Cuando llegó a mis manos el poemario “Arder o quemar” tuve el privilegio de volver a sentir los latidos de mi generación. Fue como un momento de agrado hacia estos tiempos posmodernos. El equilibrio que necesitaba después de horas ocupadas con siglos de oro y plata. Lo mejor que le puede pasar a la literatura es sobrevivir al paso del tiempo, y obras como esta son las que hacen posible que el arte de la poesía no deba vivir mirando permanentemente al pasado. En la eterna madurez de los que vivimos despacio, el calor de las buena escritura es capaz de hacernos volver a creer en las posibilidades de un pensamiento crítico que no necesita renunciar a la belleza del lenguaje.
“Arder o quemar” es el segundo libro de poemas del joven autor Carlos Asensio. Un libro brotado de semillas de ceniza y riegos de dolor y lava. Un relato en verso donde Vulcano palpita a ritmo de yunque. Todo un sueño de estrofas y metáforas que nos llevan hacia la profundidad de la cultura clásica a través de un sendero de pasiones y sentimientos humanos. La hermosura de este libro consiste precisamente en ese juego entre lo imposible y lo deseado, en sentir al hombre atrapado en una marea de misticismo y desesperación. Un tormento de bochorno acariciado por efímeros dedos de viento y sollozos.
Asensio representa a ese náufrago metódico, como diría Rosales, que cuenta las olas que le faltan para derribar la tierra y comprender el amor. Un poeta que mece las palabras con las olas, dejándose llevar por el temblor de sus vivencias. En tiempos donde arden las catedrales, las mezquitas y las ilusiones de los artistas, obras como la que hoy honramos hacen que podamos creer en un fuego cuya potencia va más allá de hacer arder. Un fuego capaz de sanar almas petrificadas y posmodernas, un incendio metafísico e innoble que haría revivir hasta a la misma Pompeya.
Convencido del poder literario del periodismo y las redes sociales, Carlos Asensio nos ofrece en esta entrevista la posibilidad de huir de los volcanes o lanzarnos directos hacia la melancolía agresiva y cruda de la lumbre. Poeta, sociólogo y feminista, este mallorquín afincado en Madrid nos habla de este segundo poemario, de sus comienzos, sus objetivos y de la vida editorial de un escritor que padece con pasión la época actual.
No hay linaje ni dinastía que en mí no converja. No hay delirio ni vanguardia que no me arrastre al paraíso.
Tan solo una furia harta de arder y quemar.
Tú desgarrando la carne de mi cuello egipcio. Yo soñando con la seda de tus pestañas acariciando salvajemente mi boca.
Bocanadas ansiosas de vaho y de semillas.
Un complejo sistema para empaquetar adioses permanentes.
Yo muriendo entre tus manos manchadas de lapislázuli y pizarra. Tú repitiendo setecientas veces: «¡Hasta que nos enamoremos!» con tu característica voz de musgo del sur.” Poema “La Fragua” de “Arder o quemar”.
Presentaste tu nuevo libro el pasado 6 de abril en Madrid con un gran éxito. ¿Cómo surgió la idea? ¿Qué fue lo que inspiró el desarrollo de “Arder o quemar”?
Cuando publiqué mi primer libro “Dejar de ser”, ya empecé a escribir este libro. Y, bueno, siempre pasa que cuando empiezas a escribir poemas no siempre ves claro dónde vas a terminar. Y te das cuenta poco a poco de que estás escribiendo sobre el mismo tema, o de que hay un hilo conductor, simbología o de forma de escribir que te lleva a ver el embrión de un libro. Entonces seguí escribiendo y me di cuenta de que ya estaba creando esa especie de libro que ya iba por otro tema y que tenía unos elementos comunes, unos símbolos comunes e incluso una forma de escribir común distinta a la anterior.
La mitología, el misticismo y un juego de sinestesias y metáforas sobre los elementos son esenciales en tus versos. ¿Por qué tomaste a Vulcano como director de esta orquesta de magma que impregna tu poesía?
