Las lecciones de Portugal: ¿qué esperar del gobierno de coalición entre PSOE y UP?
Aunque parezca increíble, en la conservadora Europa hay un gobierno de izquierda que está haciendo las cosas bien. Y, desde hace meses, la izquierda española mira, primero de reojo, y ahora ya abiertamente, hacia Portugal, buscando la fórmula que tan bien le está yendo a nuestro vecino luso y que, ahora, podría convertirse en la fórmula para la colaboración entre los socialistas de Pedro Sánchez y Unidas Podemos.
Cuando se ha logrado el consenso de la izquierda se han podido poner en marcha numerosas mejoras políticas y sociales, aunque cada uno de los partidos políticos mantiene sus propios programas de máximos, sobre todo en momentos electorales.
En Portugal, el Partido Socialista gobierna en solitario, con el apoyo del Partido Comunista (PCP), el Bloco de Esquerda (BE) y el Partido Ecologista Os Verdes (PEV).
El socialismo consiguió llegar al gobierno a través de la negociación y el diálogo constante con sus socios. Se trató, en un primer momento, de una solución constituida por acuerdos a nivel parlamentario. Pero, entre todos los proyectos políticos diferentes, fue posible encontrar un terreno común y una convergencia de programas y posiciones. A pesar de los puntos de vista disonantes en algunos temas, fue posible alcanzar una serie de ideas generales que respondían a las aspiraciones de la población portuguesa.
No vamos a casarnos, pero podemos ser amigos. António Costa.
2015: el año del cambio
El gobierno de Portugal es un ejemplo de cómo se puede gobernar en Europa, desde la izquierda, de una forma responsable. Ese ejemplo ha demostrado que las fuerzas progresistas pueden y son capaces de gobernar, posibilitando un desarrollo económico compatible con el desarrollo social. Se trata de desplegar políticas en materia económica, sin que sean incompatibles con el mantenimiento e incremento del Estado del Bienestar.
El gobierno del socialista António Costa llegó al poder teniendo que hacer frente a un rescate de Europa de 78.000 millones de euros, que dejó al 20% del conjunto de la población en riesgo de pobreza extrema. Además, tuvo que enfrentarse a las duras condiciones de austeridad, que llevaron a recortes generalizados aplicados por los gobiernos conservadores.
Portugal fue rescatado en 2011 con un proceso durísimo, impuesto por la troika. A cambio, el gobierno debía reducir las pensiones y el salario de los funcionarios, privatizaciones de sanidad y grandes empresas nacionales, etc. Y el gobierno de Pedro Passos Coelho fue un alumno obediente. Para sorpresa de todos, Portugal devolvió lo prestado en 2014, pero quedó un país empobrecido y al borde de la catástrofe.
En pocos meses, el nuevo gobierno progresista dio un vuelco a la situación, gracias a las medidas aplicadas por el ministro de Finanzas, Mario Centeno. Apenas dos años después de llegar al poder, el mismo Fondo Monetario Internacional señalaba que Portugal había logrado un gran progreso para “afrontar los riesgos a corto plazo” que se cernían sobre su economía. También las agencias de calificación fueron mejorando sus datos sobre el país, y los ha sacado del nivel de “bono basura”.
Los buenos resultados portugueses
- Se ha frenado el austericidio impuesto por Europa.
- Están subiendo de forma gradual el salario mínimo, hasta un 25%, en cuatro años.
- Más de 95.000 trabajadores han salido de la situación de paro y han encontrado trabajo.
- La tasa de desempleo ha bajado a cifras impensables.
- Buenas perspectivas de crecimiento económico.
- Ha incrementado sus exportaciones, no solo a la UE, sino también a países no comunitarios.
- Se han incrementado las pensiones y ha mejorado el salario de los funcionarios, que también han visto decrecer la jornada laboral a 35 horas.
- Se ha aprobado un plan de choque contra la pobreza energética.
- Se ha recuperado el nivel de inversión pública, que se había hundido debido a los recortes, lo que ha mejorado la sanidad y la educación.
- Se han suprimido los conciertos con centros educativos privados en aquellas zonas en las que haya un colegio o instituto público.
- En la educación universitaria, se han incrementado las becas, al mismo tiempo que se han reducido las tasas.
- Se han paralizado las privatizaciones iniciadas por los anteriores gobiernos conservadores.
- Se ha introducido un impuesto de patrimonio para las viviendas de lujo.
Todas estas medidas han permitido mejorar el nivel de vida de la población en general, lo que ha permitido también que los sectores más desfavorecidos de la población puedan acceder a nuevos niveles de consumo y ahorro. Esto ha permitido, también, mejorar la situación económica del país.
