Mariano Muniesa es de esos locutores que te hacen vivir el rock. Que es capaz de hacerte sentir en cada programa, en cada canción como si estuvieras encima del escenario para luego hacerte bajar al backstage para charlar con los artistas. Discípulo del gran Jordi Tardá, Muniesa es considerado actualmente uno de los mayores expertos de los Rolling Stones en nuestro país. Sin embargo, su loable labor como periodista cultural no termina ahí. El presentador de Rock Star es también autor de más de una veintena de libros, ha contado con programas de televisión y editado su propia revista. Todo esto sin dejar de lado su militancia activa en diversos movimientos políticos, donde lucha por los derechos civiles y por mejorar aquellos aspectos que atañen a la cultura.
Comprometido con el pasado, el presente y el futuro del rock, el autor madrileño ha sacado un hueco en su apretada agenda para atendernos, para ilustrarnos y hacernos -una vez más- amar la música con sus palabras. Y han sido tantas palabras, tan bien explicadas y tan interesantes que no nos ha quedado más remedio que dividir esta colosal entrevista en dos partes.
A continuación, el primer acto. Sintonizamos con Mariano Muniesa.
Decía Blanca Berasategui, la directora de El Cultural, que los periodistas culturales no hacemos cultura, que hacemos periodismo. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?
No es una pregunta fácil. Si se entiende hacer cultura por el hecho de ser creador, ser músico, ser pintor, escultor, actor… De ser un agente activo de la producción cultural, evidentemente no hacemos cultura. Pero la cultura no la hacen solamente los creadores, la cultura es un fenómeno y es una manifestación de cómo vive una sociedad en la cual el actor principal es efectivamente el artista, pero es evidente que el artista y la producción cultural no tienen ningún recorrido ni ningún futuro si no hay primero un público que los conozca, y por supuesto unos medios de comunicación que lo difundan.
Entonces, en ese sentido, yo creo que los medios de comunicación, es decir, los periodistas que trabajamos en el mundo de la cultura sí que hacemos cultura porque ponemos los medios para que ese trabajo, esa creación, ese esfuerzo del artista llegue a ser conocido. Con lo cual, sí, te diría que sí. Por supuesto que hacemos cultura.
Eres autor hasta la fecha de más de una veintena de libros que tratan sobretodo de música y política. Pero en el año 2010 saliste de tu zona habitual para escribir un libro sobre el director de cine Dario Argento. ¿Qué te llevó a escribir un libro completo sobre este creador italiano y el género giallo?
Yo soy muy seguidor del cine de terror. Es uno de los géneros cinematográficos que más me gustan y además considero que es de los más difíciles de hacer junto con la comedia. Porque provocar el miedo o provocar la risa no es algo sencillo, tienes que tener una habilidad especial. Concretamente, en el caso de Dario Argento, dio la casualidad que hubo aquí en Madrid, creo recordar que fue en diciembre de 2009, un ciclo en la Filmoteca Nacional dedicado a él. Y yo, que había visto sus películas hacía mucho tiempo, decidí ir a ver aquel ciclo.
Además, en aquella época mi editorial, la desaparecida Cuarentena Ediciones, estaba en proceso de expansión. Quería hacer varias colecciones de diferentes temáticas. Entonces, hablando con el director me dice: “oye, ¿Cómo sería hacer algo sobre el mundo del cine?“, y le respondo: “sí, es algo que me gustaría trabajar y justo ahora acabo de refrescar las películas de uno de mis directores favoritos, que es Dario Argento, que lo conozco muy bien, ¿qué te parece?“. A él le pareció una buena idea, me puse a hacer el libro, le gustó y lo editamos.
Hay músicos que no necesitan reinventarse porque no tienen esa necesidad y porque tienen la capacidad suficiente para que esa técnica, esa actitud, ese mensaje eso que nos llevan vendiendo durante años lo sigan haciendo lo suficientemente bien como para que nos llegue.
Eres considerado el mayor experto de los Rolling Stones en España, ¿se podría decir que después de tantos años y giros sufridos sigue siendo tu banda predilecta o crees que han cambiado demasiado?
