Mala práctica
Las metáforas relacionadas con la medicina, con la curación de enfermedades, son un recurso efectivo incluso para manipular en situaciones cotidianas. Si estamos enfermos nos sometemos a los tratamientos sin cuestionar, porque ante la necesidad las alternativas siempre son escasas. Esta estrategia y su revestido retórico se hacen presentes en su máxima expresión cuando no se trata de una persuasión interpersonal sino que esta dirigida a todo un pueblo.
En su posesión como presidente del Ecuador Lenín Moreno dijo: “vamos a practicarle una cirugía mayor a la corrupción; la de ahora, la de ayer y la que podría venir“, prometió. Así mismo anunció que había pedido a la empresa Odebrecht que entregue “la lista completa de los corruptos” que habrían recibido 33 millones de dólares en sobornos. La perplejidad me asistió de inmediato, no obstante el cansancio puede llegar a aplacar hasta las dudas más fuertes y a la vez satisfacer también la amplitud de cualquier quimera. Veníamos escuchando por parte de la oposición los últimos años y como discurso central de la campaña presidencial por la mañana, tarde y noche la corrupción. Estábamos listos para algo definitivo, algo que nos complazca.
Hace muchos años, cuando era interna de medicina, a la emergencia de ginecología llegó una mujer con una fiebre de cuarenta, le habían practicado una cesárea días anteriores, mi jefa pensó que era una inflamación normal de las mamas y la estaba mandando a casa. Mientras se levantaba de la camilla la vi encogerse y la revisé: la herida estaba infectada. Inmediatamente se la ingresó al quirófano y la pared muscular estaba necrótica. Al abrir el útero era difícil de sostener entre las pinzas para limpiar, porque el tejido estaba en descomposición. Hubo que sacárselo y la cirugía duro hasta el amanecer. Ella era una madre de 26 años y este su primer hijo. Por la mañana el comentario en todo el Hospital era que se encontró una hebra de pelo de la cirujana en la cavidad, causal de la infección, y al evaluar toda la historia se supo que la cesárea nunca estuvo indicada, que podrían haber conducido un buen parto.
Esa cirugía es la que ha hecho el Gobierno de Lenín Moreno, ha entrado a podrir el útero del Ecuador y dejar pelos y toda porquería. Tenía el cometido de continuar con el embarazo saludable que fecundó la Revolución Ciudadana por diez años, de mantener el bebé sano. Continuar con un programa de gobierno que ganó en las urnas, pero el pelo de la traición se interpuso y el útero está vendido por trozos a los perseguidores de cualquier nacimiento, como les dice la canción de Silvio. Pedazos para la oligarquía local, un cuerno uterino ocupa el vicepresidente Jorge Glas y otro Julian Assange para el imperialismo.
Aceptamos chantajes e irregularidades que luego no apreciamos su distorsión del marco político y su corrupción social. La falta de criterio es corrupción, compatibilizar, no elegir, hacer analogías de cosas que no son análogas, no hablar de pobreza, no hablar de los temas de interés nacional, pero hablar de corrupción.Si es ilícito es corrupción, pero si es lícito también porque no es legítimo. Finalmente si la corrupción es una mentira, la calumnia también, filosóficamente a niveles iguales, igualmente ilegítimos.
¿Y si resulta que la calumnia pone en riesgo la vida de un ser humano como el vicepresidente Jorge Glas, que esta entregando su honor y coraje para defender al país, declarándose en huelga de hambre?
Si resulta que es una persecución política infame a Mashi Rafael con la farsa de un supuesto secuestro, tan ridiculo que una de las razones por las que lo acusan es haber sido presidente y ejercer un influjo psiquico en quienes perpetraron el hecho, del que el jamas supo, menos pudo ordenar o disponer.
¿Y si resulta que esta calumnia es antidemocrática?Es el robo del movimiento político fundado por Rafael Correa y posterior bloqueo a la participación de cualquier otra organización que contenga su liderazgo. Si es el asalto del escaño de la Asamblea ganado legítimamente en las urnas por Sofía Espín a quién pretenden destituir por una visita humanitaria a la cárcel.
