Muy agradecidos.
Así quedamos los madridistas por su fantástica colaboración durante estos felices años en que nos ha sido permitido volver a encumbrarnos en la cima del fútbol mundial.
Jamás vieron los tiempos un futbolista capaz de alcanzar esos registros goleadores; nadie consiguió nunca, en un fútbol de primerísimo nivel, una media tan escandalosa como la que representa el haber anotado más de un gol por partido jugado. Ni siquiera el inolvidable Ferenc Puskás.
Y dudo que volvamos a verlo.
Pero dicho esto, hay que reconocer que también alivia un poco el perder de vista su permanente cara de fastidio, siempre como si se debiera algo, su insultante egoísmo, por otra parte tan lejano de aquel que fue el mejor futbolista de la historia, espejo en el que deben mirase todos los que se han calzado un borceguí, y al que nunca le escuchamos decir: “Yo”, Di Stéfano siempre hablaba del equipo, del mérito de los “muchachos, de la fábrica. El excelso D. Alfredo tenía muy claro que el fútbol es un deporte de equipo, colectivo, de sacrificio, generosidad y entrega hacia los compañeros. Y además esas fueron siempre las señas de identidad del Real Madrid.
Por no hablar de su chulería; esa chulería mal entendida, sin venir a cuento y sin justificar. Nada más alejado de la proverbial chulería castiza madrileña (somos los únicos del mundo aún mas chulos que los de Bilbao), que responde más a un exceso de presunción y a un toque de sorna, y que desde luego queda siempre a un kilómetro de la ofensa y el desafío, que es lo que parecía teatralizar siempre el tal Cristiano con su actitud retadora. Y sin ninguna gracia. Y con ese recurrente y ostensible gesto de reprobación y rechazo hacía sus compañeros cuando no le asistían, incluso después de haber conseguido alguno de ellos un gol importante para su equipo, algo que no recuerdo haber visto nunca antes en un campo de fútbol.
En fin, que Florentino (tan justificadamente criticable en tantos otros aspectos de su vida profesional), ha vuelto a demostrar que es el mejor director técnico del mundo, junto con Monchi. Cristiano ya es, entre otras cosas, talludito, ganaba más dinero que un rey emérito (y todavía pretendía ganar más), y además tenía a la mitad de la plantilla acojonada. Seguro que la mayoría de sus compañeros (y estos sí que en verdad lo son), han respirado aliviados con su partida.
¡Y que no pasa nada, madridistas! Mientras el Madrid siga así, hasta yo mismo si volviese a jugar, firmaba todavía a mis años más de veinticinco goles por temporada. Y esto lo va a notar Cristiano en Italia, esta falta de ese flujo tan enorme de asistencias, donde todavía permanece sin estrenarse. Ya no tiene a su lado a Modric, Benzema, Isco, Bale, Kroos, Asensio, Marcelo…., a los que si fuese un poquito más humilde debería reconocer que les debe más de la mitad de sus goles.
Con nuestros mejores deseos… ¡que le vaya muy bien!
Delenda est Moscardó.