Primero quiero puntualizar que puede que sea uno de los expertos en los Rolling más conocidos, pero siempre por detrás del que considero que ha sido mi maestro en este campo: el tristemente fallecido Jordi Tardá. Jordi es el que me enseñó todo sobre los Stones. Para cualquier seguidor de los Stones Jordi es la catedral y luego vamos algunos buenos alumnos por detrás.
Sobre los Rolling Stones en la actualidad, siguen siendo mi grupo favorito. Aunque, lógicamente, una banda que lleva más de 50 años funcionando atraviesa diferentes trayectorias y diferentes fases en su carrera. Algunas mejores, algunas peores, algunas más afortunadas y otras menos. Pero para mí lo que los Rolling Stones han mantenido siempre ha sido una gran coherencia como grupo a la hora sobretodo de presentar un espectáculo y hacer giras.
De hecho, durante los años 80 prácticamente no hicieron giras y se les criticó mucho. Pero cuando uno, como investigador, se dedica a buscar el motivo por el cual no hicieron giras en aquella época lo entiende. Y es que Mick Jagger se dio cuenta de que los Stones no estaban ni físicamente, ni mentalmente, ni incluso de ánimo preparados para hacer una gira que fuera un éxito. Él decidió no arriesgarse hasta que viera que volvía a ver esa energía, ese feeling entre ellos que les permitiera salir a carretera.
Con esa seguridad, los Rolling siguen siendo para mí a nivel musical la banda que hace los espectáculos más alucinantes que hay en el mundo del rock. Hay gente, técnicamente, que como músicos son mejores que ellos, sin duda: Roger Waters, Pink Floyd, son gente que como instrumentistas y como virtuosos obviamente tienen mucha más calidad. Hay gente que, por su parte, puede hacerte espectáculos a nivel visual mucho más ambiciosos como U2. Ahora bien, a la hora de lo que es sentir blues y rock desde las raíces, desde los comienzos, desde los años 60 y, sobre todo, de mostrarse como leyendas vivientes, para mí no hay nadie como los Rolling Stones y para mí siguen siendo los mejores en directo y los que más sigo disfrutando.
De todos los grandes de la música, ¿de quién te sientes más cerca espiritualmente? ¿Cuál de ellos te define mejor ideológicamente?
En ese aspecto tendría que referirme a artistas españoles, porque claro, son gente con la que comparto unos referentes, un idioma, una forma de sentir. Si te tuviera que decir claramente un grupo, te diría que el grupo con el que más me he identificado siempre es Asfalto.
Asfalto es una banda que nace en Madrid a comienzos de los años 70 y que está formada por gente del barrio de Atocha. Lo que más me gusta de ellos es que, a parte de hacer muy buena música, en sus letras conectaban muy bien con el mundo que yo vivía: en mi colegio, en mi vecindario, en mi barrio. Fue gente que mostró siempre, por un lado, una gran calidad musical y, por otro, una capacidad muy grande de conexión con el mundo que yo como adolescente vivía en Madrid y también un compromiso personal e incluso político que yo siempre he aplaudido y admirado.
Por ese nivel de afinidad personal yo te diría que Asfalto es el grupo con el que siempre más me he identificado. Además he tenido la gran fortuna de que, por mi trabajo como periodista, les he podido conocer en persona. Incluso puedo decir que a día de hoy mantengo una amistad con el fundador de la banda, con Julio Castejón, que es una persona a mi juicio realmente excepcional y al que acompañé el jueves pasado a la presentación de su primera novela: Una mirada ausente, que es un libro sensacional.
Yo tengo ese honor de que, de todas las personas que pudo haber escogido, me eligió a mí para presentar su libro en esa charla, lo cual te puede dar una idea del nivel de intimidad, de cercanía y de amistad que tenemos. Sin duda es Asfalto la banda con la que más he conectado a ese nivel espiritual que me has mencionado.
¿A cuántos guitarristas eres capaz de distinguir con tan solo oír unos acordes? ¿Puede una máquina sustituir a un guitarrista como ya está pasando en el pop?
