Héroes del Silencio fue uno de los grupos españoles con mayor repercusión fuera de nuestras fronteras, con gran notoriedad en mercados como los de Alemania, Suiza o Italia en Europa, y en países como México o Argentina al otro lado del Atlántico. Hoy repasamos su trayectoria.
La carrera musical de los zaragozanos Héroes del Silencio, formados por Enrique Bunbury (voces y guitarras), Juan Valdivia (guitarras), Joaquín Cardiel (bajo) y Pedro Andreu (batería), podría catalogarse como una de las más exitosas en una banda de nuestro territorio. Su escasa discografía, con apenas cuatro discos de estudio, más directos, recopilatorios y rarezas, generó y genera un interés extraordinario hacia un grupo con un carácter tan marcado, pero con uno sonido tan heterogéneo.
Zaragoza como punto de partida
Las raíces del grupo se remontan a principios de los años 80, cuando un joven Enrique, que venía de Rebel Waltz y de tocar el bajo en Proceso Entrópico, se uniría a Zumo de Vidrio, banda formada por Juan Valdivia (guitarra) junto a su hermano Pedro (batería). La ausencia sistemática del vocalista de la banda, el primo de los hermanos, hizo que Enrique comenzase a cantar en uno de los ensayos un tema de Bowie y, con el tiempo, terminó haciéndose con el puesto de vocalista.
Tras unos cuantos cambios de formación, aparecerían Pedro Andreu (batería) y Joaquín Cardiel (bajo) en 1985 y cambiarían el nombre a Héroes del Silencio.
Durante los primeros años, y con un buen bagaje de conciertos locales, serían apoyados por la prensa local tras publicar una primera maqueta. Tras un concierto en la sala En Bruto, serían descubiertos por Gustavo Montesano (ex Crucis y Olé Olé) y Roberto Azorín Durruty.
Cuando vieron en ellos algo aprovechable, intentaron contactar con diferentes sellos, tanto independientes como con otros más importantes, pero sin suerte. Montesano se guardó un as en la manga, que fue llamar a las puertas de la compañía de su actual grupo, Olé Olé, y allí les propusieron el reto de grabar un maxi single, con el que tendrían que superar las 5.000 copias si querían publicar un álbum completo.
El maxi en cuestión incluía cuatro canciones: “Héroe de leyenda (versión maxi)”, “El mar no cesa”, “La lluvia gris”, y “Héroe de leyenda”. Las expectativas las superaron con creces, puesto que consiguieron vender 30.000 copias y se quedaron en EMI.
El ansiado debut
Si hay algo claro en esta historia es que a Héroes del Silencio nadie les regaló nada, es más, para el momento en que aparecieron, se lo pusieron muy difícil. A lo largo del artículo se vera el porqué.
Con un bagaje de conciertos bastante importante, empiezan a ser conocidos antes de publicar su primer larga duración, por lo que las expectativas y las exigencias comenzaron siendo altas.
Sus descubridores para la industria musical, Azorín Durruty y Gustavo Montesano, serían los encargados de producir el debut en largo, titulado como El mar no cesa (1988). Fue grabado en los estudios de Hispavox, que si no recuerdo mal habían sido comprados ya por aquel entonces por la propia EMI, y que en su momento fueron los creadores del mítico sonido Torrelaguna.
Sensación agridulce
En este primer larga duración se aprecian sonidos propios del post-punk, del pop rock gótico anglosajón, influencias de The Cure, The Church o Bauhaus, además de pinceladas de U2 motivados por el estilo del guitarrista Juan Valdivia. Todo esto con una perspectiva ibérica que los dotaba de un estilo propio y único dentro de nuestro país.
Que hubiesen sonado así, más oscuros y ochenteros de lo que hubiesen preferido, también fue debido a una producción que no contentó al grupo. Con él creían perder la esencia de lo que mostraban en los conciertos. De hecho, nunca se consideraron un grupo con teclados, y sin embargo aparecieron en canciones como “Mar Adentro” o “Fuente Esperanza”, agregados por el propio Montesano.
Héroes del Silencio defendieron con fuerza las canciones sobre los escenarios, tal y como les habría gustado pero, a pesar de las quejas, El mar no cesa se conviertió en disco de platino y ofreció los primeros clásicos de la banda.
Con el paso del tiempo se demostró que las canciones, con una producción distinta y un tratamiento adecuado, mejorarían notablemente si tenemos en cuenta las remezclas incluidas en el recopilatorio Canciones 84-96 (2000). Fue uno de los pocos que el grupo apoyó al 100% tras su disolución, regrabando además las voces en las composiciones que lo requerían.