Surgió un poco de forma natural. Porque yo los primeros poemas que escribí sí que giraban en torno al tema del fuego, por eso el tema de Arder a quemar. El hacer metáforas relacionadas con el fuego, con la fragua, con los yunques me llevó a la figura de Vulcano. Entonces apareció primero en un poema y luego al ver que seguía un poco ese mundo, esa mitología, esa simbología del fuego, volvió a aparecer su figura y se convirtió en un hilo conductor muy importante.
Cada uno de tus poemas abre con frases y rimas de otros autores. ¿Cuáles fueron tus mayores referencias a la hora de inspirarte para este libro?
Pues la verdad es que cuando estás escribiendo un libro suele ocurrir mucho que todo lo que estás leyendo en ese momento es lo que suele tener una influencia más directa. Yo siempre leo un poco de todo, pero siempre tengo libros de poesía que están continuamente en mi vida: Pizarnik, Emily Dickinson, Lorca…. Incluso cosas que no son estrictamente poesía pero que su forma de escribir está ligada como, por ejemplo, Virginia Wolf en obras como “Las olas”. Ese tipo de prosa poética o incluso verso es algo que ha tenido mucha influencia siempre en lo que escribo, sobre todo en esa forma más descarnada como escribe Pizarnik. Es mi influencia más directa.
Realmente hay una potencia muy destacada de la segunda persona en algunas de tus rimas, de ese quién (imaginario o no) a quien te refieres de manera constante. ¿A quién o hacia quiénes va referida esa segunda persona, esa que construye tu definición de quemar?
Pues la verdad es que muchos de mis poemas tienen un componente autobiográfico. Porque es cierto que cuando escribes poesía mucho de lo que surge a la hora de enfrentarte al papel está basado en tus propias vivencias, en cosas que te han ocurrido. Entonces hay poemas en los que ese “tú” es una persona concreta, con la que he tenido alguna vivencia y que he reaprovechado y se ha reconvertido en algo con potencia literaria. Y que luego es cierto que pasado por el filtro de que escribir no es solo el contenido, sino también la forma, no siempre es cien por cien verídico con las vivencias de uno. Pero lo que es el germen, siempre hay algo detrás. Ese tú en muchas ocasiones es una persona. No siempre es la misma, puede ser otra. A veces es alguien de mi entorno y a veces simplemente es una forma de querer expresar algo a través de una segunda persona que no es alguien en concreto.
Un proyecto poético como este habrá pasado por un proceso de maduración complejo, ¿por qué fases tuvo que pasar este libro antes de ser publicado?
Este libro surgió a raíz del primer poema que escribí, que apareció en una antología hace dos años y medio. Ese fue el primer poema. Como te comenté antes, cada vez que escribía más y más poemas veía que aquello estaba convirtiéndose en una especie de libro. Y luego, sí, he necesitado tiempo, porque al haber publicado un libro anterior siempre hay esa comparativa.
Pero ahora estaba escribiendo una cosa distinta. Y es cierto que en el momento en el que escribes un libro puedes estar muy contento o no, pero lo importante es que pasen 6 meses o un año y sigas estando contento con su contenido. El paso del tiempo, el reposar un poco las obras hace que se valoren de otra forma.
Mi libro ha pasado un proceso de escribir todos los poemas, que eso ya es un tiempo, no es que te sientes un mes y escribas todos los poemas. Y luego por un segundo proceso, que es el soportar el paso del tiempo. Después está el reunir todos tus poemas, darles una coherencia y una estructura, dejar que se maduren un poco, corregirlos más de una vez y luego, por último, ver una coherencia y una estructura, ver una unidad y estar convencido de que lo que estás contando con ese libro vale la pena como para decir: esto es una obra completa.
Más allá de tu yo narrador o tu yo poeta, ¿qué importancia tiene para ti la fortaleza de los elementos o la propia mitología clásica?
En general en la literatura el componente mitológico es algo que tiene bastante importancia. Creo que es bastante común, y en concreto en la poesía, el uso de este tipo de metáforas, de simbología. Porque es muy potente y en general son símbolos conocidos por todo el mundo. En mi caso, recurrir a referentes grecolatinos como Vulcano me parece una forma de expresar ideas muy concretas (en este caso lo que cuento relacionado con el fuego, con arder), pero trayendo un elemento que es cultural, que es conocido por mucha gente y que encima aporta a nivel de belleza, a nivel de la forma del poema, una potencia y una fuerza que hablando simplemente de fuego quizá no estaría. Creo que la referencia al mundo mitológico siempre enriquece mucho y suele ser, a nivel formal y a nivel de contenido, bastante poderosa.