Te puedo decir seis nombres: El primero, Keith Richards, sin duda; el segundo, Chuck Berry; el tercero, Malcolm Young; el cuarto sería Tony Iommi, el quinto Ritchie Blackmore y el sexto Jimi Hendrix, por supuesto, no hay duda cuando escuchas un acorde tocado por Hendrix.
Una máquina nunca podría sustituir algo así. Es lo que dijo Slash, el guitarrista de Guns N’ Roses, hace tiempo; que hoy por hoy tú buscas en internet y tienes incluso aplicaciones para móvil que hacen el papel de un pedal de guitarra y que te dan exactamente el sonido, la afinación y todos los datos técnicos para sonar exactamente igual que, por ejemplo, Joe Perry de Aerosmith.
Sin embargo, eso le quita mucho encanto a la música. Primero, porque sabes que es una máquina, es decir, que sabes que no es algo que ha surgido de un momento de inspiración, de un momento de cabreo, de un momento de esos en los que el arte te viene a la cabeza y al corazón. Segundo, porque el propio Slash reconoció que a él le costó meses aprender a sonar como Joe Perry, que era su guitarrista favorito y él quería sonar como él, aprender de él. Si un aparato lo hace por ti, tú pierdes toda esa fuerza, ese estímulo, esa ilusión del aprendizaje que te lleva a conocer más música, a indagar, a esforzarte, a sumergirte en un mundo que te acaba atrapando.
Una máquina puede sonar como Chuck Berry, pero para los que amamos realmente la música creo que eso no nos va a trasmitir nunca lo mismo que escuchar a Chuck Berry de verdad.
Los rockeros valoran el alma y la personalidad por encima de todo ¿Crees que en cantantes como Marilyn Manson destaca más su estética y personalidad que su propia música?
No, yo lo que creo es que van un poco al unísono. Es decir, Marilyn Manson no es un cantante pasional al estilo de lo que pueda ser un Robert Plant o un David Bowie. Él es pasional, pero su forma de comunicarlo es diferente. Lo que hace Manson es crear un mundo estético e imaginativo en torno a lo que quiere comunicar en cada momento y lo viste de una forma que te llega con esa misma intensidad, pero no de una manera tan directa, no tan desde las entrañas. Ahí no creo que esté por encima su estética, su espectáculo o su actitud, lo que creo es que él lo utiliza como vehículo más eficaz para llegar a donde quiere llegar.
La mujer ahora mismo tiene que conseguir lo que le hemos estado negando durante siglos. Y eso en el rock se tiene que hacer también. Va a costar, porque hay una mentalidad muy arraigada, pero yo lo que sí noto es que hay una tendencia que va a ir cada vez más acabando con el machismo.
¿Has sido alguna vez un rockero conservador o te has ido adaptando siempre a los tiempos? ¿Opinas que los guitarristas como Santana que se reinventan constantemente son en realidad traidores?
Lo que hay que respetar y valorar siempre es lo que el artista quiera hacer. Yo creo que cualquier artista, no solo de música, sino de cualquier disciplina, se tiene que creer realmente lo que está haciendo. Porque si no nunca va a saber comunicarlo bien, ni va a conseguir que te llegue.
Hay músicos que no necesitan reinventarse, primero porque no tienen esa necesidad y porque tienen la capacidad suficiente para que esa técnica, esa actitud, ese mensaje eso que nos llevan vendiendo durante años lo sigan haciendo lo suficientemente bien como para que nos llegue. Y que nos llegue también el que no queremos que cambie. Te vuelvo a poner el ejemplo de los Stones, que son una banda a nivel musical algo limitada, que se mueve en unos patrones más o menos predeterminados. Pero lo hacen con una honestidad, con una sinceridad…que te toca la fibra y dices: ¡Pues que sigan así!”. No les exijo que cambien. No les pido que sean diferentes.
Otros artistas, en cambio sí que por su trayectoria, por su capacidad e incluso por su propia personalidad sí les pido que cambien. Marilyn Manson, por ejemplo, es un artista que necesita de la reinvención habitual porque él ha hecho de este fenómeno una parte de su personalidad musical.
