Cuanto más nos alejamos de los hechos, más frágiles se vuelven las certezas y con más facilidad se permite la manipulación. Un estudio reciente decía que a mediados del siglo XX la creencia de que la URSS fue quien venció al nazismo era de un 80%, en la actualidad el mismo porcentaje cree que fueron los EEUU el país clave para vencer a Hitler.
Hollywood y tal diréis, y quizás sea cierto pero…
Hace poco estuve metido en una discusión en Twitter sobre izquierdas y derechas. En esa discusión apareció un hilo que me dejó estupefacto en el que se decía que Hitler era socialista. Primero pensé que sería la parida aquella de que nazi viene de nacionalsocialista, pero no. Había una racionalización relativamente elaborada sobre que Hitler pertenecía a una facción y los comunistas rusos a otra y que por tanto su animadversión venía por unas diferencias ideológicas de matiz.
A veces uno tiene la sensación de vivir en una burbuja y cosas que por obvias ni se plantea, le estallan en la cara con un discurso mínimamente hilado por absurdo que parezca le pilla con el pie cambiado. Aquí intentaré explicar de una manera resumida las diferencias entre el nazismo alemán, el fascismo italiano y el socialismo.
El fascismo un movimiento surgido en el periodo entreguerras de inicios del siglo XX, de hecho es el único movimiento político genuino del siglo XX y una de sus mayores causas de dolor, muerte y sangre.
La definición más restrictiva de fascismo establece que el único fascismo real es el italiano, pero en una acepción más conceptual del término podría alcanzar el nazismo y el franquismo.
El fascismo es un movimiento que se caracteriza por un estado autoritario que rechaza los principios de democracia, igualdad y libertad. El estado fascista es un estado fuerte que controla todos los aspectos de la vida pública. La adhesión al estado debe ser sin condiciones y se basa en un nacionalismo sin fisuras. La razón queda subyugada a la identificación nacional que se basa en un victimismo y una legitimación de la violencia para actuar contra los enemigos estatales. Esta legitimación de la violencia surge de la deshumanización del “otro”. En el caso del nazismo el concepto nacional va unido al de raza y en el caso del franquismo a la religión.
La unidad del estado cristaliza en el culto a la figura del líder. El fascismo italiano prácticamente es una invención de Mussolini, así como los delirios de Hitler eran la base de la ideología nazi. Con la desaparición de ambos, sus movimientos fueron segados. Por tanto, el movimiento dura hasta la muerte del líder. Lo mismo ocurrió con el franquismo, aunque la longevidad de su régimen dejó la mancha del franquismo sociológico, por lo que nos parece que nunca haya muerto del todo.
El fascismo es un movimiento que evoca las glorias del pasado para desarrollar un fuerte sentimiento nacionalista y marcar el objetivo de recuperar la gloria perdida. Gloria relacionada con la guerra, la lucha, la victoria y el imperialismo. La pérdida se explica a partir de conjuras internas de componente judeomarxista, en el caso de la Alemania nazi, aristocracias decadentes o ataques externos, habitualmente provocadas por otras naciones envidiosas de la gloria nacional. O así se lo explicaban ellos.
Simplificando, el fascismo ve al individuo como un súbdito del estado, el individuo sirve al estado para que este pueda conseguir su fin, recuperar la gloria imperial.
Sin embargo el planteamiento del socialismo es totalmente a la inversa. En este caso, se establece que los medios de producción sean de propiedad colectiva de manera que los bienes puedan distribuirse equitativamente aboliendo la diferencia de clases. El estado representa a la sociedad, está al servicio de la sociedad y del individuo. El objetivo del socialismo es la igualdad social, la misión del estado es garantizar esta igualdad y que esta permita a los individuos ser libres, objetivo último del socialismo.
De hecho, en la teoría fascismo y socialismo son opuestos.
Es muy controvertido analizar la aplicación práctica del socialismo. El contexto de muchos países, sus situaciones de estado de guerra permanente y los ataques a su economía han provocado que la puesta en práctica del socialismo sea muy matizada, distorsionada y manipulada, por lo que en algunas ocasiones puede confundirse con autoritarismo.
Ahí hay uno de los primeros elementos de confusión entre ambos sistemas políticos.
Por otro lado, el fascismo italiano, el primer fascismo en llegar al poder, intentó atraer a las clases trabajadoras. Esta atracción se intentó mediante un nacionalismo radical y fuertemente militarizado. El analfabetismo entre las clases más pobres es una charca en la que pescar adeptos al régimen para el estado fascista debido a la desinformación y a la facilidad con que se manipula a las masas más desfavorecidas.
El fascismo es liberal en lo económico. Los tres principales regímenes fascistas europeos (España, Italia y Alemania) promovieron leyes que facilitaron la explotación de los trabajadores para que el empresario pudiera maximizar sus beneficios, con la contrapartida de ayudar al estado mediante financiación o adaptando su producción a las necesidades nacionales, como la guerra, por ejemplo.
El socialismo pretende la nacionalización de la economía para facilitar los servicios básicos de la ciudadanía además de pretender la plena ocupación y unas condiciones laborales dignas.
Los regímenes socialistas adoptaron políticas de alfabetización masiva y acceso gratuito desde la escuela hasta la universidad, además de sanidad gratuita y acceso a otros servicios básicos como vivienda.
Tenemos muy presente el franquismo, como ejemplo de fascismo cercano en el espacio y en el tiempo como para recordar las enormes bolsas de miseria, pobreza y desempleo. El fascismo no pretende la igualdad social, ya que acostumbra a establecer relaciones preferentes con la aristocracia y la alta burguesía. Además la desigualdad le permite disponer de mano de obra barata que puede ser militarizada o incorporada como fuerzas de seguridad del estado, agentes esenciales de un régimen fascista.
En el caso español además la iglesia formaba parte del propio sistema como herramienta para el control de las masas a cambio de un poder económico y político. No hace falta decir cuál era la posición del socialismo respecto a la religión, solo hace falta ver como la iglesia consideraba al socialismo una ideología malvada y demoníaca.
En los regímenes fascistas estaban ilegalizados los partidos políticos, pero en el caso concreto de los comunistas y socialistas eran considerados enemigos principales del estado ya que su condición de internacionalistas atentaba contra la idea nacional e imperial. Bajo los regímenes de Mussolini, Hitler y Franco las ideas socialistas eran perseguidas y era delito ser comunista y socialista.
El ejemplo más extremo de puesta en práctica de la violencia como herramienta fascista, fue el exterminio nazi que además de asesinar por motivos raciales a judíos y gitanos, también tenía como objetivo aniquilar el comunismo, literalmente. Hitler tomó la determinación de invadir la Unión Soviética dando la consigna de que no se trataba de una guerra convencional y como consecuencia no se debía actuar de manera convencional, los comunistas debían ser erradicados y exterminados.
La crueldad del nazismo, el odio y la deshumanización del otro, en este caso el ciudadano soviético llevó a la campaña rusa a niveles genocidas. En los discursos de Hitler para arengar a la nación contra la URSS decía que el principal enemigo mundial era el judeobolchevismo y había que eliminarlo, erradicarlo de la tierra. Según Hitler la intelectualidad bolchevique era principalmente judía y el comunismo era su herramienta para conseguir la dominación del planeta. No había distinción entre raza judía e ideología marxista, eran origen y final.
El fascismo y el socialismo no solo no son iguales, sino que son contrarios y enemigos acérrimos. Decir que Hitler y Mussolini son socialistas es una muestra de ignorancia tan pasmosa y una falta de respeto tan flagrante que daría risa si no fuera por lo peligrosa que es esta confusión en el fondo.