El 15 de mayo se cumplen ocho años del movimiento 15-M. También conocido como el movimiento de los indignados, este fenómeno destacó por la ocupación de espacios públicos por parte de ciudadanos que, descontentos con la situación política y económica de España, apostaron por revelarse contra los poderes fácticos del país de manera pacífica, dejando claro su descontento y atacando al binomio PP-PSOE, considerado en gran parte el culpable.
El 15-M en 2011
España y Europa venían de una crisis económica que había empezado en 2008. Ante la incapacidad de los distintos gobiernos de paliar sus efectos, miles de ciudadanos anónimos decidieron que su futuro no podía estar en las manos de políticos y banqueros: las principales demandas surgidas de estas movilizaciones exigían una democracia más participativa, medidas más duras contra la corrupción, la regulación de la banca y la mejora de las condiciones laborales.
Aunque el movimiento se caracterizó por ser pacífico, los medios de comunicación intentaron demonizarlo, asegurando que se trataba de jóvenes violentos. Por su parte, la policía intentó criminalizarlo, produciéndose algunas actuaciones policiales desproporcionadas, como el desalojo de la Puerta del Sol de Madrid y el intento de desalojo de la Plaza Cataluña de Barcelona.
El 15-M en España podría englobarse dentro de un movimiento mucho mayor que se alimentaba recíprocamente por todo el mundo. Antes de estallar en el Estado español, se habían producido manifestaciones similares en distintos países árabes, en lo que se conoce como la primavera árabe, así como en Grecia. Posteriormente, países como Francia o Estados Unidos también vivirían experiencias similares, reflejándose en el caso español.
Otro de los elementos destacados de ese periodo fue el uso de las redes sociales. Por primera vez, herramientas como Twitter, YouTubey Facebook eran utilizadas para relacionar distintas personas, en países diversos, con el objetivo de sumar esfuerzos y compartir experiencias. De este modo se intentaba hacer frente a la censura y al discurso oficial de las grandes corporaciones comunicativas.
El legado del movimiento
En un primer momento, parecía que el 15-M podría hacer frente, por lo menos, al bipartidismo existente en España. Con la aparición de Podemos y sus buenos resultados en las elecciones europeas de 2014, poco después de su creación, la posibilidad de romper la hegemonía de PP y PSOE era una realidad, tal y como reflejan las encuestas surgidas con posterioridad.
No obstante, los poderes reales del estado no tardaron en actuar, y en una campaña sin escrúpulos consiguieron convertir a Ciudadanos, un partido regional que tenía como único objetivo destruir el catalán y su enseñanza, en una especie de Podemos de derechas. Puesto que el Partido Popular se había visto implicado en demasiados casos de corrupción, la aparición del partido de Albert Rivera sirvió como dique de contención ante el avance de Podemos.
Gracias a la jugada de las grandes empresas estatales, el conocido como Ibex-35, la situación actual de España es la misma que la de hace ocho años. A penas se ha avanzado en materia de democracia participativa, no se ha conseguido poner coto a la actuación de la banca, y se ha endurecido la situación laboral de los trabajadores españoles.
Desde el 15-M, los gobiernos del estado han recaído en manos del Partido Popular, con Mariano Rajoy, y del PSOE, con Pedro Sánchez a la cabeza. Los principales medios de comunicación se han concentrado en pocas manos, creando auténticos oligopolios informativos. Los bancos, por su parte, han seguido controlando el sistema financiero, ignorando los errores que cometieron antes de 2008.
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El futuro
En la actualidad, el futuro del movimiento del 15-M parece inexistente. El intento de llevarlo a la política, capitalizado casi en exclusiva por Podemos, parece fracasado, ya que los resultados electorales y las encuestas cada vez le dan menos representación.
Es probable que, en las próximas elecciones municipales, algunos de los Ayuntamientos del Cambio pierdan ante los partidos del régimen del 78. En relación a las elecciones europeas, las encuestas tampoco indican que la coalición Unidas Podemos liderada por Pablo Iglesias pueda repetir los resultados de hace cinco años.
Finiquitada la opción electoral, queda abierta, de nuevo, la opción de volver a salir a la calle, a ocupar las plazas y calles del país, como hace ocho años, para reclamar todo aquello que aún sigue pendiente. Es evidente que el régimen actual no entregará su poder por piedad.