Si es el absurdo caso del hostigamiento policial que dejó en indefensión, volcándolo al asilo, a Fernando Alvarado, ex secretario de comunicación, por el pacto con los medios privados y la sed de venganza que tenían desde que la Revolución Ciudadana protegió a los ecuatorianos de sus mentiras, contrastando información. Si es la carnicería montada por todos los poderes del Estado para perseguir sistemáticamente y señalar públicamente a cualquier ser humano comprometido con el país que fue funcionario, trabajo o aun trabaja en el servicio publico y pueda haber contribuido al bienestar de los diez últimos años, lo llaman descorreizar.
Si es la Ley Trole, una entrega de la soberanía económica del Ecuador, la maniobra intergeneracional de la oligarquía mezquina para recuperar lo perdido, que consiste en evitar sus obligaciones tributarias y que sus nietos vivan sin trabajar. Si es el pacto con la banca, la misma que saqueó al Ecuador en 1999, a quienes les entregó el botín del dinero electrónico y con quiénes se presta para encubrir los robos a la gente sustrayendo dinero sin consentimiento de sus cuentas por la empresa GEA, -de la que el secretario particular de la presidencia Eduardo Jurado, es accionista-.
Si es la dilapidación moral del bienestar de un pueblo donde en la frontera se abandona a su suerte a compatriotas secuestrados y finalmente asesinados; si es la ejecución policial de un joven afroecuatoriano en Mascarilla, si es la muerte por linchamiento de tres personas acusadas falsamente de robar niños, nada mas que el producto de una campaña de manipulación sobre abuso infantil con fines electorales.
Si la calumnia es todo esto, es peor que cualquier cosa, con cualquier nombre.
Indignarse por la corrupción arrastró muchos réditos y desató pasiones que permitieron al gobierno de Lenín Moreno ganar una consulta popular y destruir todo el diseño institucional del Estado que la década ganada forjó a pulso para la participación del pueblo en las decisiones que afectan su vida. Esa democratización ha sido anulada.
Agitar banderas contra la corrupción no sirve para cambiar injusticias, favorece legitimar la cara más cruel del sistema capitalista. Si no fuera así, de la lista de sobornados por la empresa brasileña conoceríamos la identidad de un tal Matraca (supuesto apodo del alcalde de Guayaquil) , habría saltado Canguil (sobrenombre del alcalde de Quito). Y, Odebrecht, -que solo ha sido puesta contra las cuerdas durante la Revolución Ciudadana– no habría salido descaradamente ilesa, sin investigación judicial de este país y no estaría participando en cumbres de anticorrupción, cuando eran los que ponían el dinero para todos los “terribles y escandalosos sobornos”.
Nosotros nunca hemos negado ni encontrado justificación a las coimas, es la realidad quien lo hace. Cuando nos plegamos a señalar un caso de corrupción y nos sentimos justicieros diciendo “venga de donde venga”, en realidad estamos encubriendo a los ladrones, porque sabemos perfectamente que eso es mentira, que ya los patrones han dicho de donde tienen que venir los que van a ser acusados y siguen viniendo del mismo lado, justamente de la fila de los inocentes.
Algún día se derramarán ríos de tinta sobre como se usó la corrupción para destruir los valores de la dimensión humana en este pequeño país, porque nosotros en medio de este mundo de bandidos fuimos una potencia de generosidad, nosotros cogimos el destino torcido e insignificante que nos tenían asignado y con el amor de todos y el brazo de Mashi Rafael lo enderezamos. El pecado y castigo de haber puesto a Lenín Moreno lo estamos sobreviviendo, lo podemos resistir, por eso.
De esta operación y sus secuelas debemos salir erradicando el egoísmo. No es fácil.
Los que amamos la vida, los que queremos tener patria vamos a seguir sacando cita con el porvenir, cuantas veces sea necesario, hasta vencer.
Amanda Páez García es médico.