Os quiero contar la breve historia de Leone Ginzburg, judío y ruso. Un hombre de mente brillante. Con tan solo 18 años ya tradujo la novela Anna Karenina. Junto a su familia emigró a Italia cuando era niño. A la llegada del fascismo de Benito Mussolini, Leone ya era profesor. El dictador mandó a todos los profesores del país a firmar una declaración de lealtad al régimen. De los 1.100 profesores que tenía Italia, solo 10 se opusieron a firmar. Entre ellos estaba Leone.
Leone fue arrestado y deportado, pero regresó a Roma para luchar contra el fascismo hasta que Mussolini fue derrocado y colgado por los pies. Aunque nuevamente fue arrestado y torturado hasta la muerte. Antes de ser asesinado, le escribió una carta a Natalia, su mujer. Sus últimas palabras escritas en esa carta fueron: “Sé valiente“.
Leone Ginzburg tuvo claro que para derrotar al fascismo no valían solo las palabras, ni los votos; que había que ir más allá. ¿Ha cambiado algo hoy? No ha cambiado nada. El fascismo se alza hoy bajo el mismo amparo con el que se alzó entonces: el populismo y la propaganda que aún a día de hoy sigue blanqueando los regímenes fascistas y totalitarios de antaño.
En España, se ha extendido un mito del que poco se habla: algunos politólogos se han dedicado a decir que el franquismo fue un régimen autoritario pero no totalitario. Uno de estos politólogos es Juan Linz, de gran influencia y cuyas teorías se han extendido a las altas esferas del poder. Linz diferencia entre regímenes totalitarios, que promovían una ideología totalizante que intentaban cambiar la sociedad y a los individuos que vivían en dicha sociedad, tal y como, según Linz, hacían los regímenes comunistas, y en regímenes autoritarios, que eran regímenes que utilizaban el poder del estado para defender una estructura de poder mediante medios autoritarios, no democráticos.
Se sigue negando el carácter totalitario. España es de los pocos países en los que a la dictadura se la llama “dictadura franquista” mientras en el resto de países para referirse e esta dictadura, se la cataloga como “fascista”. Prueba de ello fue cuando Samaranch fue a Atlanta, EEUU, a preparar los Juegos Olímpicos a aquella ciudad, en el New York Times se refirió a él como “el delegado de deportes del régimen fascista liderado por Franco“.
El término “franquista” deja entrever que aquel régimen fue un régimen caudillista, liderado por un líder que estaba ahí para mantener el orden social, el cual se imponía mediante medios totalitarios. Pero la ideología de aquel régimen era completamente totalizante, imponiendo normas de comportamiento y pensamiento para toda la sociedad. El régimen más totalitario de Europa, a pesar de que se empeñen en decir lo contrario.
He explicado este punto porque es una forma más usada por quienes añoran la dictadura, por quienes pretenden suavizar la única dictadura fascista que perduró en Europa.
El resurgimiento del fascismo, no solo a nivel español, usa diferentes mecanismo, algunos de ellos tan soterrados en el lenguaje como es este caso. Ya no solo se llama a las puertas del fascismo con descaro, también usando métodos dignos de aquellos sofistas griegos que inoculaban mediante la palabrería lo que querían. Y cala. Y tanto que está calando en las sociedades de medio mundo.