La izquierda está perdiendo su valor más importante, la solidaridad
La izquierda en España hace muchos años que ha tenido un viraje antiinsolidario. La lucha del pueblo trabajador siempre ha sido en la calle, hombro con hombro, sin distinción entre colectivos, ni pueblos, solo entre clases. Cuando las fontaneras eran oprimidas, las carpinteras luchaban a su lado, y viceversa.
El mayor triunfo de la derecha ha sido corromper esa unión, llevarnos al individualismo, y llevar la lucha del sistema de clases hacia los diferentes pueblos y colectivos. Una de las herramientas que ha utilizado, como no podía ser de otra manera, es el control de los medios de comunicación, el puntal de la confrontación en las últimas décadas. La misma arma que usó el proletariado a finales de los siglos XIX y XX para organizarse, que nació naturalmente del hacinamiento en las fábricas y sirvió para unir a las trabajadoras contra el opresor.
>>El capitalismo manipula el lenguaje como arma para someter a los trabajadores<<
Quien controla la comunicación controla el pensamiento. El capital ha tomado una simple herramienta de organización para convertirla en una difamación tan amplia y frecuente que Goebbels solo podría haberlo soñado.
El capital se organiza y se adapta, por lo que mientras las trabajadoras no seamos capaces de hacer lo mismo, se apoderará de todas las herramientas. Aún en la lucha feminista está esperando la más mínima oportunidad, observando y probando diferentes tácticas, como darle la vuelta como hace VOX -poniendo delante la supuesta violencia hacia los hombres y distraer con datos falsos para minimizarla-. También se une a ello el tóxico feminismo institucional que partidos como el PSOE han usado una y otra vez.
La izquierda tiene que reeducarse. Es la única manera de luchar en todos los frentes. El pueblo tiene que tener las ideas muy claras, puesto que es la única manera de luchar contra la tergiversación y la desinformación. Hay que aprender que el capital nunca cede.
Las supuestas concesiones, como sacar el nivel salarial de la mera subsistencia, solo responden a la necesidad de acrecentar el consumo y, por tanto la producción, para perpetuar así su ciclo de manera infinita. El capital usa cualquier herramienta a su alcance. Creerse que el pueblo está ganando derechos, que avanza en esta carrera, y en base a eso relajarse, es el peor error imaginable. Solo se le da más cancha a la derecha para que siga avanzando y se lo coma todo.
>>El error de volver a situar al PSOE en el bloque de la izquierda<<
La herramienta más perversa que está usando el sistema capitalista a finales del siglo XX y principios del XXI, es precisamente mimetizarse y absorber. Cualquier entidad se disfraza, los términos cambian de significado, y la gente va siguiendo a estos falsos adalides de la izquierda y el progreso de la clase obrera.
Es precisamente ahí donde pinchan, es una de las maneras más sencillas de desenmascararlos: la derecha es egoísta, insolidaria, se autofagocita para hacerse más fuerte. Cuando las asociaciones, sindicatos o partidos, e incluso las personas, empiecen a tener una actitud egoísta, cuando separen pueblos, y las reglas se apliquen arbitrariamente a unos sí y no a otros, es que han sido absorbidos.
En el escenario político actual tenemos varios casos en los que la derecha se desenmascara, o la izquierda refleja que está perdiendo el norte: uno de ellos es la negación de los derechos, uno de los más fundamentales es la privación de libertad física. En el estado Español hay, ha habido y, con toda seguridad, seguirá habiendo presas políticas, en tanto no reaccione la clase obrera en masa.
Desde hace décadas las ha habido en el País Vasco, y prácticamente solo las vascas han luchado contra ello. A día de hoy está en la palestra, como nunca han estado las prisioneras y exiliadas vascas, las catalanas, pero también tienen un apoyo mayoritario sólo en Cataluña y Euskadi.
En otros lugares también los hay, como en Andalucía Fran Molero, pero por desgracia el pueblo no muestra el mismo nivel de solidaridad. Pero en tanto cada pueblo solo se preocupe por sí mismo, no habrá cabida para la libertad de ellas, ni de ninguna.
Todas las acciones territoriales en España pasan por una mayoría en el Parlamento y en el Congreso, por lo que, al igual que si solamente las fontaneras se manifiestan solos, difícilmente lograrán grandes avances, o siquiera evitar grandes retrocesos, y después les tocará el turno a las carpinteras. La solidaridad es piedra angular del movimiento obrero.
El verdadero resultado de sus luchas es menos el éxito inmediato que la solidaridad aumentada de los trabajadores. Karl Marx.
La única auténtica fuerza inherente de la izquierda, pero que es la fuerza mayor que existe, es el número. El movimiento de una mayoría en favor de una mayoría. Frente a un número lo bastante grande no caben amenazas, falsedades, ni armas. El número con convicción aplasta cualquier manipulación, cualquier mentira y cualquier oposición. Siguiendo a quienes nos indican que hay que odiar a otro pueblo (que no a su clase burguesa acomodada) solo estamos siguiendo a la derecha, la misma que socava nuestros derechos, la que nos margina y oprime.
