The news is by your side.

El marxismo soviético: luces y sombras

La moral dominante del siglo XXI es aplastante con la experiencia soviética. Han sido necesarios décadas de contrarrevolución ideológica para debilitar el legado de la Revolución de Octubre, el comienzo de esta contrarrevolución no está en la Caída del Muro de Berlín en 1989.  Esta contrarrevolución tiene su germen, aunque parezca paradójico, en el seno del bloque socialista, concretamente tras la muerte de Lenin y el leninismo con él.

Pensar esto solo tiene sentido si consideramos dos cosas, en primer lugar: que el marxismo-leninismo es la única vía para la revolución; en segundo lugar, que la teoría que sustentó ideológicamente a la URSS tras la muerte de Lenin no fue propiamente el marxismo-leninismo.

Respecto de la primera consideración poco tiene que decir el artículo. Este, versa en torno a la segunda. Y para deslindar el leninismo del marxismo oficial soviético son necesarias las siguientes tareas:

 1. Diferenciar las características del leninismo con las del HISTMAT y el DIAMAT (abreviación de materialismo histórico y materialismo dialéctico) soviético.

2. Demostrado lo anterior, demostrar por qué se produjo esa derivación del leninismo.

Características del leninismo y origen del marxismo soviético

Las tesis fundamentales del leninismo son las del marxismo original. Lenin creció como teórico y como político oponiéndose a las tesis revisionistas de la Segunda Internacional, reclamando la necesidad de un marxismo ortodoxo.

Para comenzar, estableceremos las características básicas del leninismo compartidas con el marxismo oficial soviético. Estas son fundamentalmente dos: “el desplazamiento del agente revolucionario desde el proletariado con conciencia de clase al partido centralizado como vanguardia del proletariado, y la acentuación del papel del campesinado como aliado del proletariado” (Marcuse H. El marxismo soviético).

Según Marcuse, el leninismo puede verse como el desarrollo de la distinción entre el interés “inmediato” y el interés “real” y a largo plazo que tiene el proletariado consciente. Este desarrollo se reformuló con la “ley del desarrollo desigual del capitalismo”.  Esta ley sería la base de la teoría del “socialismo en un solo país” que abanderaría Stalin.

Esta conclusión implicaba que el socialismo podría triunfar en uno o varios países capitalistas (los más desarrollados) mientras que el resto seguiría yendo a la zaga.

Esto parece ser contradictorio con la propia experiencia de la Revolución de Octubre, por esa época Rusia era de los países más atrasados con un proletariado claramente por detrás de la población campesina. Marcuse afirma lo siguiente: Lenin siguió fiel a la conclusión marxista según la cual la revolución socialista sería el resultado de las contradicciones explosivas existentes en el seno de un país capitalista plenamente maduro; y ni siquiera el propio triunfo de la revolución bolchevique le hizo abandonar esta convicción”.

El paradigma que se le planteaba a Lenin aquí era cómo realizar la revolución si el socialismo presupone un alto grado de industrialización. Lenin nunca tuvo claro que se pudieran saltar algunas etapas y llegar al socialismo solo a través de una revolución predominantemente campesina.

La solución que le dio Lenin, fue el germen de las teorías socialistas de Stalin. A saber: que en un país atrasado la industrialización tiene prioridad sobre la socialización. Los comunistas de izquierda acusaban a Lenin de que esto sería el primer paso hacia un capitalismo de Estado (que hoy día podemos ver fácilmente en China). Ante esto Lenin afirmaba:

En realidad, el capitalismo de Estado sería para nosotros un paso adelante. Si fuéramos capaces de establecer en Rusia el capitalismo de Estado en un breve lapso, sería una victoria… Afirmo que el capitalismo de Estado sería nuestro salvador. Si lo tuviéramos en Rusia, la transición al más completo socialismo sería indudable y sencilla. Pues el capitalismo de Estado es un sistema de centralización, integración, control y socialización. Y eso es precisamente, de lo que carecemos.

Sin embargo posteriormente a esto un suceso en Centroeuropa abrió las esperanzas a los bolcheviques: la revolución alemana de 1918, que se encuadraba fácilmente en los esquemas de la revolución internacional del marxismo clásico.

Sin embargo esto no ocurrió, el fracaso de la revolución alemana y el triunfo de los bolcheviques condenaron al reciente Estado soviético a la soledad. Esto significaba  que la URSS iba a estar obligada a convivir durante una larga temporada con países capitalistas.

Por otro lado, la estabilización interna de los países occidentales y su llamada paz de clases, desplazó el potencial revolucionario hacia el Oriente empobrecido: Rusia, China e India. En cualquier caso, Lenin no introdujo conceptos innovadores sobre la nueva naturaleza de la lucha de clases que ahora se desarrollaba en el plano internacional.

El leninismo entonces, como hemos visto se desarrolló en un plano particular: el de derrota internacional pero victoria nacional. Esa dialéctica fue la sustancia sobre la que emergió el marxismo oriental que sería el corazón del marxismo oficial soviético. Como veremos más adelante, el marxismo oficial no es puro propagandismo, ni una suerte de ideología creada para integrar a las masas en un sistema concreto, sino la consecuencia del panorama internacional en el que participó la URSS durante el siglo XX.

Se podría añadir también que en oposición al leninismo encontraríamos el comunismo de izquierdas, que es fácil identificar con el marxismo occidental por autores como los de la Escuela de Fráncfort, o los espartaquistas. Este marxismo izquierdista se opuso al socialismo oficial, e influyó en buena parte del pensamiento europeo del siglo XX.