Cuando algunos sectores estudiantiles salieron a la calle en Managua, la capital de Nicaragua, para protestar contra la reforma de las pensiones, que afectaba a los grandes pagadores y a la sanidad privada, los medios de comunicación de masas configuraron un relato que se ha demostrado como falso.
Se configuró una realidad en la que la población de Nicaragua estaba harta del gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), y había salido a las calles por cientos de miles de manera espontánea. Sin embargo se omitieron datos que contradecían ese relato. En esos momentos las elecciones municipales y presidenciales estaban recientes, y en ellas el FSLN liderado por Daniel Ortega había arrasado bajo la atenta vigilancia de la Organización de Estados Americanos (OEA), que reconoció como válidos los comicios electorales al no haber encontrado indicios de fraude.
Tampoco se dijo lo más importante, que ese movimiento espontáneo era en realidad artificial. Estados Unidos (EEUU) tuvo que meter cientos de miles de dólares mediante su Fundación Nacional para la Democracia (NED por sus siglas en inglés) en la cuenta del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEPP) dirigido por Félix Maradiaga.
Maradiaga es un activo analista contra el gobierno de Nicaragua, quién estuvo detrás de la manifestación que supuso el inicio del intento del golpe de estado contra la democracia del país centroamericano. La marcha, de escasa afluencia, fue mostrada al mundo como masiva, pese que las imágenes de planos cortos y cerrados evidencian el escaso apoyo, innecesario para vender una historia que estaba pactada desde meses antes. Los pocos estudiantes que participaron en ella con la buena intención de mejorar diferentes aspectos de su país, se retiraron del movimiento antisandinista cuando observaron la violencia.
Una violencia perpetrada por grupos de delincuentes pagados por Félix Maradiaga con el dinero (260,000 dólares) público estadounidense. Uno de los grupos terroristas más activos era el dirigido por Cristian Josué Mendoza (Viper), entre sus actividades se encuentran el asesinato (Keller Steven Pérez), narcotráfico (entrada de maras salvadoreñas para apoyar el golpe contra Daniel Ortega), y tomar por la fuerza la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI).
El secuestro de la entidad educativa ha provocado que los estudiantes hayan perdido un curso entero, utilizando ese espacio para propinar palizas y torturar a los militantes sandinistas y policías que raptaban. Viper confesó que quién les daba las órdenes era Félix Maradiaga.