Censura: la moda que no pasa en España
Desde tiempo inmemorial, en España se practica uno de sus deportes nacionales: la censura. Censura en todos los ámbitos, incluso la autoimpuesta.
Pero no fue hasta el final de la Guerra de España, con la victoria del franquismo, cuando dicha censura se institucionalizó por vez primera en España. La Junta Superior de Censura Cinematográfica fue la encargada de preservar en el cine la moral y los valores del régimen ultracatólico y nacionalpatriota del régimen de Francisco Franco.
Esta Junta estuvo formada por representantes del ejército y, cómo no, de la Iglesia, que tenía prerrogativa de veto. Esta Junta tenía por objetivo preservar la moral, sobre todo católica, del ideario franquista en las producciones cinematográficas.
Por aquel entonces, el cine patrio apenas necesitaba de censura previa ya que las películas se ajustaban casi perfectamente al conservadurismo y puritanismo de la sociedad española. No así el cine extranjero, sobre todo americano, cuyas películas, o tuvieron que sufrir cambios considerables o ser prohibidas en muchos casos.
Ejemplo de ello fue la película “Mogambo“, basada en una relación amorosa en la selva de Kenia y en la que se producía un caso de adulterio. Cuando Mogambo llegó a España, la censura del franquismo decidió usar una de sus armas: el doblaje, para cambiar el guión. En lugar de un matrimonio, la censura convirtió a la pareja en hermanos. Como las imágenes eran, evidentemente, muy elocuentes, lo que la censura franquista consiguió fue un incesto.
Es lo que tiene la censura, que a veces puede llegar al ridículo.
En la prensa ocurrió tres cuartos de lo mismo. A partir del 23 de abril de 1938, se institucionalizó, mediante la Ley de Prensa, la censura en el periodismo. Las autoridades franquistas controlaban lo que se publicaba en prensa. Todos los periódicos decían lo mismo y de la misma forma. No existía diferencia alguna entre un periódico y otro.
Pero la censura no ha dejado de existir a día de hoy. Salvando las distancias con la dictadura, aún hoy, en TV, se censura; en prensa, se censura. Pero si hay algo que pueda ser quizás peor que la censura, es la manipulación de la información, que sirve de herramienta para dirigir a buena parte de la población hacia un lado del espectro político e ideológico. La credulidad es pieza clave.
Pero es en redes sociales como Twitter, donde también llegan los tentáculos de la censura.
Ayer mismo conocíamos el caso esperpéntico de la periodista de ElDiario.es Anita Botwin, cuyo perfil de Twitter fue suspendido durante todo el día de la huelga feminista sin motivo alguno. La cuenta le fue devuelta ese mismo día por la noche con la excusa de Twitter España de que estaba suplantando su propia identidad. Es un caso flagrante de censura y no el único.
Existen muchos usuarios notables de dicha red social que han denunciado hechos parecidos al ocurrido a Anita Botwin.
Todo un misterio.
Twitter España sigue manteniendo totalmente abiertas cuentas que incumplen flagrantemente sus normas, unas normas que, al parecer, están más para unos que para otros. Es el día a día, lo tenéis delante de vuestras narices. Quien no lo quiera ver, tiene un serio problema de censura de inteligencia y cerrazón, mucha cerrazón.
Al final, la libertad de expresión está tuerta del mismo ojo que la justicia.