La derecha ganó la guerra del 36, así que, rojos, esto es lo que hay
Era yo niño cuando oí a unos militares, convecinos de mi barrio obrero, criticar con indignación a otro compañero por buscarse un pluriempleo indigno, nada más y nada menos que regentar un quiosco de pipas. El argumento que resumía toda la iracundia contra el pobre oficial de la escala auxiliar, padre de familia de una prole numerosa, era de una rotundidad pasmosa: “¡Para esto no hemos ganado la guerra!”.
Muerto el caudillo, lejos de apagarse, la victoria del 39 alargaba su luz radiante, cara al sol. El heredero político de Franco a título de rey nunca ha perjurado al mantener su juramento hecho el 22 de julio de 1969, día de su nombramiento como heredero del dictador; y el día 22 de noviembre de 1975, día de su coronación de la nueva monarquía instaurada, según definición del propio Franco, se ratifica en su antiguo juramento de las Leyes Fundamentales del Reino y su fidelidad a los principios del Movimiento Nacional, lo cual le deshonra ante los demócratas, pero le honra a ojos de la clase política del Régimen del 78.
Esta clase política le estará eternamente agradecida a los procuradores franquistas que aprobaron la Ley para la Reforma Política. La última Ley Fundamental del régimen franquista, con el dictador Franco fallecido, o lo que es lo mismo, el rey sentado en el trono y con mando en plaza, daba paso a un sistema de partidos políticos que daría lugar a una constitución democrática (otra cosa es lo que acabó constituyéndose). Lo que se asegura desde entonces, de la ley a la ley. Del Régimen del 18 de julio al Régimen del 78. Todo desde la legalidad, sin algaradas ni vacíos jurídicos. El atado y bien atado. Nunca se atrevieron los políticos turnantes a poner al rey de todos los españoles en la tesitura de abjurar de los principios del Movimiento Nacional por una razón muy sencilla, que no es otra que su coronación es anterior a la Constitución del 78. Para el rey Juan Carlos I se trató de una constitución otorgada, por mucho que la votara el populacho en referéndum. Su reinado es anterior a la ley de leyes.
El partido político que ha gobernado España en turnicidad con el PSOE, excepción hecha del corto mandato de la extinta UCD, debe de estar repleto de ciudadanos que en aquel momento hubieran pensado igual que los compañeros del militar pluriempleado en quiosquero de pipas. Esta afirmación no es gratuita. Veamos.
Los fundadores del partido político Alianza Popular (tal vez nunca un nombre de partido ha sido tan contrario a su proyecto) provenían todos del franquismo, con pedigrí fuera de toda duda, no en vano estos jerarcas del Movimiento Nacional, muchos antiguos ministros (cuando los historiadores o periodistas se refieren a estos jerifaltes franquistas les anteponen el prefijo ex; craso error, el cargo lo tuvieron que dejar por la presión del pueblo, pero franquista lo fueron y nunca han dejado de serlo), se declaraban los herederos indiscutibles del franquismo sociológico. Más tarde se autoproclamaron como los representantes legítimos de la mayoría natural, dando por entendido que los demás eran, como menos, raros. No creo que sea muy enrevesado enlazar, según los lemas emitidos por esa alianza de partidos reaccionarios, al franquismo sociológico con la mayoría natural. La clase media española se fraguó gracias, y no por desgracia, al desarrollismo opusdeísta del franquismo. Detrás de este logro estuvieron los magníficos fundadores de AP.
En 1989, Alianza Popular se refunda en Partido Popular, nombre que provocaría repulsa en bastantes militantes silenciosos, por eso de que los partidos fueron los que llevaron a la ruina a España, y Franco, el Caudillo, eso sí, por la gracia de Dios, que todo hay que decirlo, junto a otros generales patriotas, hubo de alzarse contra los dirigentes de los partidos republicanos. Su base ideológica será el humanismo cristiano, ¿ocultaron en esta respetable filosofía sociológica lo que debían haber llamado nacionalcatolicismo, su sistema de convivencia de procedencia?
