Repasamos algunas de las mejores obras del heavy metal de los 90 y 2000. Un recorrido para hablar de álbumes de calidad, independientemente de su popularidad. Siéntate, lee y disfruta del viaje.
Hace algunos meses emprendíamos un viaje por los sonidos del heavy metal de finales de los 70 y principios de los 80. Tuvo una muy buena acogida, como todas las listas que vamos realizando en ElEstado.net, donde queremos llevar diferentes géneros, subgéneros, estilos y escenas musicales a los lectores. Para complementar aquella lista, vamos a seguir el viaje por algunos de los discos más importantes en relevancia y calidad de la década de los 90 y 2000.
Para realizarla se ha tenido en cuenta que mayoritariamente beban del heavy metal como primer ingrediente musical, dejando para otra ocasión bandas y referencias que tengan como protagonismo sonidos procedentes del power metal o el thrash. Por eso no encontrarás, por ejemplo, a bandas como Pantera, ya que pertenecen a una corriente llamada groove metal que deriva del thrash. Obviamente, ya teníamos pensado abordar en un futuro este último subgénero.
En este tipo de artículos, como lo importante son las propias obras, vamos a pasar sin mayor rodeo a la selección de las mismas. Disfrutad del contenido. Ahm, no os preocupéis si falta alguno por aquí, puesto que este artículo constará de dos partes y repartiré obras de relumbrón entre ambas.
King Diamond – The Eye (1990; Roadrunner Records)
La formación danesa puso un pie en la década de los 90 con The Eye, un álbum que se ubica dentro de su período clásico. Eso sí, los cambios de formación seguían sucediéndose, algo que hasta ese momento no repercutió en la calidad de sus álbumes y, desde luego, tampoco en este. Está producido por el propio King Diamond, pseudónimo del líder Kim Bendix, su guitarrista Andy Larocque y el productor Roberto Johansson “Falcao”. Desde un punto de vista comercial, no tuvo tanta suerte como Abigail (1987), Them (1988) o Conspiracy (1989), aunque sí mantuvo el tipo en los Estados Unidos, país en el que tiene su nicho de mercado. La fórmula no varía demasiado, puesto que las voces teatrales y exageradas de King Diamond siguen ahí, y la faceta instrumental, aunque con ciertos detalles a mayores, sigue los pasos de sus predecesores.
Canciones destacadas: “Eye of the Witch”, “Burn”, “Behind These Walls” y “The Curse”.
W.A.S.P. – The Crimson Idol (1992; Capitol Records)
No es solo el mejor álbum de los estadounidenses en la década de los 90, es que podría serlo perfectamente de toda su carrera. Curiosamente, llegó en unas circunstancias especiales, ya que para entonces, su líder Blackie Lawless tuvo que lidiar con las importantes bajas sufridas en el seno del grupo. The Crimson Idol iba a ser un disco en solitario del propio músico, sin embargo, la presión ejercida por la discográfica hizo que su trabajo viese la luz con el nombre de la banda. Casualidades de la vida, el álbum es, muy probablemente, el más rico en textos y música. Sus compañeros en esta ocasión serían el guitarrista Bob Kulick, y los baterías Frankie Banali y Stet Howland. Estamos ante una ópera rock-metal bien estructurada, con temas preciosistas, excelentes en ejecución instrumental y melodía, y con unos cuantos hits que auparon el álbum hacia cotas superiores en términos comerciales.
Canciones destacadas: “Arena of Pleasure”, “Chainsaw Charlie (Murders in the New Morgue), “The Idol” y “The Misconceptions of Me”.
Wolf – The Black Flame (2006; Century Media)
Potente formación procedente de la localidad sueca de Örebro. Comenzaron su andadura musical en la década de los 90, aunque no debutaron con un larga duración hasta el año 2000. El talento de Wolf ya se intuia desde ese primer trabajo, aunque todavía les faltaba pulir ciertas aristas. Poco a poco lo han ido consiguiendo y quizá su momento de mayor inspiración resida Evil Star (2004) y, sobretodo, en este The Black Flame. Contiene muy buenos riffs de guitarra, una base rítmica potente y un vocalista más que solvente. Además, han sabido conjugar los elementos clásicos del heavy metal con algunos toques más actuales. Hay que destacar también la habilidad que tienen para crear melodías impactantes. Para darse cuenta de este detalle no hay más que escuchar la inicial “I Will Kill Again”. Un temazo para abrir boca, aunque el disco está lleno de ellos.