Yo creo que hay artistas a los que les va bien y su público espera que no cambien o que cambien simplemente lo necesario y otros a los que, sin embargo, sí se les debe valorar y agradecer el hecho de que quieran darle una vuelta de tuerca a la música que están haciendo. De ahí depende que yo sea conservador con grupos como AC/DC, al que nunca le voy a pedir que deje de ser AC/DC, y más vanguardista con artistas que espero que me sorprendan como es Santana, del que espero en cada disco que haga cosas o emplee fórmulas que yo no me espere del Santana de Caravanserai o del Santana de Abraxas.
¿Crees que se ha reducido el machismo en el rock con el paso de los años? ¿Qué géneros del rock consideras que son actualmente más sexistas?
El machismo en el mundo del rock todavía no ha disminuido, lo que sí percibo afortunadamente es que empieza a haber una tendencia que va a hacer posible que ese machismo disminuya pronto y rápido.
El mundo del rock, como el mundo de muchas disciplinas artísticas, va en consonancia con una sociedad donde el machismo ha predominado y en la que el papel protagonista ha estado siempre acaparado por los hombres. La música y la cultura no han sido, por así decirlo, una burbuja dentro de ese mundo.
En el mundo del rock hay un fenómeno que es muy interesante de explicar porque nos ofrece un debate que yo creo que hay que poner encima de la mesa. Vamos a ver, yo recuerdo perfectamente cuando Andrew Loog Oldham, el descubridor y mánager de los Rolling Stones dijo en una ocasión: “los Rolling Stones van a triunfar y van a ser muy grandes porque yo noto cuando les veo en directo que casi puedo oler la humedad de las bragas de las chicas que están enloquecidas con ellos“.
Es decir, en Inglaterra en aquellos años la sociedad era tan hipócrita, tan pacata, tan conservadora, tan reprimida y con tantos tabúes en el caso del sexo -y ya no digamos en España, pero allí también-que de pronto aparecía un grupo de música, pero que transmitía sexualidad pura y dura… Y evidentemente aquellas chicas desinhibidas rezumaban sexo por todas partes. Entonces el sexo, la libertad sexual y el disfrutar del sexo se convirtió en un elemento casi característico de la cultura rockera.
¿Qué ocurre? Que eso nos llevó a una visión de la sexualidad necesariamente machista. Si tú ves, por ejemplo, los videoclips de los grandes grupos americanos de los años 80, el arquetipo es el rockero machirulo, supermachomen, macho alfa, que está en el escenario y la chica que está debajo, está poco menos que derritiéndose ante él y que lo que quiere es follárselo según acabe el concierto. Lo cual es una demostración de superioridad machista hoy por hoy inaceptable, pero que en aquel momento dentro de ese ansia de no ser moralista, de no ser como los del PMRC, de no estar reprimidos se vivía la sexualidad de una forma muy espontánea sin darnos cuenta que con eso estábamos inconscientemente adjudicando un papel de sumisión a la mujer.
La controversia que se vive ahora en el mundo del rock es la de preguntarnos: ¿Ahora qué hacemos? ¿Volvemos al moralismo? ¿A no follar? ¿A no disfrutar del sexo? Pues no, lo que hay que hacer es no perder nunca la perspectiva de que el sexo es algo sano, limpio, divertido, que nos hace mejores personas y que tenemos que disfrutar, pero con un concepto diferente. Sabiendo que la mujer tiene que disfrutar tanto como el hombre, que no podemos ejercer roles de dominación y, sobre todo, entender que la mujer tiene su propia forma de vivir la sexualidad, su propia forma de enfrentarse a ciertas cuestiones. Y más en este momento que se está haciendo un empoderamiento de la situación social y cultural de la mujer.
Quienes seamos conscientes tenemos que apoyar eso e intentar entenderlo e, incluso, aplicarnos a nosotros mismos como varones -que hemos tenido una educación muy castrante en este sentido, y más en mi caso que tengo 51 años y he vivido todavía la educación post-franquista donde el machismo impregnaba todo– tenemos que hacer un esfuerzo grande por comprender el mundo en el que vivimos y por entender que tenemos que cambiar el chip.
