Ecuador ya tiene nueva autoridad institucional en la vicepresidencia. El tercer vicepresidente en lo que llevamos de 2018. Solo uno de los tres que han pasado por esta responsabilidad de gobierno lo ha hecho de manera legal y legítima: Jorge Glas. El político de izquierdas hoy encarcelado accedió al cargo con el aval de 5 millones de votantes en unas elecciones limpias y reconocidas por la Comunidad Internacional.
Sin embargo el presente y el futuro de Jorge Glas se oscurecieron cuando decidió plantarse y no seguir el rumbo neoliberal de Lenín Moreno. El traidor a la Revolución Ciudadana llevaba varias décadas haciéndose pasar por un militante de la izquierda y deseaba quitarse el traje rápidamente, no quiso entablar un debate política con Jorge Glas y los sectores leales a Rafael Correa, por lo que aprovechando la cooptación de la justicia, condenó a su primer vicepresidente antes de celebrar el proceso judicial, de hecho todavía no hay condena en firme.
Jorge Glas fue víctima del lawfare, está yendo de cárcel en cárcel sin que haya pruebas que demuestren las acusaciones en su contra, un golpe de estado en toda regla. Por lo tanto sabemos que Jorge Glas llegó a la vicepresidencia de forma legal y legítima, y fue despojado de ella de una manera ilegal e ilegítima.
Tras ello, Lenín Moreno señaló con su dedo a María Alejandra Vicuña, que no necesitó nada más para ser vicepresidenta de Ecuador, exactamente igual que en las dictaduras. Aunque el proceso por el que se eligió a la ya hoy exvicepresidenta -caída por corrupción- fuera de acuerdo a las reglas constitucionales, no puede ser aceptado como válido por ningún demócrata, ya que el vacío de poder se originó por una disputa política y se ejecutó mediante un juicio más cerca de ser sumarísimo que garantista.
En un momento de traición y de ruptura de las leyes de Ecuador, en el que la legalidad está vigente de manera intermitente, solo para satisfacer los intereses de quienes están saqueando el Estado ecuatoriano, la brújula moral que debe seguir el pueblo es la de la legitimidad asentada en los valores éticos que siempre han caracterizado a la izquierda: coherencia, sinceridad y honestidad.
El nombramiento de María Alejandra Vicuña no fue legítimo porque su predecesor fue apartado del cargo por mantenerse fiel al programa político por el que fue elegido democráticamente. Aceptar ese cargo supuso no solo validar la persecución política contra quién se mantuvo firme frente a la traición, sino usurpar el cargo que los ecuatorianos eligieron en las urnas.
Otto Sonnenholzner se suma ahora a la lista de usurpadores del cargo de la vicepresidencia, de los que vulneran las leyes para recuperar privilegios perdidos en la Revolución Ciudadana, aunque hacerlo suponga la pérdida de derechos de las mayorías en cuestiones tan importantes como la salud y la educación, de los que pisotean la voluntad popular emanada de las urnas.