El machismo es otro de los grandes enemigos. Una brecha aparentemente insalvable divide a la izquierda por la mitad, poniendo a la derecha en una posición muy holgada, de ahí tanto discurso con palabras como “feminazi” que, desgraciadamente, sigue calando en algunos sectores de la clase obrera.
>>Me llaman feminazi por reclamar mis derechos<<
También con los inmigrantes, aunque en la mayoría de los casos no se trata de xenofobia, sino de clasismo disfrazado. Un hábil disfraz para que quien tiene poco, odie a quien tiene poco pero es de otro lugar.
Es precisamente en quienes debieran ayudar a guiar al pueblo, como los partidos políticos y los sindicatos, donde más se aprecia esta falta de solidaridad hasta perder el mismo sentido del fin por el que existen. ¿De qué sirve un sindicato que te informa de las leyes, pero no se esfuerza en la solidaridad entre trabajadores? ¿De qué sirve votar a un partido que no mejora la sociedad en base a la protección de los intereses de quienes lo votan?
Es enfermizo que el nivel de desinformación haya llevado a gente que siempre ha tenido cultura de izquierdas, a tener el discurso de Duran i Lleida en Cataluña para con sus vecinos del sur, o escuchar el discurso anticatalanista en Andalucía, por ejemplo.
Demuestra que el Régimen del 78 no ha hecho más que degradar las instituciones y filtrar una ponzoña venenosa que ha alcanzado hasta el último recoveco. Solo subiéndonos a una montaña de libros, contrastando información, podremos liberarnos de esa toxina.
Pero peor aún es cuando es el mismo poder es el que ejerce toda esta manipulación. Cuando aquellos sobre quienes recae la portavocía de la soberanía popular cada 4 años, no hacen más que jugar a este macabro juego en el que la gran mayoría somos las perdedoras. Seguir jugando con estas normas es inaceptable. Porque parece que somos incapaces de cambiar las tornas y (así como pasa con el consumo y con el deporte) parece son siempre los grandes partidos los vencedores, como si encontráramos consuelo en lo “malo conocido” y añoráramos el bipartidismo sin sorpresas.
Que una mayoría del Parlamento Español vote a favor de la aplicación del artículo 155 es inaceptable. Que las fuerzas del estado vayan a ensañarse contra ciudadanas pacíficas es inadmisible. Que no se tomen acciones después de todo aquello no tiene nombre. Que, cuando veamos imágenes de los abusos, o documentales sobre los hechos a pie de calle, no nos enfurezcamos y pidamos explicaciones a quienes votamos es vergonzoso.
Cuando se entienda que todo lo que se ha hecho en Cataluña, en Euskadi y en tantos otros sitios, se ha hecho en nuestro nombre, con la soberanía dada en las urnas, se entenderá que esos políticos elegidos son los responsables de las atrocidades, pero somos cómplices de lo que se les haga a otros pueblos, dentro y fuera del Estado español. Que tenemos muchas deudas pendientes, como con el pueblo saharaui, por mencionar una, que en vez de pagarla, estamos aumentando.
Los peores momentos que tuvo la II República, los que le quitaron lustre, fueron precisamente cuando se atacaba a un colectivo en concreto, como a las mineras en Asturias y Galicia, los sucesos de Andalucía y Cataluña… Pero quizás la irrupción del franquismo no nos ha permitido aprender de aquellos errores. Pero llevamos ya más de 40 años desde la muerte del dictador, y deberíamos ir aprendiendo algo.
>>La vigencia de la bandera de la II República<<
La derecha habla siempre de una horrible división de España. Pero son ellos quienes quieren división, porque lo que más miedo les da es perder sus privilegios. En tanto que no empaticemos y nos sigamos echando las culpas las unas a las otras, no podremos caminar unidas. Hay que unirse, entenderse, hacer la lucha una, contra toda opresión, hermana con hermana, de cualquier condición y cualquier origen, como una sola. Como clase obrera.
Un partido que usa el machismo no puede representar a la izquierda, ni uno que deja que mueran o se maltraten a las inmigrantes. Tampoco quienes toleran los desahucios, la pobreza energética, el hambre, y por supuesto quien echa a pelear a las trabajadoras contra las de otra zona del estado diferente. La organización que se llame de izquierdas pero ataca a cualquier pueblo de España no lo es, pues ha perdido lo que realmente identifica a la clase obrera.
El partido que roba tiene que sufrir un castigo, pero peor es quien nos roba nuestra unión como clase, más allá de la territorialidad, y nuestra empatía, quien nos divide para hacernos más débiles.
La solidaridad es la ternura entre pueblos.