Canciones destacadas: “I Will Kill Again”, “At the Graveyard”, “The Bite” y “Steelwinged Savage Reaper”.
Manilla Road – The Courts of Chaos (1990; Black Dragon Records)
Típico grupo de culto que habría merecido mejor suerte del que ha tenido y está teniendo, ya que siguen en activo a pesar de haberse pasado la casi totalidad de la década de los 90 en dique seco. Precisamente, el álbum que precede a la separación es este The Courts of Chaos, en el cual se respira heavy metal desde la propia tópica y típica portada. A pesar de tener elementos del heavy metal clásico, nunca han permanecido inamovibles y, como en este trabajo, incorporan algún elemento thrash y pinceladas progresivas, aunque estas últimas muy sutiles. Las composiciones, con textos del líder Mark Shelton y música de toda la formación, pueden ir desde la potencia y las voces rasgadas de “Dig Me No Grave”, hasta las melodías y ambientaciones épicas del tema título, pasando por la más progresiva “A Touch of Madness”.
Canciones destacadas: “Dig Me No Grave”, Into the Courts of Chaos”, “A Touch of Madness” y “The Prophecy”.
Skid Row – Slave to the Grind (1991; Atlantic)
En dos años pasaron de un buen debut de glam metal y hard rock, a endurecer su prepuesta con Slave to the Grind, un trabajo de heavy metal que mantiene ciertas constantes del hard rock. La tarea era difícil, puesto que aquel debut homónimo contenía ciertos hits que llevaron el álbum a conseguir nada más y nada menos que 5 discos de platino en los Estados Unidos. También tuvieron un reconcimiento casi inmediato en el panorama internacional. Sin embargo, Slave to the Grind es más compacto y robusto. Los temas están muy bien trabajados, hay guitarras notables, una base rítmica que cumple sobradamente y un vocalista, Sebastian Bach, que por aquel entonces estaba pletórico. Composiciones como “Monkey Business”, el corte homónimo y las baladas “Quicksand Jesus” y “In A Darkened Room”, llevaron el disco hasta el número 1 en los Estados Unidos, a pesar de no llegar a las cifras de ventas del anterior.
Canciones destacadas: “Monkey Business”, “Slave to the Grind”, “Quicksand Jesus” y “Wasted Time”.
Root – The Book (1999; Redblack)
Los checos Root comenzaron siendo una banda que fusionaba black y thrash metal, aunque con el paso del tiempo han ido modificando sus ingredientes musicales. The Book es quizá su álbum más logrado desde un punto de vista artístico. Parten de un heavy metal oscuro, aunque nutrido de elementos progresivos, góticos y algún que otro resquicio doom. Hay mucho de ocultismo en la obra, así como melodías hipnóticas y cierto halo apocalíptico. Las voces de su líder, Jiri “Big Boss” Valter, pueden ir desde lo operístico hasta los gruñidos tormentosos. El apartado instrumental tiene ciertos detalles preciosistas, si bien es cierto que sobresalen las guitarras eléctricas y alguna que otra acústica, así como las propias ambientaciones. Desmenuzar la obra requiere de cierto tiempo y paciencia pero, cuando lo consigues, aprecias gran parte de su contenido.
Canciones destacadas: “The Book”, “The Mystical Words of the Wise”, “Corabeu pt, 2” y “The Birth”.
Jon Oliva’s Pain – Maniacal Renderings (2006; AFM Records)
Una vez que Savatage entró en período de hibernación, Jon Oliva, una de sus cabezas pensantes, dio forma a su proyecto Jon Oliva’s Pain. No es exactamente la misma propuesta que la de su banda madre, pero tampoco se aleja demasiado, ya que al artista le van las obras grandilocuentes con tintes progresivos. Se nota que es un gran músico, ya que el talento lo ha aplicado siempre a todo lo que toca. Maniacal Renderings, segundo larga duración del protecto, mejora con creces lo que se pudo escuchar en su debut. Aquí todo está mucho más pulido. Hay potencia, grandes melodías, las guitarras casan con los teclados y los pianos, mientras la base rítmica es ciertamente potente. Oliva sigue utilizando voces rasgadas, aunque no se olvida de su lado más amable en cortes como “Timeless Flight”. Ha tenido repercusión en las listas alemanas a pesar de ser estadounidense y no tan conocido por la sociedad en general.
