Lea la primera parte de este artículo: El Modelo de Propaganda que utilizan los medios masivos de comunicación (I)
Antes de seguir con el cuarto filtro, me parece importante señalar que otra clase de expertos a los que los medios de comunicación acuden para que den su punto de vista son los antiguos radicales, esas personas que con el tiempo “vieron la luz” y dejaron de creer en lo que antes apoyaban con toda la fidelidad del momento. Así, por ejemplo, en Latinoamérica no hay nada mejor que invitar a exchavistas, excorreístas, exkichneristas y todo esto para que salga a relucir que sus puntos de vista antes estaban equivocados, pero ahora siguen el rumbo del establishment. Entonces los medios de comunicación dicotomizan entre los buenos y los malos, se vuelven jueces.
Ahora sí, el cuarto punto tiene que ver con los reforzadores de opinión y las contramedidas que sirven para disciplinar a los medios. Para que ello no suceda los periodistas recurren a la autocensura, pero cuando ya no se puede porque algunos sí que tienen principios éticos entonces saltan los dueños, socios y demás jefes a reclamarle al periodista o directamente a censurar su trabajo periodístico, esa es la consecuencia de lo que Patrick Champagne –uno de los estudiantes más destacados de Bourdieu– llamó la doble dependencia de los medios de comunicación: dependen del sistema político y dependen del sistema económico, y como ambos están entrelazados, el periodismo tiende a precarizarse.
Es por eso, probablemente, que los periodistas asumen ese discurso como propio y ya no necesitan pasar por la censura de sus jefes inmediatos. Además, los anunciantes están más interesados en no ofender a las audiencias que puedan producir contestaciones críticas, por lo que mejor no ofender a la audiencia, que dicho sea de paso ya está adaptada a seguir un lineamiento del desarrollo de tipo tecnisista más no reflexiva.
Es por eso que instituciones como Freedom House, que supuestamente se encarga de medir la democracia, los derechos políticos y las libertades civiles, atacan a aquellos países que directamente hablan mal de Washington. Aunque bien lo relatan Chomsky y Herman que la Freedom House, creada en los 40’, está interrelacionada con la CIA, la Liga Mundial Anticomunista, la Resistencia Internacional, y que por obvias razones hacen propaganda del gobierno estadounidense y de la derecha internacional.
Son esos tipos de organismos los que atacan a unos y defienden a otros. Por ejemplo, atacaron la poca democracia que había en la revolución sandinista de 1979 en Nicaragua, pero no dijeron nada de la represión que sufrieron los ciudadanos civiles en la guerra de El Salvador que enfrentó a la extrema derecha que estaba en el poder con el FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional). Y estos informes, como es de esperar, son difundidos mediante los medios de comunicación masivos que no discuten si lo que están difundiendo es subinformación (información parcializada) o es desinformación (mentir deliberadamente), tampoco discuten las razones del porqué a unos se los critica y porqué a otros no, ya que eso provocaría la llamada de la embajada norteamericana al dueño del medio sino es que al Gobierno mismo.
Eso sucedió en el Golpe de Estado del 2002 en Venezuela cuando una vez retenido Hugo Chávez, el gobierno interino mandó a los medios de comunicación privados a que por ningún motivo pasaran información o declaraciones de chavistas, ya que eso deslegitimaría la opinión que estaban construyendo a favor del presidente interino Pedro Carmona, que además era presidente de la Federación de Cámaras y Comercio de Venezuela, entonces ningún medio de comunicación privado se acercó si quiera a contrastar la información, todos decían que Hugo Chávez había firmado un acuerdo en donde dimite del Gobierno, sin embargo, poco después y gracias a la ayuda de la embajada de Cuba –que luego fue saqueada- se pudo transmitir la información que Hugo Chávez no había renunciado, y que más bien estaba retenido en las instalaciones militares del Fuerte Tiuna en Caracas. Para saber más sobre este suceso son recomendables los documentales “La revolución no será transmitida” y “War on democracy”.
Frente a este Golpe de Estado, el primero en felicitar al gobierno de facto de Carmona fue Estados Unidos, después de aquello todo fue un dominó como la UE felicitando a Carmona y países latinoamericanos y así todos los que no querían quedar mal principalmente con el norte.
Frente a estas críticas o disciplinamientos a los medios de comunicación los Gobiernos de turno no dejan de meter su grano de arena. En el 2010 el Gobierno del PSOE recibió una llamada amenazante de Mohamed VI, el rey de Marreucos, el motivo: la prensa española está cubriendo demasiado el desalojo de la comunidad Saharaui del campamento en donde protestaban desde 1991, cuando fueron despojados de sus tierras, del Sahara Occidental y que luego fue ocupado por Marruecos.
En fin, que el Gobierno español conoce muy bien que en Marruecos los empresarios pueden pagar menos salarios y hacerlos trabajar por más horas, como allá todavía no hay muchos derechos para los trabajadores entonces les sale mucho más rentables a los empresarios españoles mandar sus empresas a ese territorio, además que en una noche despejada se puede ver Marruecos o España, según de donde se vea, por lo que ir y venir no afecta el tiempo de organización.
