El fin de Julian Assange como responsabilidad de Lenín Moreno
Julian Assange, el hacktivista que demostró como ciertas las acusaciones de las posiciones contrarias al imperialismo estadounidense con pruebas diplomáticas irrefutables, está -muy posiblemente- cerca de encontrar su final. Reino Unido ha accedido a las peticiones de la administración de Donald Trump, y lo va a extraditar a Estados Unidos.
Las filtraciones de Wikileaks llegaron en un momento de auge de la izquierda latinoamericana, que estaba construyendo nuevas relaciones internacionales sin la tutela de Estados Unidos. Las informaciones mediante cables diplomáticos filtradas por Wikileaks, sirvieron para que los gobiernos aliados de la potencia del Norte, considerasen apropiado integrar esa nueva concepción diplomática impulsada por el campo progresista, que cristalizó en entes como UNASUR y CELAC.
>>Diccionario Político: UNASUR y CELAC<<
Esa pérdida de poder por parte de los Estados Unidos en su principal zona de influencia y de recursos, dolió mucho en diferentes instituciones del Estado, sobre todo en las agencias de inteligencia y seguridad, al considerar que habían fallado. Además, el impacto real fue la entrada de Rusia y China en la región, un problema para las grandes empresas privadas estadounidenses.
Comenzó entonces una persecución contra Julian Assange por parte de EEUU, que lo quería dentro de sus fronteras para juzgarlo y, probablemente, aplicarle la pena capital. Los norteamericanos encontraron un aliado en Suecia, que aceptó formular una acusación sin sustento legal con la excusa de detener a Assange y extraditarlo a Estados Unidos.
El australiano, en Londres en ese momento, se refugió en la embajada ecuatoriana en esa ciudad, y pidió asilo político, al considerar que su vida correría peligro al pisar suelo estadounidense. El gobierno Rafael Correa estudió el caso y consideró que efectivamente, si Julian Assange era extraditado a EEUU, su vida correría peligro, por lo que el excanciller Ricardo Patiño le otorgó el asilo.
La victoria en las urnas por parte del, en ese entonces, candidato de la Revolución Ciudadana Lenín Moreno, supuso la confirmación de que la elección de Julian Assange había sido correcta. Sin embargo, a medida que el nuevo presidente giraba a la derecha, la estancia del hacktivista en la sede diplomática parecía peligrar.
El punto de inflexión lo supuso la visita del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, a Ecuador. Tras ella Lenín Moreno acató la política exterior de Donald Trump en varios aspectos, desde una apuesta por la industria de la leche infantil acabando con la anterior línea de apoyo a la lactancia materna, hasta el regreso de tropas militares, pasando por su unión a las posturas golpistas en Venezuela.
Tras esa reunión el expresidente de Ecuador Rafael Correa advirtió que entre los acuerdos tomados estaba la de la expulsión de Julian Assange para entregarlo a EEUU, un extremo que el gobierno de Moreno negó. Sin embargo las presiones contra el líder de Wikileaks comenzaron: menos visitas, sin conexión a Internet, sin poder hacer deporte…
Una serie de cambios con los que buscaban provocar un mal comportamiento del australiano como excusa para echarlo. Una situación que no se produjo, por lo que el gobierno ecuatoriano mostró unos vídeos en los que aparecía Assange sin llevar a cabo ningún comportamiento que se saliera de lo normal, y acusó a su gato de espiar a los diplomáticos, y bajo esa justificación, Lenín Moreno permitió la entrada de la policía británica para que se llevaran a Assange.
>>Julian Assange y la bomba atómica de Wikileaks<<
El motivo fue económico. El pésimo desempeño del gobierno de Ecuador ha aumentado la pobreza y la deuda externa del país, por lo que Lenín Moreno vendió a Assange sin procurarle ninguna garantía -como ya se ha podido comprobar con su extradición- para rebajar la deuda con su poderoso vecino del Norte.
Pese a que el presidente de Ecuador expresó que UK le había dado la garantía de que no extraditaría a Assange a ningún país en el que estuviera vigente la pena de muerte, finalmente el hacker de sombrero blanco tendrá que hacer frente a los 18 delitos que se le imputan en Estados Unidos. Casualmente Suecia ya no está interesada en juzgarlo.