Venezuela: políticos de derecha, Marvel y Lidocaína
Como lo habíamos anunciado, el guión de la invasión a Venezuela hace aguas y hoy es una triste noticia que nadie quiere recordar. Atrás quedaron en miles de post y tweets los esfuerzos casi lacrimógenos de la militancia burguesa y sus eternos acólitos copycat.
De aquellos llamados “heroicos” a la calle no queda nada. Las máscaras de Donald Trump y el Capitán América yacen guardadas en alguna caja. Los disfraces de Spiderman que acompañaban los quejidos y las súplicas de la entrada de Marines ¡YA! a Venezuela se pudren en el closet. Mi querido amigo Gonzalo me pide que le cuente la actualidad de esta nación caribeña y solo puedo narrar la atronadora quietud política, la tristeza casi líquida de la derecha, su escapada silenciosa a los confines del fragor ideológico.
En cuatro párrafos, asistimos al derrumbe de la opción militar imperial contra la piedra roja incómoda de América Latina. Uno a uno, los países que se embarcaron en la alternativa ALBA parecen sucumbir a los fuegos internos de su pueblo, algunos hastiados de la divergencia entre lo que se dice y lo que se practica; algunos demasiado desesperados por el futuro que no llega; algunos en venganza por los latrocinios de sus caudillos.
Lo cierto es que la consecuencia natural de la estigmatización que aplican los gobiernos acólitos a Washington a la izquierda latinoamericana pronto se verá reflejada en el quiebre electoral de los partidos tradicionales. La temible (para algunos) fragmentación del voto, en opciones que surgirán al calor del debate y de la apertura a nuevos tópicos y temas que interesen a la juventud.
Y lógicamente, estos temas de discusión inmediata e impostergable crearán las condiciones ideales para el germen de la organización política y cómo no, el medio ideal para la izquierda tan golpeada, perseguida, satirizada y hoy objetivo militar de cuanto paramilitar, soldado gorila al servicio del imperio y político desleal haya en el continente.
No hay que temer a la destrucción de los partidos y las siglas. Bienvenida. Ya era hora de una purga histórica en los movimientos políticos de nuestro continente, y hablo de una purga abrasadora. Un tamiz que nos vuelva a colocar en el centro de interés que es el humano, es la gente.
¿Cuánto de falsedad ves hoy en los que dicen representarte, querida lector? ¿Cómo está tu moral? ¿Cómo entiendes la victoria de Venezuela ante la andanada ofensiva del gobierno de Donald Trump, el aislamiento al que pretenden someterla los presidentes títeres de turno a nivel regional, el bloqueo casi genocida sobre nuestra economía, los ataques paramilitares y la vorágine negra de los medios de comunicación?
Te daré un par de datos: el primero, es que sospecho que este espectáculo tragicómico de Juan Guaidó y Leopoldo López escondía la intención de dolarizar la economía en Venezuela, lo cual resulta bastante paradójico si oímos o leemos las constantes declaraciones del gabinete de Trump mencionando el bloqueo en todos los ámbitos.
Es un hecho que en algunos municipios del país, o al menos la apertura formal en establecimientos al intercambio comercial con la moneda extranjera. Como respuesta espero se plantee el pago de impuestos en la misma moneda, ya que estos establecimientos no registran el pago de mercancía a la hora de declarar impuestos a la República. Si eso pasa, estimado lector, ya verá a más de un comerciante llorando al igual que Franklin Virgüez.
El segundo dato, es que ninguno de los antes mencionados (ni Guaidó ni López) son los héroes de la resistencia que tanto quiere hacernos ver el imperialismo. No son próceres, no tienen calle, no tienen partido, no tienen ideas, y por lo que se puede ver, tampoco cojones.
Son otra producción de la CIA en sus colegios-semilleros locales, a los que han destinado mayor presupuesto en estos años. Sí, como lo lee. Los colegios privados de la burguesía en Venezuela son semilleros de la CIA, de partidos políticos de derecha y de movimientos insurreccionales siempre con el gatillo fácil para matar (o quemar respectivamente) negros e indios.
Por tanto, y como toda producción de cómic vienen con el tiempo contado, se leen rápido y se guardan en el recuerdo, en alguna pared o biblioteca. La obsolescencia programada de los voceros de la derecha en Venezuela hoy es ejemplar, fenomenológica. Mientras el país comienza lentamente a producir, se abren negocios, se siembran campos y se iluminan las escuelas, ellos reptan en la oscuridad esperando órdenes y dólares. Como decía mi querida amiga Dilia, de Guanape “de algo hay que vivir”.