Las relaciones diplomáticas entre México y España han ido cambiando a lo largo de la historia dependiendo del gobierno y el régimen que hubiera en cada momento en cada país.
A principios del siglo pasado, durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), las relaciones fueron más bien tensas. A partir de los años treinta, con el cambio que hubo en España al proclamarse la República, las relaciones fueron a mejor y México se puso del lado del gobierno republicano desde el primer día, hasta el punto que tanto este país como Uruguay fueron los primeros en reconocer la II República Española el día 16 de abril del 1931 (solamente dos días después de su proclamación oficial).
En ese momento aún quedaban rencores entre ambos países pero también en ambos se estaba viviendo una auténtica revolución proletaria. En palabras del embajador español en México Julio Álvarez del Vayo “desde el primer momento supe a lo que venía. A tratar de poner fin a un período de malos entendimientos entre dos pueblos igualmente sensibles al valor personal e igualmente celosos con su independencia (…) No era ciertamente una misión de puro protocolo. La revolución mexicana con su carácter agrario, justo y loable había llegado a herir intereses españoles (…)”.
El embajador quería sin duda alguna aprender de esa revolución mexicana: “porque quizás puedan deducirse enseñanzas para España (…)”.
México fue uno de los países que apoyó a la República por detrás de la URSS, país que prestó el mayor apoyo a la II República en la Guerra Civil Española. Cuando ésta estalló en el año 1936 las democracias occidentales firmaron un Pacto de No-Intervención en la Sociedad de Naciones (precursora de la ONU) impuesto por Francia e Inglaterra que México nunca suscribió.
En pocas palabras las democracias occidentales se lavaban las manos y dejaban a España sola con su “conflicto”, cuando países como Italia y Alemania habiendo firmado ese pacto lo habían desobedecido por completo y se habían puesto de parte del bando golpista.
México fue proveedor de armamento del bando republicano junto con la URSS mientras que los demás países se negaron. De este modo, mientras el bando sublevado contaba con el apoyo de los fascistas italianos, los nazis alemanes y el régimen portugués de Salazar, al republicano le faltaban refuerzos.
El gobierno mexicano con Lázaro Cárdenas como presidente (entre 1934 y 1940) tenía dos pretensiones con esa acción. Por un lado apoyar el gobierno español elegido de manera democrática y por otro dar ejemplo para que otros países se unieran a la causa republicana y empezaran a vender armas como ya hacía la URSS, también como una forma de frenar el fascismo.
México fue el que más refugiados acogió hasta llegar a la cantidad de 25.000. Entre ellos son conocidos los “niños de Morelia”. Niños cuyos padres hicieron embarcar en el “Mexique” un barco que salió desde Francia para llegar al pueblo de Michoacán. Huyeron de las atrocidades de la guerra y más tarde también de las de la dictadura aunque ellos no lo sabían.
Los “Niños de Morelia”. Los niños que perdió España<<
Cuando el presidente de la República Manuel Azaña se exilió en Francia, recibió la protección del embajador de México en ese país, Luís I. Rodríguez. El presidente murió el 3 de noviembre de 1940 en una habitación del hotel que había alquilado la embajada mexicana.
México no reanudó relaciones con España hasta el 1977 con el dictador ya muerto, y nunca durante su régimen reconoció el gobierno golpista de Franco.
En el Parque Norte de Madrid está situada una estatua de Lázaro Cárdenas obra de Julián Martínez, en cuyo pedestal se puede leer: “A Lázaro Cárdenas, Presidente de México, de 1934 a 1940. Padre de los españoles sin patria y sin derechos perseguidos por la tiranía y desheredados por el odio”. Es una de las pocas muestras de agradecimiento que hay en este país hacía México y su entonces presidente.
Hasta el día de hoy existe un gran desconocimiento y también desagradecimiento por parte de España hacía un país que estuvo con la República en sus peores momentos y dio refugio a sus ciudadanos y la oportunidad de empezar una nueva vida lejos de la barbarie franquista.