Para elaborar una voz poética es muy necesario leer. Es tener no solo sensibilidad, sino también una formación poética. La poesía no aparece de la nada. Necesitas una formación, leer a personas que han escrito antes que tú, formarte en literatura, formarte en poesía para tener ese bagaje.
Para ti, ¿cuáles son los cimientos que ha de tener un alma poética? ¿qué le hace a uno ser poeta o amante de la poesía?
Al final el alma poética o la voz de un poeta se basa mucho en la propia experiencia y, sobre todo, en la sensibilidad de cómo se percibe todo lo que a uno le rodea y lo que está dentro de uno mismo. Una característica esencial del poeta es la sensibilidad, la empatía. Siempre hablo de la empatía como esa forma de ser capaz de ver lo que sienten el resto y de saber ponerse en el papel de otra gente: en el papel de lo que sienten, de lo que sufren, de lo que están experimentando. Creo que eso es imprescindible para tener la capacidad de escribir poesía. Para expresarse a través de las palabras de esa forma poética pienso que es imprescindible tener una empatía y una sensibilidad más altas de lo habitual.
Y luego también se junta con que para elaborar una voz poética, o tener ese tipo de alma, es muy necesario leer. Es tener no solo sensibilidad, sino también una formación poética. La poesía no aparece de la nada. Necesitas una formación, leer a personas que han escrito antes que tú, formarte en literatura, formarte en poesía para tener ese bagaje.
Según tu biografía llevas más de 15 años cultivando la escritura de diversas maneras. ¿Cuáles fueron tus primeras experiencias editoriales? ¿Fue difícil abrirse camino?
Empecé a escribir muy joven, de adolescente. Y la verdad es que durante la Universidad y durante esos años estuve escribiendo mucho. Escribía poesía, escribía relatos, escribía incluso obras más largas… pero nunca intenté hacer nada con todo eso que creaba. Estuve muchos años sin concebir la idea de la publicación. Después de cierto tiempo empecé a trabajar en el mundo editorial, a moverme por el mundo de la cultura. Comencé a leer más, a conocer más gente de este mundo y fue cuando surgió un poco mi interés para dar a conocer al mundo lo que yo también estaba haciendo.
Hoy tenemos la suerte de tener el mundo de internet de las redes sociales. Y empecé en esos mundos mostrando mi obra. Al ver cierta respuesta positiva es cuando ya decidí que podía tener sentido intentar publicar en el mundo editorial. Como te he comentado antes, primero publiqué un poema en una antología, después ya fue surgiendo la posibilidad de un primer libro. Poco a poco uno ya va encontrando su lugar en el mundo editorial. Es bastante complicado, bastante arduo y bastante difícil encontrar tu lugar en este mundo, también por todo lo que se produce hoy en día.
Una de las frases de “Arder o quemar” (“Reconocerse en el sabor a sal”) forma parte del proyecto “Versos al paso” de Madrid . ¿Qué opinas de estas iniciativas de mezclar el urbanismo con la literatura? ¿Están ayudando a dar a conocer a autores?
Yo creo que sí. A ver, partiendo de la base de que yo soy poeta y de que a mí me gustan este tipo de contenidos, la verdad es que yo creo que todo lo que vaya encaminado a dar a conocer algo que es un bien cultural tan importante como es la literatura o la poesía me parece que siempre va a estar bien. Este tipo de iniciativas yo las aplaudo siempre porque, sin entrar en temas de calidad de qué es bueno o no es bueno, de qué está dentro del canon y qué no, dejando eso al margen, yo creo que cualquier iniciativa destinada a dar a promover temas relacionados con la literatura es positiva.
Este tipo de medidas están muy bien para fomentar que la gente lea, que la gente tenga la posibilidad de leer un verso, le llame la atención y simplemente vaya a internet busque el autor y quizá compre un libro suyo o le lleve a otra cosa. Además, el coste que tienen este tipo de iniciativas es muy bajo en relación con el retorno que puede tener dar a conocer la cultura. En general, a la cultura se le da muy poco empuje desde el sector público y con iniciativas tan simples como poner algo en un paso de cebra se puede conseguir mucho a nivel de dar a conocer a gente del mundo cultural.