La mujer ahora mismo tiene que conseguir lo que le hemos estado negando durante siglos. Y eso en el rock se tiene que hacer también. Va a costar, porque hay una mentalidad muy arraigada, pero yo lo que sí noto es que hay una tendencia que va a ir cada vez más acabando con el machismo y a ir despreciando portadas de discos machistas, actitudes sexistas y, sobre todo, cosas que ya empiezan a estar incluso pasadas de moda como la tontería esta del machirulo de los 80.
También se habla de racismo y nazismo en ciertas bandas de Black Metal o de la bandera confederada de Lynyrd Skynyrd sin ir más lejos. ¿Crees que si una banda es buena se puede escuchar su música soslayando su ideología latente?
También sobre eso hay una visión un tanto exagerada y un tanto sesgada. Y te voy a poner un ejemplo muy significativo. Hay un grupo alemán de heavy metal, Grave Digger, que son fantásticos y que llevan muchos años, que hace algunos años hicieron una ópera rock sobre El anillo de los nibelungos, una obra de Wagner que pertenece al patrimonio cultural de la humanidad. Claro, ¿qué ocurre? Que Hitler dijo muchas veces que esa era su ópera favorita, que esa era la ópera que exaltaba el orgullo nacional alemán. Por este motivo se ha considerado que El anillo de los nibelungos era una obra nazi.
Y entonces el cantante de Grave Digger dijo: “yo es que me niego a aceptar que una de las obras más importantes de la cultura alemana, la patrimonialice, se la apropie el nazismo. Es una obra preciosa, es una obra que, efectivamente, habla de lo que era el nacimiento de la conciencia alemana como pueblo -no como nazismo- y yo, por tanto, la reivindico“.
Yo creo que a veces deberíamos tener una mirada un poco más profunda acerca de determinadas posiciones que, claro, en la cultura del titular y el del post de Facebook que apenas se lee, puede dar lugar a ideas equivocadas. ¿Que, efectivamente, haya habido algunos fenómenos de extrema derecha vinculados al metal extremo? Pues sí, pero han sido absolutamente minoritarios -casi hasta a un nivel anecdótico- y realmente han sido producidos por gente que ni siquiera tenía una formación política desarrollada. Algunos eran simplemente unos pobres chavales a los que, tristemente, alguien educó muy mal y que no representan para nada lo que hoy es el mundo del rock.
En cuanto a escuchar un grupo que no me representa políticamente, no creo que haya una contradicción. Por citar uno de tus ejemplos, me consta que los Lynyrd Skynyrd son unos fachas, que tocan a favor del Partido Republicano y que son gente que ideológicamente está muy lejos de mí. Probablemente yo nunca sería amigo de ellos. Ahora, sinceramente, sus discos yo los escucho y están bien. Me transmiten una forma de vivir, un sentimiento, una forma de ver el rock en América que me agrada.
También Alice Cooper ha pasado de ser un auténtico revolucionario a ser un cristiano conservador. Pero si lo veo tocar en directo y sigue haciendo esos espectáculos tan divertidos escucharé su música y me lo pasaré bien. Lo único que sucede es que ya no me identifico de una forma personal con su trayectoria a nivel humano, sino que me tomo su música y espectáculos como un ocio.
Hablando de tu faceta más política, has publicado hace unos años un libro que desmiente mitos sobre Catalunya y que se basa en tu experiencia. ¿Qué mito crees que es más sonado durante estos días?
El mito más falso y que, sin embargo, está más extendido es que en Catalunya se odia a España. Eso es simplemente mentira. Mentira porque, para empezar, todo catalán tiene alguna raíz familiar española, todo el mundo tiene a alguien que vive en España, hay muchísimos catalanes que tiene ancestros de Aragón, Valencia y ya no digamos Andalucía. La Catalunya contemporánea se ha hecho mucho a través de la inmigración de castellanomanchegos, murcianos, andaluces que han ido allí.
