El movimiento regionalista gallego surge a finales del Siglo XIX. Se trata de un movimiento procedente del provincialismo y predecesor del nacionalismo gallego. Durante el último cuarto de este siglo se produjo el auge de las corrientes regionalistas y nacionalistas en diferentes regiones españolas, Galicia, por lo tanto, no fue una excepción ni dentro de España ni dentro de una Europa donde los movimientos obreros y socialistas se iban consolidando. En España, la Restauración fue incapaz de acoger a las nuevas fuerzas emergentes, marginándolas del sistema y generando así contiendas políticas y sociales.
Desde los Reyes Católicos, Galicia se encontrará desprovista de funcionariado y nobleza propias, pues son pocos los nobles que permanecerán fieles a Isabel la Católica y las tierras y las prebendas se repartirán entre nobles que preferirán vivir en la Corte, en Castilla y en sus señoríos de referencia. Galicia será la base solamente para el cobro de tributos que será puesto en manos de cargos de fuera de Galicia. Así la lengua, la forma de vida y las costumbres autóctonas quedarán custodiadas por centurias por el pueblo llano, que ya desde entonces deberá dirigirse en castellano ante todo tipo de autoridad, escuela o universidad. A eso se le añadirán las dificultades en las comunicaciones y la falta de industrialización. La base del descontento del tratamiento que recibe Galicia será el germen de las primeras quejas y de la búsqueda de las primitivas raíces por una incipiente intelectualidad y pequeña burguesía gallega.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, comienzan a surgir los nacionalismos tal y como hoy los conocemos, cada uno de ellos con sus propias características. Dentro de las comunidades, de las primeras revoluciones industriales, de los movimientos liberales y burgueses, nace el concepto de la nación como componente identitario y contenedor de ideas, esperanzas y reivindicaciones que serán la expresión máxima para la nueva concepción de Estados y de sustento de políticas. Se comenzará a hablar de naciones dentro de una nación o de la supresión de pequeños territorios para crear una nación, dejando a un lado para siempre la idea de Imperio.
Influencias del regionalismo gallego: el romanticismo
En Galicia, en esta época, al igual que en el resto de España, la idea de nación bebe de las fuentes del nacionalismo romántico alemán. Tratará de remontar su origen a lo céltico (mitos, orígenes étnicos, historia, arqueología, supersticiones…), que han quedado tan arraigados que todavía hoy en día existe controversia histórica sobre el auténtico origen de muchas de estas primeras investigaciones que ayudaron a construir la idea de la diferencia del pueblo gallego con relación al resto de España. Es por eso por lo aún perduran los hermanamientos con otros pueblos “celtas” y por lo que algunos sectores, esencialmente radicales, hablan también aún hoy en día de una “raza celta”.
Los nacionalismos europeos durante este siglo tratarán de exaltar su folclore (costumbres, lengua, religión, derecho, filosofía de vida…) como raíz para crear la idea de nación. En el regionalismo gallego también se ofrecerá una visión idealizada y utópica de la cultura gallega a la vez que se tratará de desmentir los tópicos exógenos concernientes a la misma.
La defensa del espíritu nacional, histórico o étnico gallegos serán reclamaciones que el regionalismo gallego tendrá en común con el resto de regionalismos.
Galicia, pese al esplendor de su pasado (tanto por el brillo de su lengua como por su peso histórico) no basará en esto su demanda como nación. La construcción ideológica partirá en un principio de la queja sobre tratamiento que considera que el gobierno central de Madrid da a Galicia (esquilmar sus recursos, no invertir en infraestructuras, no permitir una explotación adecuada de bienes de producción o de factorías).