Aparte de la escritura creativa, te dedicas al periodismo cultural, dos mundos que viven en precariedad. ¿Qué le puede aportar la poesía, la literatura al periodismo? ¿Y el periodismo a la literatura?
El periodismo y la literatura son mundos que tienen una relación que no se puede separar. En general creo que el mundo del periodismo sin la literatura estaría bastante cojo. Al final la herramienta que utilizan, el medio y el modo suelen ser el mismo, que es la palabra, que es el intentar transmitir una serie de ideas con un fin o con otro. Yo creo que son interdependientes completamente.
Por ejemplo en mi caso ha surgido de una forma natural. A mí me gusta escribir poesía, relato, cosas más relacionadas con literatura al uso y sin querer en mi camino se ha cruzado el tema del periodismo que es al final escribir, solo que con un fin distinto, que es dar a conocer personas, ideas, dar a conocer cosas que ocurren… y no tanto un fin para el placer. Pero la herramienta y lo que es escribir al final es lo mismo. Creo que son mundos que no tienen separación.
Son tiempos confusos para el arte. ¿Crees que vivimos en un país que protege a sus creadores lo suficiente? ¿De qué maneras se puede cuidar a los artistas?
Vivimos en un país y en una sociedad, por hablar un poco más en general, que no cuida la cultura ni el arte. Yo pienso que sería bastante importante que se tratara al creador, al artista, a la persona que tiene algún tipo de actividad relacionada con el arte, de una forma un poco más profesional. Parece que se considera cualquier profesión como reconocida (con una necesidad de un salario y un reconocimiento social), pero parece que el arte y la cultura son cosas que se hacen por hobby y que a la hora de la verdad no tienen un reconocimiento como profesión.
Eso es la base de todo. Si no hay nadie que reconozca la cultura como algo que no solo otorga placer estético, sino que también es un negocio y es una cosa que puede generar un mundo profesional muy importante tenemos un problema. Creo que así estamos condenados a seguir en esta burbuja de nunca convertirlo en algo profesional. Y sería necesario mucho más apoyo público, gubernamental, que se pusiera en valor a los creadores. Que se vea al artista como un profesional que tiene vivir de lo que hace también.
El periodismo y la literatura son mundos que tienen una relación que no se puede separar. En general creo que en general el mundo del periodismo sin la literatura estaría bastante cojo. Al final la herramienta que utilizan, el medio y el modo suelen ser el mismo, que es la palabra, que es el intentar transmitir una serie de ideas con un fin o con otro. Yo creo que son interdependientes completamente.
Como activista LGBT supongo que estás sufriendo y temiendo por la llegada al poder de la ultraderecha. ¿Es posible que una revolución cultural frene estas tendencias? ¿De qué manera podríamos contribuir los artistas activistas a mejorar la sociedad?
Yo creo que estamos en un momento en el que los derechos que hemos dado por hecho, porque ha habido personas antes que nosotros que han luchado y las han conseguido, pueden vivir un retroceso. Todo lo que hago en medios, todo lo que hago en redes, todo lo que hago en mi vida personal, no solo profesional, está encaminado a abrir conciencias y a que la gente se dé cuenta de que el mundo tan rápido como avanza también puede retroceder.
Y ahí creo que es muy necesario el papel de la literatura, el papel del periodismo, de todos los medios, para convencer a la gente de que la movilización tiene que estar ahí y que las cosas no pueden darse por supuestas nunca. Es importante organizarse, es importante dar voz a la gente que se encuentra, sobre todo, en situaciones de exclusión o en colectivos oprimidos sistemáticamente por toda la historia: las mujeres, el colectivo LGBT, la gente racializada…Creo que es muy importante el papel de los medios y se está viendo ahora que están siendo un catalizador muy importante de cosas que no deberían tener cabida ni discurso en una sociedad como la nuestra; democrática, avanzada, en la que tenemos unos principios de tolerancia que deberían ser como una línea roja que no se debería cruzar nunca.