La figura clave de Phil Manzanera
Tras publicar En directo en 1989, capturando la esencia parcial de su sonido, Héroes del Silencio son ofrecidos por Pito Cubillas, su mánager, al guitarrista de Roxy Music, Phil Manzanera. El músico británico de raíces latinas por el lado materno, viajó a Calatayud para ver un concierto de la banda y allí se quedó para charlar con ellos. Fructificó una relación que hizo que Manzanera decidiese producir el segundo álbum de los maños.
Ese disco en cuestión fue Senderos de traición (1990), en el que por fin captan la fuerza de sus conciertos y consiguen una producción satisfactoria.
El sonido se endurece, aunque todavía recuerda a la oscuridad del pop rock gótico del primer trabajo. Sin embargo, en esta ocasión están más emparentados con formaciones británicas de la talla de The Missión o los The Cult del álbum Love.
Éxito instantáneo
El disco fue número uno y consiguió tres discos de platino en España. Pero lo más impactante fue que una banda española, cantando en su lengua materna, triunfase de forma aplastante en Alemania o Suiza, países en los que consiguieron un disco de platino. Y lo hicieron antes que en la propia Latinoamérica, en la cual también lograrían introducirse poco después.
Con clásicos instantáneos como “Entre dos tierras” y “Maldito duente”, Héroes aprovechan el tirón y realizan cerca de 140 conciertos, incluyendo España, pero también festivales europeos y fechas individuales en Francia, Bélgica, Alemania, Suiza, Suecia, Dinamarca y Países Bajos.
Publican el directo Senda ’91 (1991).
Ya desde el primer álbum fueron criticados por un sector de la prensa española, como no podía ser de otra manera en nuestro país cada vez que alguien asoma la cabeza con calidad y honestidad. Este hecho hizo que adoptasen una actitud chulesca y arrogante para contrarrestar su timidez y hacer de escudo ante los medios del país, algo de lo que el propio Bunbury se arrepiente hoy en día. Obviamente formaba parte del juego, de la evolución y del crecimiento del propio grupo.
Afrontar el éxito
Tras una gira mastodóntica, halagos y palos, reconocimiento internacional y un cansancio descomunal, el grupo inicia la grabación de su tercer álbum, El espíritu del vino (1993).
No parecen retomar la actividad de una forma correcta, ya que llegan al estudio con pocas canciones acabadas, cambian el ritmo de trabajo por uno más frenético y estresante, y aparecen las tensiones por cómo debería realizarse el siguiente paso.
Phil Manzanera, que repetía en las tareas de producción, dejó que el grupo actuase con plena libertad mientras él se limitaba a hacer de nexo entre todos ellos. Permitió que experimentasen con el sonido, que tomasen drogas para utilizarlas como inspiración, pero el caos se apoderó del estudio.
Primeras tensiones
Aquí comenzó la desunión. Había propuestas muy diferentes y le anunciaron al productor que estaban trabajando en un doble álbum para satisfacer todas las opiniones del grupo. El resultado fue un trabajo ambicioso pero excesivo, que mira de reojo a los The Cult del Sonic Temple y a las diferentes formas de Led Zeppelin, pero desde una perspectiva propia.
Hay pop rock, rock, hard rock y folk con influencias orientales que requerían de un trabajo instrumental bastante más elaborado, por lo que incorporaron a Alan Boguslavsky como segundo guitarrista.
Entre todas las canciones había un puñado que sumaban aún más clásicos a la trayectoria del grupo y los confirmaba como una de las bandas más exitosas a nivel europeo. Nuevamente serían número uno en España, aunque tendrían que conformarse con un solo disco de platino en nuestro país. Eso sí, escalarían hasta el 9 en Alemania y al 5 en Suiza.
La gira del álbum fue otro éxito, y quizá la mejor de la banda en su historia, en la cual volvieron a recorrer España, buena parte de Europa, y les llevó incluso hasta México, Argentina o Chile. Otra enorme gira que deja exhausta a la banda y que lleva aún más al extremo las relaciones entre los ahora cinco miembros del grupo.
Bob Ezrin se interesa por el grupo
Para el cuarto trabajo de la carrera de la banda, Héroes buscaron un lugar idílico para rebajar las tensiones. Se fueron a Benasque, se aislaron para dar forma a nuevas canciones, trabajaban hasta ocho horas diarias en ellas, pero pronto tuvieron que irse a Londres debido a la temporada alta y la llegada de los esquiadores, por lo que fue en Reino Unido donde terminaron de cuajar todas las ideas, pero también donde los nervios estaban más a flor de piel.
