A 43 años del golpe cívico militar en Argentina
Cada 24 marzo gran parte del pueblo argentino participa de las actividades culturales, charlas, actos y marchas que se realizan en todo el país recordando el golpe cívico militar de 1976 en Argentina.
Se cumplieron cuarenta y tres años cuando se cernía sobre Argentina, el plan político- económico más sangriento y pernicioso sobre las clases populares del siglo XX. Pero es importante contextualizar que a mediados de la década del 70 se cerraba un plan siniestro para todos los países del Cono Sur.
Repasemos lo siguiente existían dictaduras de casi una década atrás en Paraguay y Brasil, entre 1971 y 1973 Bolivia, Uruguay y Chile también tuvieron su Golpe de Estado. Y así es que en el sur de América se reinstaló una corriente de ideas e intereses de minorías, que trabó el desarrollo de las fuerzas productivas, y que explotaron a nuestros pueblos, consolidando un modelo semi-colonial, con países dependientes en lo económico a través de la deuda externa y exportadores de materias primas y en lo interno un país entregado al capital financiero y de servicios.
Ese plan que hundía a las mayorías en la miseria era el inicio de la exacerbación del individualismo como cultura, del sálvese quien pueda, se construía un relato todavía vigente que menoscaba las organizaciones populares. En aquel momento ellos no dudaron en instaurar el terror con asesinatos, secuestros y amenazas además prohibieron partidos políticos, intervinieron sindicatos, amordazaron o cooptaron a la prensa en Argentina para ello no dudaron en apropiarse a precio vil y obligando a vender en sala de tortura la empresa privada dedicada a la producción de papel para diarios en Argentina, Papel Prensa, otorgándole la misma a los dos diarios de mayor tirada del momento Clarín y La Nación, vale aclarar que esto provoca que estos dos diarios al ser una empresa local monopólica la utilizan en su provecho y en desmedro de la competencia.
La Operación Cóndor fue el aparato represivo en América del Sur para instalar el plan económico diseñado por el establishment, esa operación fue un esquema multinacional de eliminación de dirigentes y militantes sudamericanos ideado y ejecutado por Estados Unidos y las dictaduras latinoamericanas.
Para que tengamos una idea de la dimensión del funesto plan en Buenos Aires, la Operación Cóndor secuestró, dio muerte y/o desapareció a ex funcionarios, parlamentarios exiliados en Argentina, como el general Juan José Torres, ex presidente de Bolivia, el ex comandante en jefe del ejército chileno bajo Salvador Allende, general Carlos Prats, el senador uruguayo Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz. La Operación Cóndor también secuestró y trasladó secretamente de un país a otro, torturó y exterminó a numerosos militantes políticos, como los uruguayos Rosario del Carmen Barredo y William Whitelaw, entre muchos, muchos otros.
Los juicios de lesa humanidad que se llevan adelante en Argentina revelaron la complicidad civil empresarial no sólo en la ejecución del plan económico sino en la represión y desaparición de trabajadores.
Investigaciones de los últimos años revelan la complicidad de la jerarquía eclesiástica con la última dictadura militar –algo que también había abordado el fundador del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) Emilio Mignone, en Iglesia y Dictadura, luego el periodista Horacio Verbitsky desentrañó el soporte teórico aportado por el catolicismo para la consumación de la mayor masacre de la historia argentina.
Para Verbitsky la iglesia no sólo bendijo las armas de la dictadura y justificó la tortura con argumentos teológicos, sino que también fundamentó, a lo largo de todo el siglo XX, el desprecio por la democracia, por la voluntad popular, por la libertad de expresión y por la libertad crítica que está en la base de todas las intervenciones militares en la política. La iglesia es el fundamento dogmático de lo que viene después: define los conceptos y se los predica a los militares sostiene el periodista, Horacio Verbitsky.
Además de recordar y hacer presente, los hechos sucedidos hace 43 años la característica del encuentro mutitudinario del domingo en Buenos Aires fue la presencia del movimiento obrero argentino, la presencia de movimientos sociales, las infaltables organizaciones defensoras de derechos humanos y mucha gente suelta como se suele decir, o sea por fuera del marco de las diversas organizaciones que se hicieron presente en toda la Avenida de Mayo.
El pueblo en la Plaza de Mayo tenía en claro el repudio a la intromisión norteamericana en Venezuela, a los intentos desestabilizadores y a las amenazas de intervención militar por parte de las autoridades de Estados Unidos y el Secretario General de la OEA, Luis Almagro. La consigna era palpable América Latina es región de paz y se exige respeto al principio de autodeterminación de los pueblos.
La voz que se hacía sentir en a lo largo de toda la marcha es la necesidad de recuperar una Patria con derechos para el pueblo. El contexto actual desde la asunción a la Presidencia de la Nación de Mauricio Macri es que se gobierna un país con un proyecto de hambre, exclusión y persecución política.
Hay quienes consideramos que gran parte de los que vivimos hoy es una de las consecuencias de la dictadura y nos indica que las transformaciones que se introdujeron en la década anterior del 2003 al 2015, no fueron suficientes, fueron muy importantes, pero no consiguieron revertir esa transformación estructural exitosa que produjo la dictadura, y permitieron la emergencia de lo que está ocurriendo hoy en Argentina.
>>El desastre neoliberal de Mauricio Macri en Argentina<<
Se escuchó decir desde el escenario al leer el documento central de la convocatoria que “la memoria y la unidad son las herramientas para recuperar nuestros derechos porque sabemos que cuando el pueblo construye su historia nada puede detenerlo” este pasaje arrancó muchos aplausos. Otro fragmento destacado fue: “estamos acá en unidad y con memoria con el pueblo que sostiene el alto la bandera de los 30 mil. Vemos sus caras y sus nombres en baldosas, en las fotos, en remeras, prendedores y sus nombres en calles y escuelas. Los vemos en todas las luchas aunque el gobierno pretenda negarlos están presentes y son treinta mil.”
El pueblo presente aplaudió con energía a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, entonó cánticos históricos sobre el régimen autoritario y también contra el gobierno de Mauricio Macri. La consigna convocante fue contundente: “Con Memoria y unidad, luchemos por la patria que soñaron los 30.000”.