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Desmontando algunos mitos sobre Franco

No ha dejado de ser una moda, sobre todo para esos nostálgicos de la dictadura de Francisco Franco , afirmar categóricamente ciertas frases que a cualquier historiador con un mínimo de imparcialidad y respeto por su profesión, deja boquiabierto. Nos venimos refiriendo a esos tópicos típicos como: “Franco creó la Seguridad Social”, “con Franco había paz y orden”, “no se pasaba hambre y había prosperidad”… Ya sabemos que una mentira repetida muchas veces, dicen que se convierte en una verdad. Pues bien, dediquemos este artículo a desmontar algunos de los mitos más sonados del franquismo.

“Franco creó la Seguridad Social”

Es quizá el mito que más suelen repetir. Empecemos por dejar claro que no, Franco no creó la Seguridad Social. Vamos a trazar brevemente la historia de la Seguridad Social.

Antes de la aparición de la Seguridad Social, la única prestación que concedía el estado liberal era el puramente asistencial para indigentes, que tenía una finalidad más de policía y de control que de otra cosa y que estaba en manos privadas frecuentemente. Posteriormente, las protestas obreras exigen y consigue que el Estado patrocine seguros privados; después, consigue que dichos seguros sean obligatorios; y por último, exige que esa carga se la eche el Estado a sus espaldas y creando un sistema coherente.

 

El dictador Franco durante el desfile de la Victoria el 19 de mayo de 1939.

 

Mientras en países como Alemania ya se había puesto en marcha un modelo de seguridad social como el modelo Bismark — que cubría solo a obreros fabriles y era un sistema contributivo, es decir, se basaba en las aportaciones de empresarios y obreros y dependía de cuánto se había cotizado —en España, como siempre, seguíamos a por uvas.

En España, el régimen de asistencia social duró todo el siglo XIX, literalmente, porque fue en 1900 cuando se aprueba la Ley de Accidentes de Trabajo, que declara la responsabilidad civil objetiva de las empresas por estos daños y fomenta los seguros. En 1908, Antonio Maura, crea el Instituto de Previsión Social, que fue la primera institución pública que intentará fomentar esos seguros que, recordemos, eran privados.

Once años después, en 1919, aparece el primer seguro público y obligatorio, el Retiro Obrero, que se centraba en la jubilación. En 1923, aparece un subsidio de maternidad y en 1929, un seguro obligatorio para esa contingencia.

Y aquí empieza el hito.

En 1931, es reconocido por primera vez en una constitución, el derecho al trabajo y a la previsión social, mencionando específicamente las contingencias de muerte, viudedad, orfandad, desempleo y enfermedad. Todo ello, en su artículo 46. Ese mismo año, se hace obligatorio el seguro de accidentes para trabajadores agrícolas y, al año siguiente, para los industriales. Más aún: se le encarga al Instituto Nacional de Previsión un proyecto para unificar, coordinar y extender toda la acción protectora, es decir, para crear un sistema propiamente dicho.

En 1936, el anteproyecto ya había sido sometido a información pública y estaba a punto de ser remitido a las Cortes… pero no pudo ser.

La dictadura franquista continúa, evidentemente, con este proceso. No como una concesión graciosa y bondadosa, sino porque los tiempos así lo requerían. Se aprueban varios textos legislativos en los que se recogen varios derechos de Seguridad Social como el Fuero del Trabajo (1938), que los menciona, y el Fuero de los Españoles (1945), que los recoge como derechos. En cuanto a coberturas concretas, en 1942 aparece el Seguro Obligatorio de Enfermedad, y en 1947, el de vejez e invalidez, en el que se refunden el Retiro Obrero y los diversos seguros de accidentes.

Pero empieza a verse que el principal problema de la Seguridad Social era el caos: distintos seguros, distintas entidades, la presencia de un sistema mutual, y sobre todo, la ausencia de un texto legal que defina conceptos e instituciones… había que unificar.

España tuvo que esperar para tener un texto legal que recogiera un sistema de seguridad social hasta 1967, cuando se aprueba la Ley de Bases de la Seguridad Social. Es aquí donde radica este tópico. No, Franco no creó la Seguridad Social, Franco unificó todos los derechos de previsión social que ya existían antes, en un texto coherente.

Y cabe señalar que este sistema de seguridad social franquista, no era, ni mucho menos, perfecto, ya que era un sistema contributivo, es decir, beneficiaba únicamente a obreros que habían cotizado, por lo que un desempleado tendría, por ejemplo, que pagarse los medicamentos, puesto que el seguro de enfermedad beneficiaba solo a trabajadores. Además, la inversión era muy baja y las cuantías eran de baja cantidad.

