preocupante que debería tener en alerta a todos los partidos de la izquierda española.

Vox quiere acercarse a la España que madruga, la España de los trabajadores, la España de la gente que hace un esfuerzo todos los días, la España de gente que está en polígonos y centros de producción“, dijo Iván Espinosa de los Monteros en la campaña del 26M.

A pesar de las declaraciones en este sentido, la procedencia de sus dirigentes y la dirección de sus reivindicaciones no seducen hoy por hoy al votante obrero. A diferencia de lo que pasa en otros países europeos, Vox no ha logrado entrar en los cinturones rojos de las ciudades y logra sus mejores resultados en zonas acomodadas.

En ultranacionalismo de Vox no ha arraigado por ahora en la clase obrera española, quizás porque este nacionalismo identitario no ha ido acompañado del económico: mientras en países como Francia se apuesta por un estado fuerte “para los nacionales”, Vox propugna el neoliberalismo y una reducción del Estado de bienestar sin contemplaciones.

En las últimas semanas, Vox ha intentado aproximarse a la clase obrera a través de la creación de un sindicato; sin embargo, a nadie se le escapa que la lucha sindical no es el objetivo de un partido económicamente ultraliberal que hasta hace poco abogaba por recortar el derecho de huelga o el fin de la negociación colectiva.

Instaurar la sede de su sindicato en pleno barrio de Salamanca, uno de los barrios más ricos de Madrid, tampoco ofrece grandes dosis de seducción a esta “España que madruga” a la que se dirigía Espinosa de los Monteros.

Actuemos antes que sea tarde

Hoy por hoy, Vox no seduce a la clase obrera; pero no hay que confiarse. El único factor relevante para conseguir el voto tradicional de la izquierda es el relacionado con la inmigración.

La ultraderecha ha atizado el rechazo a los inmigrantes presentándolos como usuarios de los escasos subsidios sociales que deberían pertenecer a los españoles, causantes de una mayor delincuencia y usurpadores de empleos.

Sin embargo, Vox no ha sabido, por ahora, aglutinar más variables para conseguir el voto de la clase obrera. Mientras el partido de Abascal siga en esta línea, el voto obrero no peligra. Pero ¿qué pasará si Vox cambia el discurso y empieza a emular a su homólogo francés?

La pandemia producida por el coronavirus está provocando una crisis social y económica sin precedentes. En demasiadas ocasiones, la izquierda se deja arrastrar por la ola capitalista y acaba aplicando políticas neoliberales con alguna dosis de sensibilidad social que frene las protestas; en otras, la izquierda se pierde en debates estériles que dejan de lado las verdaderas preocupaciones del proletariado.

Si la izquierda española no es capaz de articular su discurso y sus acciones de gobierno en base a las necesidades reales de la clase obrera, la ultraderecha puede ganar la batalla. Ante la falta de respuestas de los partidos de izquierda, existe el peligro de que Vox puede estructurar un ideario que seduzca a los trabajadores.

Resulta imprescindible que la izquierda ofrezca las respuestas que la mayoría social necesita desde la perspectiva de la lucha de clases y no dejarse invadir por partidos que defienden los intereses del capital valiéndose del desencanto de la clase obrera.

 

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