Con Pito -mánager de la banda- desaparecido en combate, trataron de buscar un nuevo productor por su cuenta. En la lista figuraban gente como Steve Brown, con el que trabajaron poco tiempo debido a que no hubo entendimiento pero, para sorpresa de la banda, el mítico Bob Ezrin, productor de álbumes de Alice Cooper, Pink Floyd, Peter Gabriel, Kiss o Lou Reed entre muchos otros, les respondió personalmente asegurando que los conocía y que les produciría el nuevo artefacto.
De las sesiones de Benasque y Londres salieron las canciones que se grabarían en los Soundcastle Studios de Los Ángeles, bajo la atenta mirada de Bob y del reputadísimo ingeniero Andrew Jackson, quien también había trabajado con Pink Floyd.
Avalancha: el canto de cisne
El resultado fue Avalancha (1995), el disco más duro del grupo, claramente enfocado hacia el hard rock y con temáticas sociales por medio de textos menos crípticos. En la lista de canciones figuran himnos como “Iberia sumergida”, “La chispa adecuada”, “Avalancha” o “Deshacer el mundo”.
Repitieron número uno y consiguieron dos discos de platino en España, volvieron a trascender en países como Alemania y Suiza, y lograron introducirse todavía más en países latinoamericanos.
Ese hecho les llevó a una nueva gira mastodóntica, contando con fechas en España, media Europa, países latinoamericanos e incluso Estados Unidos.
Separación y lanzamientos posteriores
Precisamente, Estados Unidos fue el último país que pisaron como grupo, pues ahí se terminó de forma abrupta una aventura que desde hacía meses era absolutamente insostenible por parte de la banda. De hecho, un mes antes habían anunciado su separación, pero no resistieron hasta el final.
La separación de la banda más importante del momento en España supuso ser traumática en el seno de la banda, pero también para los miles de seguidores que poseían repartidos por el planeta.
Su testamento se certificó en el directo Parasiempre (1996), en el que el guitarrista apenas punteaba debido a una lesión en la mano, y posteriormente se publicó Rarezas (1998), con tomas en directo, demos, versiones y sorprendentes canciones que no entraron en álbumes oficiales como las conocidas “Virus” o “Babel”.
Tras esto llegaron un sinfin de discos en vivo, recopilatorios, remasterizaciones, ediciones conmemorativas, etc, de las que Bunbury se ha desmarcado en la mayoría de ellos, no porque no quisiera ofrecer material extra, sino porque consideraba que EMI estaba explotando demasiado la gallina de los huevos de oro y estaba descuidando el material que publicaba en nombre del grupo.
Uno de los lanzamientos más jugosos que se publicaron tras la desaparición del grupo y en el que sí se involucraron todas las partes fue el recopilatorio Canciones 84-96 (2000), donde se remezclan sobre todo las canciones lastradas por la producción de El mar no cesa, aunque no serían las únicas, y Enrique incluso regrabaría voces para diferentes canciones.
Además de mejorar notablemente el resultado final de los temas remezclados, la selección también resulta ser muy cuidada y convenientemente remasterizada.
La esperada y ansiada reunión
Con un Bunbury ya consolidado en su carrera en solitario, Héroes del Silencio se reúnen en 2007 para cicatrizar heridas y dar el adiós definitivo a sus seguidores, algo que no pudieron brindarles en su momento por la forma en la que terminó todo. Eso sí, no contarían con Boguslavsky para la gira, sino con Gonzalo Valdivia, hermano de Juan.
La gira, que consistía en únicamente diez fechas repartidas entre España, México, Estados Unidos, Guatemala y Argentina, obtuvo una respuesta impresionante, con entradas vendidas a los pocos minutos de ponerse a la venta, reventando recintos con aforos registrados de hasta 60.000 espectadores en México y 80.000 en el circuito Ricardo Tormo de Valencia.
Parte de la gira fue plasmada en varios formatos bajo el título Tour 2007.
Podríamos seguir repasando anécdotas, bootlegs, aún más ediciones especiales y demás, pero para ello necesitaríamos un artículo aparte, que bien lo merecería una banda que sin duda está considerada entre las mejores que han existido de habla hispana.