El modelo portugués ha sobrevivido debido a una serie de factores internos y externos. Por un lado, la introducción de políticas internas expansionistas, en base al incremento del salario mínimo, la eliminación de los recortes salariales impuestos por la troika, y la sustitución del precariado laboral por contratos fijos. Es decir, aportó mayor estabilidad al mercado interno y confianza a los ciudadanos. Como factores externos se dio un crecimiento de la demanda europea, la devaluación del euro, el crecimiento del turismo en Portugal, y el crecimiento de las exportaciones.
Como se puede ver, el foco se centró en una nueva estrategia económica que se concentrase en el crecimiento y el empleo, el incremento de la renta de las familias. Se trataba de crear una alternativa estable de izquierda, obligando a todas las partes a ceder y alcanzar consensos.
En la UE, el experimento portugués halló inicialmente una gran hostilidad. Pero, de un tiempo a esta parte, esa actitud ha cambiado sustancialmente.
Las ventajas del sistema
El sistema portugués ha sabido sacarle partido y apuntalar las mejoras sociales, convirtiendo sus objetivos de mínimos en reformas estructurales que han frenado las políticas de austeridad. Y todo ello, jugando con las reglas impuestas por Bruselas.
A pesar de todas las tensiones y las diferencias, los méritos del sistema de gobernabilidad ha conseguido alcanzar lo impensable: un gobierno estable que ha conseguido cumplir las metas presupuestarias impuestas por la Unión Europea.
En 2015, la izquierda formó gobierno, con su programa de reversión de los recortes. Y, en la medida en que las mejoras comenzaron a llegar, el pacto de izquierdas se fue afianzando. En tres años de gobierno estable, el paro pasó del 16,3% al 6,7%; el déficit fiscal pasó del 11% al 0,5%; la deuda pública del 133% al 120%; el PIB crecía por encima de la media; el turismo pasó de representar el 13% del PIB al 17%. También aprobó una fiscalidad que permitió la llegada de grandes inversiones extranjeras.
Portugal sigue creciendo, porque la izquierda está siguiendo un programa realmente pragmático, apuntalando las reformas. Han logrado mejoras sociales sin descuadrar el déficit.
En la actualidad, el gobierno portugués mantiene unos niveles de paro en mínimos de los últimos siete años; la confianza en su economía está en máximos, y el gobierno de izquierdas se mantiene con una estabilidad impensable cuando llegó al poder, en 2015. Esta estabilidad es fruto del pragmatismo que han aplicado a sus principales medidas, aunque persistan algunos problemas.
Un sistema también imperfecto
No todo ha sido un camino de rosas en este proceso. Todos los logros conseguidos están enmarcados en un plan estratégico defensivo, destinado a frenar la austeridad estructural impuesta por la troika, y revertir esas políticas, pero no va mucho más allá. Y esas medidas deben ser renegociadas por las fuerzas que conforman el bloque, cada nuevo ejercicio presupuestario.
La deuda pública no ha podido mejorarse, y las perspectivas a corto plazo no son tan buenas como se esperaba. Y ese es el gran desafío del país, uno de los pocos indicadores que no han mejorado. Esto, junto a la gran fragilidad de su sector financiero, que lo coloca como uno de los más vulnerables de la zona euro, junto a Italia, puede aún arrastrar al país a otro rescate. El sistema financiero debe someterse a una profunda reestructuración.
La prima de riesgo de esa deuda pública en crecimiento tampoco ha mejorado, a pesar de que su situación es mucho mejor que en los peores meses de la crisis.
Las buenas perspectivas económicas también han permitido que los trabajadores demanden mejoras salariales, aunque el margen de juego presupuestario del gobierno es escaso.
Las protestas sociales, sobre todo en sanidad y educación, son frecuentes. Las infraestructuras están envejecidas, y hace más de una década que no se ha invertido realmente en ellas.
A pesar de todos estos problemas, la mejora económica se ha traducido en el nivel más alto de rentabilidad de las empresas lusas, desde 2011.
Las diferencias con España
La izquierda española mira hacia Portugal para intentar emular algo similar a un “pacto a la portuguesa”, una alianza de partidos que, hasta 2015, parecía casi imposible.
Una de las diferencias esenciales con Portugal es que España tiene el problema del reconocimiento de la plurinacionalidad. El Estado español se ha estructurado y cohesionado en torno a la unidad territorial y lingüística. Se trata de un problema que no existe en Portugal. Por eso, España debe afrontar el problema de Cataluña y la vía plurinacional, y el PSOE no puede seguir mirando hacia otro lado.
Además, la crisis del sistema de partidos políticos en España ha sido mucho más dramática que en Portugal, lo que ha llevado al modelo fragmentado de partidos.
También es importante el hecho de que Unidas Podemos demanda la presencia en el gobierno, mientras que en Portugal se creó un apoyo parlamentario, a cambio del cumplimiento del pacto de estabilidad. Entrar en un gobierno multiplica las posibilidades de ruptura en caso de desacuerdo.