Además de ser articulista y poeta, cofundaste en 2018 el proyecto Circo de Extravíos. ¿Podrías explicar a nuestros lectores en qué consiste dicho proyecto y qué puede aportar a la sociedad?
“Circo de Extravíos” es un proyecto editorial que he fundado junto a otras dos compañeras que busca aunar tres mundos diferentes. Por un lado la poesía, por otro lado el mundo de la ilustración y, por otro lado, el mundo de la sociología y la filosofía. Yo, por ejemplo estudié sociología, y eso es algo que ha influido mucho en todo lo que he hecho en mi carrera profesional. Una de mis compañeras también había estudiado algo relacionado con sociología y vimos un poco la importancia de poner en valor todo el conocimiento que se ha creado en esa disciplina, todos los conceptos sociales que normalmente la gente no tiene presentes.
El vehículo de la poesía nos parecía muy interesante para expresar este tipo de conceptos. Hemos empezado con un primer libro que va a ver la luz este año que habla del amor líquido de Bauman. Un concepto que habla de las relaciones sociales y sentimentales que hoy en día, en el posmodernidad, son más frágiles; son vínculos que no son tan estables o tan duraderos, pues son como los tiempos: todo rápido, todo perecedero. A través de poemas de diferentes poetas españoles buscamos escribir sobre ese tema y una serie de ilustradoras van a ilustrar lo que surja de ahí.
En tu vida periodística llevas una sección de entrevistas destinada al feminismo ¿Crees que existe una igualdad real en el mundo de la literatura?
Evidentemente no, y es una de las razones por el que empecé a hacer ese tipo de entrevistas sobre feminismo y especialmente centradas en el mundo de la cultura. Y no es algo que solo diga yo y que sea mi percepción, sino que después de haber hecho decenas de entrevistas he llegado a la conclusión de que en el mundo de la literatura, teatro, cine, o cualquier disciplina o subdisciplina dentro de la cultura que se te ocurra, todo el mundo se da cuenta de que eso no es así, de que no hay igualdad, de que las condiciones y el trato y la forma de percibir a las mujeres y a los hombres sigue sin ser igual.
Las oportunidades solo ya por ser mujer o hombre son diferentes y ya simplemente el valor que se le da a una obra por estar hecha por un hombre o una mujer es distinto. Aunque es cierto que estamos mejor que hace tiempo y que con el paso del tiempo la discriminación va siendo cada vez menor y va habiendo una apertura de mente de la gente, que se va haciendo a la idea que en los mundos tradicionalmente copados por los hombres hay mujeres y han estado siempre, lo único que no se les ha dado el espacio. Yo creo que estamos avanzado en ese sentido, pero que hay mundos que están completamente masculinizados cuando hay creadoras en todos los ámbitos y ya no vale el argumento de que en determinadas disciplinas no hay mujeres porque no se han formado o porque no están, porque están, lo que pasa es que no se les ha dado nunca el espacio dentro de la profesión.
Entonces, bueno, un poco esa sección que he empezado en Diario16 es con esa idea de dar a conocer a la gente que cualquier subdisciplina de la cultura, el periodismo, el teatro, el cine, lo que sea, sigue teniendo una situación de discriminación hacia la mujer y que son las propias personas que están dentro de ese sector las que lo denuncian. No es algo peregrino, algo que parezca que ocurre, sino que es algo que gente vive en su día a día y que denuncia. La mujer no tiene las mismas oportunidades que el hombre.
Para finalizar, ¿qué proyectos tienes para el futuro?
Siempre estoy escribiendo y ahora mismo estoy con una serie de poemas que pueden ser el germen de un futuro libro. Pero, bueno, acabo de publicar este así que no tengo prisa. También tengo un libro de relatos terminado y estoy pensando ahora en cómo intentar publicarlo. Además estoy escribiendo una novela que llevo con ella, sin exagerar, 9 o 10 años desde que la empecé y estoy retomándola. Estoy haciendo una corrección un poco más profunda de lo que tengo y estoy con ella a ver si puedo continuarla y, si puede ser, terminarla ya este año. Porque creo que es un proyecto que vale la pena acabar y al que cuando puedo le dedico tiempo también.