Pues la respuesta debe ser un rotundo sí. Por sus hechos los clasificaréis. ¿Es la dignidad de la persona el centro de sus políticas sociales y económicas cuando ejerce el poder? ¿Ha respetado el derecho a la vida? Tal vez cuando la vida se está gestando en el seno materno, pero qué difícil se la pone a una gran cantidad de españoles cuando empiezan a cumplir años en el mundo cruel que esos dirigentes les reserva. Sin necesidad evidente, pero fruto de sus políticas marcadamente burguesas. ¿Se basan sus hechos ejecutivos en la solidaridad fraterna del cristianismo? ¿Promueven desde sus reales decretos leyes la justicia social? ¿Sus actos bélicos dentro (más de un jefe de cuerpo represivo tilda a los manifestantes de enemigo interno, ¡ay, esa falta de depuración de los mandos franquistas en las fuerzas del orden!) y fuera de nuestras fronteras no repudian el diálogo y apuestan por la guerra? ¿No toman el nombre de Dios en vano cuando se reconocen como sus fieles creyentes, circunstancia que a la mayoría de los españoles no les quita ni el sueño de la siesta?
Los múltiples panegíricos, escritos o hablados, de Manuel Fraga dedicados al franquismo; los artículos antidemocráticos o clasistas de los tiempos juveniles de Aznar y M. Rajoy son desconocidos para la inmensa mayoría de los españoles. Su procedencia de las filas del régimen anterior no hicieron mella en sus carreras políticas en el régimen actual de libertades formales. La confirmación con el primer gobierno del PSOE de que el gatopardismo había triunfado, les hizo ver que se respetó el slogan del “atado y bien atado”. La izquierda se reducía al maltrecho Partido Comunista, destrozado por la dirigencia en abril de 1977 al aceptar sin rechistar la monarquía juancarlista y sus símbolos. La Ley de Reforma Política sería la ley de leyes que marcaría a fuego la continuación de la democracia orgánica del franquismo, aunque las elecciones no fueran por los tercios de la Ley Fundamental, pero sí por listas impuestas por las direcciones de los partidos que acataron el pacto de la ley a la ley, que el que se moviera no saldría en la foto
La constatación axiomática de la monarquía instaurada por el dictador y el ascenso al poder del partido heredero de la ideología nacionalcatólica solo puede conducir a lo que un octogenario dirigente franquista declara como evidente. No es que ni el rey emérito ni los dirigentes populares hayan estado agazapados ocultando sus opiniones favorables al franquismo (el monarca no se cansó de advertir que jamás consentiría una crítica al Caudillo en su presencia, y los políticos ultraconservadores no se cansan de rechazar la condena al franquismo, excepción hecha de lo votado el 20 de noviembre de 2002, que por lo acontecido se sabe que emitieron el voto con los dedos cruzados y para acabar con la pesadez de los rojos sobre el tema, un sí para que te calles).
En un periódico del Régimen del 78, dice, entre otras lindezas, el antiguo ministro del Régimen del 18 de julio, el que defendieron los militares de mi barrio, profesionales de un ejército cuyo enemigo a batir era su propio pueblo, que “la Guerra Civil fue una batalla implacable entre la derecha y la izquierda española. La ganó la derecha y surgió un régimen absolutamente autoritario en el que muchos trabajamos para que evolucionara, se modernizara y desenlazara en la democracia en la que vivimos”; “deslegitimar el franquismo pone en riesgo la Corona”; “es un error considerar como un insulto que hay un ADN franquista en la derecha española”;“¿quién iba a hacer la Transición sino el franquismo?”. Está clara la procedencia fascista de nuestra democracia, valga la contradicción.
No están mal estas confesiones para que el pueblo español no olvide que el origen del Régimen del 78 viene de los vencedores contra el poder legítimo de la II República, no por las urnas, sino por el alzamiento criminal. En estos tiempos de doble rasero, de ascenso de las agresiones fascistas, del a por ellos, del incumplimiento de su propia constitución por el Gobierno de la nación es conveniente saber por qué se producen. Lo llevan en su ADN político. ¡Por algo ganaron la guerra!