Lo que existe en Catalunya es una aversión al sistema político español y al Estado español encarnado en figuras como el rey, la bandera y esa visión de España tan castrante, tan apegada al franquismo y tan fuera de la realidad que defiende el PP, que defiende Ciudadanos y que defiende la derecha más extrema. Eso es lo que se odia, lo que se desprecia o lo que no se quiere ver en Catalunya.
Además, todo esto me recuerda a uno de los mitos más estúpidos, que es la típica anécdota que te cuenta uno de que: “yo es que una vez iba en taxi y me dijo el taxista que si no le hablaba en catalán no me llevaba”. Mira, yo siempre he pensado que eso le pudo haber pasado a una persona, como mucho, pero es una estupidez de tal calibre que siempre que lo oigo ya no me corto y le digo a la persona: “Usted no sabe de lo que está hablando“.
Yo diría que esa especie de sentimiento de que se quiere hacer ver aquí de que en Catalunya se odia a España, se odia a lo español, no. Obviamente se combate una mentalidad y se combate una visión que está cercenando los derechos de Catalunya como país, pero no a todo el pueblo de España. En Catalunya hay mucha gente de España que incluso adopta ideas independentistas.
El mito más falso y que, sin embargo, está más extendido es que en Catalunya se odia a España. Eso es simplemente mentira.
¿Tienen los músicos de este país miedo a componer después de los casos de censura que se están sufriendo en otros géneros como el rap? ¿Qué opinas de que el propio Loquillo dijera que “le importa un pepino que un rapero esté en la cárcel”?
Loquillo es alguien con quien tengo muy buena relación personal-con el que incluso llegué a escribir un libro a medias hace algunos años, un libro de fotos de la última gira de Loquillo y los Trogloditas que se llamaba Cuando fuimos los mejores-. Mi relación con él es buena, pero me consta que ha entrado en una dinámica política en la cual se considera votante de Ciudadanos. Albert Rivera mismo ha estado en el backstage de uno de sus conciertos de Madrid. Es alguien con quien, a ese nivel, no tengo ninguna afinidad.
Después de que salieran las declaraciones de que le importaba un pepino que un rapero estuviera en la cárcel, él hizo un comunicado, intentó matizarlas…Pero sin pretenderlo ya había dado carnaza a quien fabricó ese titular. Para mí en ese punto es decepcionante porque además en Loquillo se da el caso de ese viaje de vuelta al conservadurismo de muchos artistas.
Aunque resulte increíble, a principios de los 90 Loquillo se posicionaba en la televisión a favor de los insumisos y en contra del servicio militar y, en aquella época, se definía como anarquista y rojo. ¿Ahora tal vez vea más posibilidad de promoción personal o de cercanía a determinadas instituciones de poder el adoptar otras posiciones? Pues puede ser.
También me parece muy incoherente que haya puesto su firma en una carta que pedía la liberación de Gorki Águila, un músico preso teóricamente por el gobierno de Castro y que luego diga que no le importa que un rapero vaya a la cárcel.
Sobre el tema de la censura, yo no creo que los músicos tengan tanto miedo a la hora de componer. Sobre todo, porque hay muchos grupos de rock que no se han planteado hacer una reivindicación directa a nivel político, sino que lo han hecho de una forma un poco más solapada, más a través de metáforas o que directamente no hayan entrado en ese tema.
Lo que sí veo que hay es miedo a pronunciarse. Es decir, yo siempre he contado que para mí supuso una gran decepción personal con muchos músicos, y con el mundo del rock en general, el hecho de que cuando se produjo aquella campaña absolutamente salvaje de ataque, de censura, de persecución y de intento de encarcelamiento de grupos como Soziedad Alkoholika o Su Ta Gar, la gente del rock no saliera en bloque a defenderles o a hacer conciertos en solidaridad. No, ahí hubo un grado de cobardía y de mirar para otro lado que yo siempre he criticado al mundo del rock.
Miedo a componer no hay, pero sí a hacer algo tan de sentido común como es defender la libertad de expresión, criticar y solidarizarse con las personas que han sido víctimas de esa privación a su libertad.
Continuará...