Pero lo que sí afectaba era la prensa española que estaba haciendo su trabajo, pero es que eso iba a ser mal visto para el rey de Marruecos y vaya usted a saber si se enojaba por esa intromisión, que expropiaba las empresas o les grababa un impuesto alto al uso de suelo, y eso significa un montón de empresarios enojados con el Gobierno, entonces para prevenir todo eso lo que hizo Zapatero fue llamar a los jefes de los medios privados y decirles que se regresen, que por motivos de seguridad nacional –siempre se alude a eso para coartar la libertad- ya no pueden estar más en Marruecos y se fueron, y los saharauis volvieron a quedarse en el olvido.
Bueno, el quinto filtro del Modelo de Propaganda se basa en la ideología dominante, aunque Chomsky y Herman le llaman la ideología anticomunista dado el contexto en el que se escribió, me parece que ahora se le debería llamar la ideología dominante ya que frente al neoliberalismo un tipo de paradigma diferente chocaría.
Sin embargo, la ideología comunista, y que durante la anterior década se quiso implantar con un modelo más endógeno, aún vibra en Latinoamérica y muy fuerte, precisamente eso no quieren los empresarios porque “amenaza las raíces mismas de su posición de clase y de su estatus superior. Si el triunfo del comunismo es el peor de los resultados imaginables, el apoyo al fascismo en el extranjero queda justificado como el mal menor”. (Chomksy y Herman, 1990).
El ejemplo más notorio fue la actuación de la prensa chilena frente al Gobierno de Allende, que promovió una democratización de los medios de comunicación permitiendo la descentralización que no le gustó para nada al sector empresarial, dueños también de los diarios más vendidos de Chile.
Esto lo recopila Peter Schenkel en su libro “Comunicación para el cambio social” (1981) y que nos pone el antecedente con el que actúan los medios de comunicación bajo el fervor de la ideología anticomunista, puesto que el principal medio privado El Mercurio desataba una ola de críticas en contra de Salvador Allende formando una opinión pública en la cual era inevitable un golpe de estado para que Chile salvaguarde sus intereses.
Así sucedió, y recién en el 2015 el Colegio de Periodistas de Chile expulsó de su gremio al dueño de ese entonces y dueño actual de El Mercurio, al empresario Agustín Edwards, que años más tarde fallecería sin remordimientos porque qué afectación puede tener que le expulsen del Colegio de Periodistas a alguien que poco aplicó la ética periodística en su medio de comunicación.
En la época del Gobierno de Rafael Correa, que estaba totalmente en contra del paradigma norteamericano o más bien tradición gringa de ver a Latinoamérica como su patio trasero, y que también lo hizo Argentina, Venezuela, Bolivia, Brasil enfadó a los de la ideología dominante.
En Ecuador, por ejemplo, la USAID –que está bien documentada sobre su actuación financiando a la oposición- invertía y sigue invirtiendo en el llamado periodismo de investigación abiertamente de oposición –aunque quieran autodefinirse como neutrales e independientes- para deslegitimar al gobierno de Correa aún cuando las pruebas sean escasas y escuetas.
Siendo Estados Unidos uno de los primeros países en tener paraísos fiscales ¿por qué los medios de comunicación no investigan a los empresarios y políticos y la gran corrupción que emana de ahí? ¿De verdad están tan preocupados por acabar con la corrupción de Latinoamérica? Yo creo que no, que ni siquiera están conscientes del reto histórico que asumieron los gobiernos populares para enfrentarse a las ideologías dominantes y los medios de comunicación sirvieron como instrumentos de esa ideología, que aglutina a empresarios y políticos o sea de los que se sirven los medios de comunicación para seguir con su labor.
El caso Watergate nos revela que, aunque esa investigación periodística haya provocado la dimisión del entonces presidente Richard Nixon, no implicaba una crítica al sistema político y económico, tampoco permitía una reflexión sobre la equitativa distribución de la riqueza, ni mucho menos sobre la conciencia de clase y la estructura social dominante, porque si así fuera serían vilipendeados y eso no atrae audiencia, y si el objetivo de un medio de comunicación masivo es ser rentable entonces mejor calladitos se ven más bonitos.
Estos son los grandes cinco filtros que Chomsky y Herman propusieron en 1989 bajo el Modelo de Propaganda de los medios de comunicación que trae como consecuencias un periodismo precario, interesado más en el modelo de negocio, casi espontáneo y sin un objetivo claro para con la sociedad; de ahí que aunque haya pasado el tiempo, este Modelo de Propaganda se inserta en contextos no industrializados porque en la globalización el mundo se vuelve más complejo y las dependencias no son solo locales, por ejemplo, en América Latina se depende mucho de la producción extranjera y con ello las ideas foráneas imprimen un modo de actuar en consonancia con la ideología dominante.
Pero aquí estamos y seguimos los que creemos en un periodismo diferente, dejando de lado la dependencia económica y política para concentrarnos en una comunicación que permita la reflexión, que sea contrahegemónica y que tome postura, que tome posición, porque no se puede ir por la vida contando sobre las injusticias sociales sin tener una pizca de indignación.
¿Dónde ha quedado el periodismo empoderado? Aquí lo estamos recuperando. Ya lo decía Gramsci: “odio a los indiferentes”. El periodismo no puede ser indiferente, el periodista no debe vivir en su burbuja de confort.