La posición de la OEA contra el diálogo en Venezuela la lleva al descrédito internacional
La Organización de los Estados Americanos (OEA) nunca tuvo el respaldo de la izquierda en América Latina, entendiendo izquierda como los movimientos que no alcanzaban a ser etiquetados como “responsables” por parte de las élites sociales que gobernaban los países del continente.
El motivo de ello era que la OEA tuvo su origen en la Guerra Fría. Estados Unidos (EEUU) fundó la organización con un doble objetivo, por un lado impedir el ascenso del comunismo en América Latina, y cuando ese peligro pasase, mantener la Doctrina Monroe para asegurarse un constante suministro de recursos, un mercado sin competencia, y una influencia diplomática que sostuviera a la nación del Norte como potencia internacional.
>>Diccionario Político: Organización de Estados Americanos (OEA)<<
Un par de ejemplos que evidencian el servicio de la OEA a los intereses estadounidenses lo suponen dos golpes de estado sucedidos en el presente siglo. El primero el de Venezuela en el año 2002 contra el presidente Hugo Chávez. El mandatario venezolano reveló que cuando el golpe fracasó y fue rescatado, el representante de la OEA había viajado hasta Venezuela para reconocer al golpista Pedro Carmona Estanga como presidente legal y legítimo del país caribeño.
Por otro lado, la OEA jugó un papel fundamental en las negociaciones entre el golpismo hondureño y los demócratas que defendían el resultado de las urnas. Logró igualarlos en dos bandos semejantes, aunque los primeros habían roto las urnas y asesinado a cientos de ciudadanos de los segundos, para después proponer un acuerdo en el que los golpistas lograban asentarse en el poder.
Sin embargo esas dos jugadas, entre muchas otras, se hacían de manera diplomática, entre bastidores. La imagen que la OEA transmitía a la Comunidad Internacional era limpia; un ente diplomático que solucionaba los problemas con diálogo entre las partes, sin posicionarse con ninguna, ya que el árbitro debe permanecer neutral. El juego sucio se producía una vez las puertas se cerraban y los periodistas se iban.
>>La OEA mantiene en silencio los asesinatos de líderes sociales en Colombia<<
Pero ya no. Con el actual Secretario General de la OEA, Luis Almagro, la organización internacional ha perdido su careta y no se ha molestado ni en taparse el impávido rostro con el sonríe a quienes acatan las políticas favorables a EEUU, y frunce el ceño ante los que pretenden andar un camino independiente, teniendo en el horizonte el interés de los pueblos a los que gobiernan.
En los últimos años la OEA no se ha molestado ni en hacer caso a los informes de sus propios expertos electorales que señalaban el fraude electoral en Honduras, sino que Luis Almagro ha justificado intentos de golpes de estado con violencia en Nicaragua y en Venezuela, mientras que el gobierno colombiano rompe de facto los acuerdos de paz con las FARC, continúa asesinando a líderes sociales, y deja morir de hambre a cientos de niños con el cómplice silencio de la OEA.
Ahora, Luis Almagro se ha posicionado más a la derecha que el fascismo venezolano, llegando a cargar contra el diálogo que los golpistas liderados por Juan Guaidó sostienen con el gobierno de Nicolás Maduro tras fracasar en su intento antidemocrático.
Él es el líder de una institución que debe, según sus propios documentos, encontrar la solución diplomática, negociada y pacífica a los conflictos que se dan en América, por lo que su apuesta por una intervención militar en vez de apoyar la iniciativa pacífica mediante el diálogo entre las partes, condena a la OEA a perder su credibilidad diplomática ante el Mundo, invalidándola como agente negociador en futuros problemas que puedan surgir en el continente.