Canciones destacadas: “Through the Eyes of the King”, “Maniacal Renderings”, “Time to Die” y “Timeless Flight”.
Iron Maiden – Brave New World (2000; EMI)
Los británicos Iron Maiden venían de su peor época en la década de los 90. La salida de Bruce Dickinson y Adrian Smith no les vino bien, y con Blaze Bailey y Jannick Gers no cuajaron en dos trabajos ciertamente discretos. Esto era algo inaudito en una banda que venía de ser santo y seña del heavy metal en la década de los 80. Sin embargo, se produjo lo que todos esperaban. Dickinson volvía junto a Adrian al seno de la banda, prescindiendo así de Bailey pero no de Jannick Gers, por lo que a partir de ese momento tendrían tres guitarristas. Las expectativas se cumplieron. Brave New World fue el mejor álbum de Iron Maiden desde el gran Seventh Son of a Seventh Son (1988). De hecho, desde su publicación, tampoco lo han superado hasta ahora. Por suerte, la banda compaginó bien el uso de tres guitarras, la base rítmica siguió tan solvente como siempre y Dickinson realizó una de las mejores interpretaciones de su carrera. Si a eso le unimos canciones como “The Wicker Man”, “Brave New World” o “Blood Brothers”, pues tenemos un trabajo de lo más inspirado.
Canciones destacadas: “The Wicker Man”, “The Ghost of the Navigator”, “Brave New World” y “Blood Brothers”.
Virgin Steele – The Marriage of Heaven and Hell (1995; T&T)
Siempre ha sorprendido la poca repercusión que ha tenido Virgin Steele a lo largo de su carrera. Es cierto que llevan unos diez años dando vergüenza, pero hablamos de una formación que lleva en activo desde principios de los 80. No solo eso, tanto en los 80 como en los 90 han realizado obras magníficas, y no una ni dos. Erróneamente emparentados con Manowar, a los que superan con creces por trayectoria y talento, tenemos aquí la segunda parte de la saga The Marriage of Heaven and Hell. Las dos partes son intachables, pero la segunda es memorable. Textos de temática histórica y mitológica, música épica y bien tocada, David Defeis en el mejor momento vocal de su carrera y un puñado de composiciones que quitan el hipo. En varias ocasiones han fusionado el heavy metal con el power americano, pero aquí el heavy clásico se impone con fuerza. A los lectores les pido que escuchen sí o sí, los temas “Prometheus the Fallen One” y “Emalaith”. Exquisitos.
Canciones destacadas: “Crown of Glory (Unscarred)”, “Twilight of the Gods”, “Prometheus the Fallen One” y “Emalaith”.
Motörhead – Inferno (2004; Steamhammer)
Toda una institución del heavy metal y de lo que Lemmy quiera, ya que siempre han permanecido en la música fusionando el heavy con el hard rock y el propio rock & roll. A esta banda solo la ha podido detener la muerte, y es que ha dejado de estar en activo cuando Lemmy falleció en 2015. Cierto es que se trata de un grupo que hay que tratar con moderación, ya que escuchar varios trabajos seguidos puede llevar a un empacho musical importante. El motivo es que pueden resultar monótonos en general, pero lo que saben hacer lo bordan. Con Inferno demostraron en pleno 2004 que, tras años y años en la carretera, todavía tenían mucho que decir. De hecho, es uno de los mejores discos de los británicos. Hay potencia, buenas guitarras, melodías bien elaboradas y, por supuesto, la voz aguardentosa de su líder. Lemmy está muerto, pero su actitud y su legado son inmortales. Eso sí, me habría gustado que no fuesen tan pétreos durante toda su trayectoria. Demasiado parecidos en bastantes obras.
Canciones destacadas: “Killers”, “In the Name of Tragedy”, “In the Black” y “Whorehouse Blues”.