Los “Niños de Morelia”. Los niños que perdió España
En todos los conflictos armados, una de las principales víctimas son los niños. Y en el caso de la guerra civil española, eso no fue diferente. Aquí vamos a explicar una historia bastante desconocida, la de los Niños de Morelia, que marcharon huyendo del conflicto y fueron acogidos en México, aunque no todo fue un lecho de rosas para ellos.
Tras los bombardeos sobre las ciudades de Guernica y Durando, en la primavera de 1937, el gobierno republicano hizo un llamamiento internacional para ayudar a los niños. En total, unos 30.000 fueron evacuados, de los cuales dos tercios volvieron a España durante o tras la guerra.
En junio de 1937, un grupo de más de 450 niños españoles, que formaban parte de un total de más de 30.000 “niños de la guerra” que el gobierno republicano español envió al extranjero durante la Guerra civil, llegó a México. Esos niños fueron conocidos como los Niños de Morelia”, lugar donde fueron acogidos.
La intención del gobierno republicano español era alejarlos de los horrores de la guerra fratricida que estaba teniendo lugar en España, pero también con una finalidad propagandística: denunciar al mundo el abandono internacional que estaba sufriendo el gobierno democrático español, tras el golpe de estado de los militares, apoyado por las potencias fascistas de Europa.
Las gestiones para la acogida de los niños españoles se hicieron a petición del Comité Iberoamericano de Ayuda al Pueblo Español, con sede en Barcelona, y las gestiones se llevaron a cabo a través del Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo Español.
Fueron diversos los países que aceptaron acoger temporalmente a los niños: Francia (17.500), Bélgica (5.130), Reino Unido (3.800), Suiza, Bélgica, etc. Pero fueron la Unión Soviética y México las naciones que jugaron un papel más decisivo en este proceso, tanto por el número de niños que acogieron como por las simpatías que sus gobiernos tuvieron hacia la República española. Esas simpatías fueron más allá de la deshonrosa neutralidad que el resto de naciones democráticas mantuvieron respecto a la agresión contra la República.
La actitud de México
En México, el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940) actuó siempre en defensa de la República española: apoyo diplomático, envío de municiones y armamento, etc. Pero también mantuvieron la decisión de acoger en su territorio a casi 500 niños, para ponerlos a salvo de la guerra y proporcionarles educación y refugio.
La llegada de los niños españoles, en junio de 1937, supuso un precedente para la llegada masiva de los miles de exiliados españoles que encontrarían en México una nueva patria, después de la derrota republicana en 1939.
Los niños, inscritos para un viaje de “colonias”, fueron concentrados en Barcelona, antes de trasladarse a Burdeos, y de allí embarcar rumbo a México, a bordo del vapor francés Mexique, donde llegaron el 7 de junio de 1937. Su llegada a Ciudad de México se convirtió en una bienvenida apoteósica. Finalmente, los niños fueron trasladados a la ciudad de Morelia, capital del estado de Michoacán, donde fueron alojados en la Escuela Industrial España-México. Por esa razón los niños fueron conocidos como los Niños de Morelia, y con ese nombre pasarían a la historia.
La asistencia educativa tuvo el apoyo de la Federación de Organismos de Ayuda a los Republicanos Españoles que, desde 1942, promovió el Patronato Pro Niños Españoles que, además de proporcionar orientación pedagógica, también proporcionaba protección jurídica, moral y material.
A partir de 1943, el Patronato Pro Niños Españoles tuvo el apoyo del general Lázaro Cárdenas (entonces ya Secretario de Defensa), para desarrollar un proyecto de casas que diesen continuidad educativa a los niños de la Escuela Industrial España-México. En total se construyeron seis casas, que se regían por los principios de la educación activa y personalizada que había inspirado la pedagogía de la República española para promover el estudio y la inserción laboral. Estas casas se mantendrían hasta finales de 1948, cuando el proyecto fue abandonado y las casas cerradas progresivamente.
Luces y sombras
La llegada de los niños españoles no estuvo exenta de polémicas y controversias, sobre todo después del final de la guerra civil. A partir del final del sexenio del gobierno de Cárdenas, el apoyo oficial comenzó a disminuir.
Pronto comenzaron a aparecer los principales problemas: las deficiencias de las instalaciones, la mala gestión de la administración de la escuela, la oposición de algunos sectores conservadores a la acogida de los niños, las presiones para la repatriación por parte del gobierno franquista, el estado de abandono por parte del gobierno mexicano, que dejó a los niños semiabandonados una vez acabada la guerra, etc. Las fotografías de la época muestran a niños mal vestidos, rapados en un intento de acabar con la sarna y la tiña, que prácticamente fueron endémicas en las instalaciones. Además, los recursos destinados no llegaban adecuadamente a sus destinatarios.
Se suponía que durante el viaje debían recibir el apoyo de profesores y personal español que, si bien algunos cumplieron con su misión, en muchas ocasiones desatendieron a los niños. El personal docente que llegó con buena disposición para hacerse cargo de los niños, pronto demostró que no estaba preparado para tratar a unos menores que venían marcados por la experiencia de la guerra y el exilio. Esas experiencias los convirtieron en un grupo conflictivo.
Otro actor que tampoco estuvo a la altura de los acontecimientos fue la colonia española en México, que mantuvo una actitud ambigua con respecto a los niños. Y tampoco los republicanos que llegaron derrotados a México, desde 1939, y que contaban con importantes recursos financieros, no se ocuparon de los niños. En 1948, cuando se declararon agotados los fondos del gobierno republicano español en el exilio, los Niños de Morelia fueron abandonados a su suerte.
Aunque se esperaba inicialmente que el retorno a España se produjera en unos pocos meses, cuando finalizara la guerra, la derrota republicana y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial tuvieron como resultado un largo exilio, que para muchos sería definitivo. Gran parte de los Niños de Morelia se quedaron a vivir en México, y no volvieron a ver a sus familias, con el trauma que eso provocó a los niños alejados de sus hogares.
La infancia de estos niños estuvo marcada por la cruda realidad de la guerra, la pérdida de sus hogares y familias, y con el abandono posterior del Estado mexicano. Su vida en México fue una historia de solidaridad, pero también de olvido, y los Niños de Morelia tienen mucho que agradecer, pero también mucho que recriminar.
El reencuentro
En 1987 se llevó a cabo un programa de actos conmemorativos, para celebrar el cincuenta aniversario de la llegada de los niños a México, en el que el grupo agradeció al pueblo de México y al presidente Lázaro Cárdenas la calurosa acogida con que fueron recibidos.
En la actualidad, el grupo de los Niños de Morelia apenas está conformado por una cuarentena de integrantes que residen en México, España, Venezuela y Estados Unidos, principalmente.