Discografía seleccionada (Top 4)
4. El mar no cesa (EMI; 1988)
Grabado en mayo de 1988 en los estudios Hispavox de Madrid y producido por Gustavo Montesano junto a Roberto Azorín Durruty. Se trata del primer álbum de la banda, y es el que más insatisfacción produjo a la misma debido a una producción que no captaba la fuerza del grupo en los directos.
Contiene una serie de canciones que oscilan entre el post-punk, el pop rock gótico y el pop angosajón, en el que sobresalen por sus acertadas melodías vocales y especialmente por la inventiva y estilo del guitarrista Juan Valdivia. A pesar del descontento de los propios protagonistas, aquí habitan grandes canciones como la inicial “Mar adentro”, “Fuente esperanza”, “Flor venenosa” o la también imprescindible “Héroe de leyenda”.
Las nuevas mezclas posteriores incluidas por primera vez en el recopilatorio Canciones 84-96, y después en la edición especial de este mismo álbum, demostraron que el grupo tenía razón y las mismas mostrarían su potencial real.
Canciones destacadas: “Mar adentro”, “Flor venenosa”, “Agosto” y “Héroe de leyenda”.
3. El espíritu del vino (EMI; 1993)
El disco más ambicioso y variado de la banda pudo ser el mejor de su repertorio si no se hubiese pasado de frenada. Héroes del Silencio contaron aquí con un gran presupuesto, se fueron a grabar a los Gallery Studios de Londres, y allí estuvieron trabajando en las canciones durante tres meses bajo la supervisión de Phil Manzanera.
El espíritu del vino es aplastante, arrollador y excesivo a todas luces, con un ejercicio instrumental más complejo que se percibe a través de una serie de variadas composiciones que van desde el pop rock hasta el hard rock, pasando incluso por el folk y los sonidos orientales. Para ello contaron con la ayuda del guitarrista Alan Boguslavsky, quien a partir de aquí formaría parte de la banda, a pesar de no aparecer siquiera en la portada del posterior Avalancha.
Publicado como doble LP, lo cierto es que habría funcionado mejor si hubiesen optado por pasar un filtro y así dejar las mejores canciones. Entonces estaríamos ante un álbum imbatible que aún así resulta tremendamente notable.
Canciones destacadas: “Nuestros nombres”, “La sirena varada”, “La herida” y “El camino del exceso”.
2. Avalancha (EMI; 1995)
El derroche de ideas del anterior álbum está más concentrado en Avalancha, e incluso resulta ser un álbum más duro, pero con un minutaje más ajustado. Grabado en los Soundcastle Studios de Los Ángeles y producido por el legendario Bob Ezrin, contando con el ingeniero Andrew Jackson, Héroes del Silencio se sacaron de la manga un disco de hard rock de influencias setenteras que mira de reojo al grunge de los noventa.
Obviamente, el grupo zaragozano no utiliza la misma marcha a lo largo del trayecto y combina canciones rocosas como “¡Rueda, fortuna!, “Deshacer el mundo”, “Iberia sumergida” o “Parasiempre” con la desacelerada pero intensa “Avalancha”, la preciosas “En brazos de la fiebre” y “La chispa adecuada”, o ese final atmosférico casi floydiano que resulta ser “La espuma de venus”. Se separaron en la cima durante la gira de este mismo álbum.
Canciones destacadas: “Deshacer el mundo”, “Iberia sumergida”, “Avalancha” y “En brazos de la fiebre”.
1. Senderos de traición (EMI; 1990)
Senderos de traición está considerado el mejor disco de su carrera, y así lo afirma el propio grupo, su productor Phil Manzanera y, visto lo visto, su repercusión y su halo de clásico de la música española.
Estamos ante el único disco del grupo grabado sin sobresaltos, el cual fue plasmado en unos catorce días en los estudios Kirios de Madrid. Posee un sonido espectacular que recoge lo que el grupo venía pidiendo desde su álbum debut al captar la fuerza y el dinamismo con el que se desenvolvían en directo.
Además, comienza con “Entre dos tierras” y “Maldito duente”, dos clásicos inmortales que no por trillados pierden su calidad. Por si fuera poco, se acompañan con segundas espadas de la talla de “La carta”, “Hechizo”, “Oración”, “Decadencia”, “Malas intenciones”, etc.
Consiguió el primer número uno del grupo, les abrió las puertas de Europa de par en par y supuso un terremoto dentro del panorama musical nacional e internacional.
Canciones destacadas: “Entre dos tierras”, “Maldito duente”, “La carta” y “Con nombre de guerra”.