Insistamos en que Franco no legisló sobre la Seguridad Social por bondad o magnificencia, como si 40 años de represión política y asesinatos a disidentes, quedaran absueltos. Legislar sobre esto era totalmente necesario si se quería conseguir un desarrollo económico.

Y no olvidemos que esto pudo haber llegado 30 años antes si nunca se hubiese producido aquel golpe de estado.

“Con Franco había paz y orden”

Evidentemente que existía “paz” y “orden”. Pero quienes se dedican a predicar ese bulo, parece que no profundizan un poco más. La estrategia de terror y represión durante y después del conflicto, depuró casi toda resistencia: casi medio millón de personas fueron empujadas al exilio; la clase obrera quedó totalmente diezmada, mientras las grandes empresas y los terratenientes, no solo siguieron acaparando la riqueza y el poder, sino que tras la contienda, aumentaron sus ganancias y su poder.

 

La policía franquista reprimiendo una manifestación.

 

La “paz” franquista venía en un intento de tapar los fusilamientos, el silencio a que se obligó a toda oposición a la dictadura y a la ciudadanía que no comulgara con las ideas franquistas. No era una paz libre, era una “paz” mediante el miedo, el terror. Había “paz” después de silenciar a cientos de miles de españoles.

Y aún así, en la década de 1950, comenzaron a aparecer movimientos antifranquistas que comenzaron, más de forma individual que colectiva, a realizar acciones contra la dictadura. Y todos sabemos qué les pasaba a quienes eran detenidos. Y cualquier obrero que quisiera protestar y poner en marcha cualquier conflictividad laboral, que era inexistente, podía acabar en la cárcel o fusilado.

“Franco salvó a España del dominio comunista”

Esta afirmación que algunos lanzan de forma categórica, muestra un total desconocimiento sobre la historia de la época.

Los terratenientes, la Iglesia, el ejército y las grandes fortunas, ven en la llegada de la República una amenaza que puede hacer que pierdan gran parte de sus riquezas y privilegios. Frente a ellos, una clase obrera preeminentemente agrícola, maltratada, hambrienta y explotada, con sueldos míseros y condiciones laborales inhumanas, que vieron con ilusión la llegada de la democracia.

Las reformas, como la Reforma Agraria, tardaban en llegar y los campesinos comenzaron las acciones de protesta. Ya en 1931, se producían actos de represión de terratenientes hacia los jornaleros. Pero no fue hasta los meses inmediatamente anteriores al comienzo de la guerra, cuando se producen asesinatos sonados, como el de Calvo Sotelo.

Se olvidan muchos de mencionar que antes de dicho asesinato, la derecha española había asesinado al Teniente de la Guardia de Asalto José del Castillo Sáenz de Tejada. La estrategia de la derecha desde 1934, fue la violencia provocativa: acciones violentas que buscaban una reacción izquierdista y tras dicha reacción, una “venganza”. Y fue el asesinato del Teniente Castillo, por parte de falangistas, lo que despertó la ira y venganza de la izquierda, con el asesinato del diputado monárquico Calvo Sotelo. A la derecha le había vuelto a salir bien la jugada.

Reformas tan avanzadas como la de la Enseñanza, que consiguió disminuir notablemente la tasa de analfabetismo; la reorganización del ejército disminuyendo el número de oficiales; una ambiciosa reforma agraria, que pretendía un reparto más justo de la tierra, unas mejoras laborales para el trabajador del campo; la inclusión y mayor protección de la mujer, así como su derecho al voto… Reformas y avances que la clase oligárquica despreció por poner en peligro unos valores arcaicos y privilegios ingentes e injustificables en detrimento de la clase obrera.

 

Grupo de mujeres en las elecciones generales de 1933, las primeras en las que pudieron  votar.

 

Dejemos claro pues, que la Segunda República, desde sus inicios, no dejó de ser una república democrática de corte burgués, pero que incluyó bajo su defensa, muchos intereses de la clase obrera. Ya en 1931, tras la derrota de los monárquicos en las grandes ciudades (en la zona rural los monárquicos habían conseguido más votos), el propio Alfonso XIII reconoce su derrota y se ve empujado al exilio tras la llegada de la República.

Afirmar que aquella Segunda República iba camino de convertirse en un país satélite de la Unión Soviética es, cuanto menos, un disparate. De hecho, no es hasta que comienza la Guerra Civil tras el golpe de estado franquista, cuando sí se produce un acercamiento entre la República y la URSS, y no antes.

Pero la lista de bulos y tópicos es bien larga, aún quedan muchos. Este artículo, y otros tantos, no serían necesarios si ciertos personajes no se dedicaran a divulgar mentiras y manipulaciones, todas ellas apoyadas, para más inri, por ciertos historiadores de tendencia franquista.