Análisis marxista sobre el veganismo
En los últimos años la cuestión alimentaria ha sido un tema constante de discusión, lo que ha introducido nuevas dietas de carácter burgués como el vegetarianismo y en mayor medida el veganismo. Ante el auge de una nueva visión política sobre cómo debemos alimentarnos, surgen núcleos supuestamente revolucionarios, que buscan una solución a la explotación animal y sus consecuencias sobre el individuo. No obstante sería conveniente profundizar en lo que realmente afecta a la lucha de clases y qué debería ser prioritario ante nuestra realidad social actual.
Ante este nuevo planteamiento surgen varias posiciones. Hay quien lo hace por sentirse mejor consigo mismo alegando una mejor alimentación, y otros apuestan por una vía más sostenible y “democrática” en la que no exista superioridad entre seres vivos, pero tal vez el más peligroso para la clase obrera sea aquel que lo hace como una vía revolucionaria en contra del objetivo equivocado, dejando a un lado la solidaridad de clase.
Estas teorías reformulan la dieta individual y, si bien es cierto que rechazamos cualquier tipo de explotación animal, no debemos olvidar el origen del problema localizándolo en el capitalismo. Este produce efectos fatídicos en la alimentación de la clase obrera, y solo mediante la implantación de un modelo comunista podrá existir una mejor alimentación que serviría como herramienta para la mejora global en todos los ámbitos.
El capitalismo se nutre principalmente de la extracción del máximo beneficio y aprovechando la debilidad de movimientos “anti-especistas“, dirigidos por pequeño burgueses, convence a estos de que el consumo de otro tipo de productos mejorará la condición de vida de otros seres, cuando la realidad reside en un aumento de la productividad de las empresas, impulsando la competencia entre los propietarios, que se verá reflejado en una mayor explotación de la clase obrera por tener que sobrevivir en el mercado.
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Lo que le importa a empresas como Mercadona a la hora de producir productos veganos no es si respetará ecosistemas, contribuirá al calentamiento global o mejorará los medios de producción respetando los derechos de sus trabajadores, lo que buscan es utilizar el privilegio de clase para producir en masa nuevas formas de adquirir capital y, por tanto, mientras explotan recursos naturales para la producción de carne, se desfocaliza la producción estable de vegetales, lo que convertiría al consumo de carne en la única vía realmente sostenible.
Por otro lado existe el planteamiento de consumir productos naturales a granel que reducen el consumo de plástico, aprovechan más los alimentos y, según los reaccionarios, supone un gasto asequible para individuos de clase obrera. Aparte de ser una afirmación falsa, se debe tener en cuenta la realidad que vive una unidad familiar de clase baja, con el sueldo real que se tiene y la imposibilidad de realizar tareas cotidianas como ir a la compra diariamente.
Partiendo de esto, el consumo de hidratos de carbono de absorción lenta parece la mejor solución, es solidario con el medio ambiente y produce mayor energía que la carne magra. Sin embargo, se debe tener en cuenta que la familia busca alimentos no perecederos que sirvan de alimento durante varios días, lo que amortiza el gasto y da de comer a un mayor número de personas durante más días, que los productos de origen vegetal y cereal. Cualquiera que tenga dinero para decidir si puede o no comer carne podrá plantearse la eliminación de esta en su día a día.
Ante esto, la tarea del socialismo supone el planteamiento de una planificación alimentaria en la que el hombre intervenga plenamente en la naturaleza. Se debe tener en cuenta que éste apostará por la producción vegetal, ya que consume menos fuerzas productivas que la animal para suplir las mismas necesidades, pero no bloqueará el uso de animales sino que lo redirigirá y recurrirá a él cuando sea necesario. En la dieta de cualquier persona debe haber lácteos, carne y verduras ya que el ser humano es capaz de consumirlos, además, los productos animales tienen una mayor calidad biológica aprovechable.
Otro problema importante es cómo afecta consumir productos cárnicos tratados con conservantes, que son determinantes para la aparición de sustancias altamente cancerígenas por su composición. En el socialismo habrá una reformulación productiva que evitará estos conservantes y asegurará la conservación saludable de productos de origen animal.
Además de las cuestiones económicas, medioambientales y salubres existe un auge social del movimiento “anti-especista“, que como mencionábamos antes plantea que los humanos ejercemos una opresión hacia los animales la cual equiparan en muchos casos como la lucha de clases. Defienden que las especies vivan al margen del ser humano, sin tener interacción alguna con ellos ni para el beneficio de estos ni para el nuestro. Esto resulta contradictorio a la realidad puesto que el desarrollo de, en este caso, una especie depende de un condicionante externo que lo haga evolucionar en base a su naturaleza, la selección natural. Puesto que el ser humano seguirá en desarrollo debemos mantener nuestra consciencia como especie dominante y promover una sostenibilidad planificada.
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En conclusión, solo el marxismo-leninismo supone la mejor opción ante la nueva realidad social. La caída del capitalismo y la adquisición de conciencia de clase junto con la eliminación de clases sociales a nivel global asegurará la supervivencia de nuestra especie, y mejorará la calidad de vida en ella mediante la imposición de un sistema económico y social equitativo.