“Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador ni a quienes asuman funciones o empleos públicos por la fuerza de las armas o usando medios o procedimientos que quebranten o desconozcan lo que esta Constitución y las leyes establecen. Los actos verificados por tales autoridades son nulos. El pueblo tiene derecho a recurrir a la insurrección en defensa del orden constitucional”. Artículo 3 de la Constitución de Honduras de 1982.
La izquierda hondureña, dirigida por José Manuel Zelaya Rosales (Mel), ha decidido profundizar su apuesta estratégica por la Insurrección Popular como manera de recuperar el poder ejecutivo arrebatado por el fascismo durante el golpe de estado de año 2009, y para poder limpiar las instituciones con el fin de competir en igualdad de oportunidades por el poder legislativo.
El Partido Libertad y Refundación (LIBRE) basa su apuesta política en el artículo 3 de la Constitución de Honduras de 1982, vigente a día de hoy en el país centroamericano. Tras comprobar casi durante una década que respetar las instituciones tomadas por los golpistas, los relega a una posición en la que son incapaces de hacer valer su apoyo popular a causa del fraude electoral, la izquierda hondureña cree que es el momento de pasar a la acción.
El líder del campo progresista hondureño, Manuel Zelaya, lleva semanas recorriendo el país, sosteniendo reuniones con diferentes sectores políticos y sociales, para configurar una alternativa de poder que sea capaz de sostener la insurrección popular, frente a la dictadura que hoy dirige Juan Orlando Hernández (JOH). En una asamblea con todos estos actores, Mel sometió a votación dos posturas diferentes:
- “¿Nos vamos por la ruta larga de los 91 años de espera pacífica del modelo de Andrés Manuel López Obrador en México, aguantando este régimen hasta 2020 para sacarlos en elecciones?“. Ningún voto a favor.
- “Vamos a la insurrección con valentía, identidad y organización?“. Unanimidad.
Manuel Zelaya junto con la inmensa mayoría de la izquierda de Honduras, rechaza de plano la estrategia del próximo presidente de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO), por el tiempo que hay que esperar y las concesiones programáticas que hay que hacer a los poderes fácticos para que permita a la izquierda alternativa llegar al poder ejecutivo.
La apuesta de los revolucionarios hondureños inicia ahora un camino de movilización constante en las calles, una nueva apuesta por la unidad con sectores muy diversos -y por lo tanto difíciles de mantener unidos– y una represión que se endurecerá más de lo que está a día de hoy, que ya disuelve manifestaciones pacíficas con fuego real y mantiene los escuadrones de la muerte centrados en objetivos políticos de la oposición al fascismo que gobierna la nación centroamericana.