No sucederá lo mismo en Galicia que en Cataluña o País Vasco, que también basarán en la queja hacia el estado central la construcción de su identidad nacional, allí los nacionalismos surgirán con ánimo proteccionista, ya que ambos países se benefician de una buena industrialización y de un movimiento burgués muy poderoso, dueño de grandes industrias que generan una gran riqueza. Siendo así más sencillo que la identificación como nación recorriese toda la espina dorsal de la sociedad, desde campesinos, trabajadores de factorías, banqueros, comerciantes, nobles, funcionarios…
El nacimiento de una clase burguesa e intelectual: el Provincialismo
Tardíamente con respecto al resto de España, Galicia comienza una incipiente burguesía industrial y comercial que empieza a percibir, a través de la divulgación en periódicos, la defensa de un nuevo modelo de nación que necesita eliminar barreras para que se produzca un auténtico progreso (redes de comunicación, más tejido industrial, acabar con impuestos medievales). Empiezan a ver, a través de los medios de comunicación, las nuevas ideas y las pretensiones políticas e ideológicas y se irán sumando a este nuevo despertar de la mano o bien de posicionamientos federales, antifederales, monárquicos tradicionales, liberales o antiliberales, parlamentaristas… Primarán por encima de todo los intereses de Galicia, la Galicia Nación en la que se integrarán con optimismo muchas voces participando en movimientos regionalistas de ideología contrapuesta, pero que reivindica las necesidades de Galicia desencantada de la política del Gobierno de Madrid, y de la que perciben el desprecio que infligen a la patria gallega.
En la década de 1840 surge así en Galicia el movimiento provincialista. Afluente del liberalismo progresista gallego, el provincialismo trataba de recuperar las antiguas libertades provinciales y enfrentarse al modelo centralista del gobierno de turnos liberal-conservador.
Ya hemos visto como este movimiento tuvo un gran impacto gracias al descontento que en general tenía la población gallega debido al atraso industrial que Galicia sufría con respecto al resto de España y a la creencia de que el gobierno centralista favorecía esta tendencia. Así entre 1843 y 1846 fueron numerosos los pronunciamientos.
El provincialismo tuvo su expresión gracias a la denominada Academia Literaria de Santiago de Compostela y a la prensa favorable a esta corriente. Estaba secundado principalmente por alumnos universitarios, profesores e intelectuales y mezclaba tendencias muy diversas, tales como romanticismo literario, cristianismo, liberalismo, historicismo, pero poniendo su foco en la preocupación sobre el estado de atraso económico y social de Galicia.
Fue tras el declive del movimiento provincialista y a su derrota militar en 1846, cuando en Galicia se dio lugar al Rexurdimento y, posteriormente, al regionalismo.
Rosalía de Castro, “Cantares Gallegos” y el Rexurdimento Literario
Mientras que el provincialismo no tenía carácter separatista, los nuevos tiempos parecían indicar una evolución hacia esta misma tendencia, dejando obsoletas las ideas provincialistas y dando paso en los años 70 definitivamente a la corriente regionalista de la mano del Rexurdimento Literario.
Por lo tanto, para explicar las influencias del regionalismo, no debemos olvidarnos del Rexurdimento, movimiento que se venía desarrollando durante todo el Siglo XIX y que sin embargo no alcanza su plenitud hasta los años 60.
El Rexurdimento, no solamente pretendía una recuperación de identidad literaria, sino también cultural, política e histórica, lo cual aliaba directamente a este movimiento literario con el regionalismo y lo convertía en expresión artística de las ideas del mismo.
Cantares Gallegos (1863), obra de Rosalía de Castro escrita íntegramente en gallego, es considerada la obra inaugural del Rexurdimento Pleno. Otras autores y creaciones literarias de gran importancia para el Prerrexurdimento y el Rexurdimento fueron: X.M Pintos (A Gaita Gallega), Manuel Curros Enríquez (Aires da miña terra) o Eduardo Pondal (Queixumes dos pinos).
Podemos datar el surgimiento de la corriente regionalista en el año 1874, ya que en este año comienzan a aparecer las primeras publicaciones sobre el regionalismo. Si bien conocemos que el primer teórico del nacionalismo fue Alfredo Brañas, defensor del regionalismo tradicionalista, hacia mediados de la década de 1880 surgieron también otros tantos movimientos que discrepaban o añadían nuevas ideas frente a esta corriente desencadenante del proceso.
Sobre ellas se hablará en la segunda parte de este artículo.