Ada Colau y ERC están obligados a entenderse en el ayuntamiento
Ada Colau consiguió mantener la alcaldía de Barcelona. Pese a quedar en segunda posición en las elecciones municipales, por detrás de Esquerra Republicana, Barcelona en Comú aprovechó los vetos cruzados entre ERC y PSC-PSOE para recuperar el gobierno.
No obstante, para sumar los 21 concejales necesarios para quitar la alcaldía a ERC, Ada Colau necesitaba el voto favorable de Manuel Valls y dos más de sus regidores, miembros de una coalición con Ciudadanos.
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Manuel Valls en Barcelona
La vida política de Manuel Valls ha dado muchos giros en los últimos años. Miembro del Partido Socialista francés, fue alcalde de Évry entre 2001 y 2012, momento en que asumió el cargo de ministro del Interior. En 2014 llegó a primer ministro, oficina que mantuvo hasta diciembre de 2016.
En 2017 se presentó a las primarias del PSF, pero al perder ante Benoît Hamon, decidió abandonar la formación y unirse al recién creado En Marche! de Emmanuel Macron. Muchos analistas apuntaron que Valls se apuntaba al carro ganador para conseguir un puesto en el gobierno. No obstante, Macron no le confió ningún puesto en el gobierno, motivo por el que Valls abandonó la política francesa.
Nacido en Barcelona, Manuel Valls formaba parte de una familia catalana con raíces comerciales en París. A medida que el proceso independentista tomaba empuje, empezó a hacer declaraciones contrarias a la secesión de Cataluña, participando en manifestaciones junto a PP, Ciudadanos, PSC–PSOE y Vox.
Después de las elecciones catalanas del 21 de diciembre de 2017, un grupo de empresarios catalanes empezó a tantear a Valls, a quién veían con buenos ojos por su pasado de primer ministro francés. Como destapó el periódico Ara, desde el otoño pasado asignaron a Valls una pensión mensual de 20.000 euros.
Gracias al dinero de la alta burguesía y, posteriormente, al apoyo de Ciudadanos, Manuel Valls pudo preparar una campaña con el objetivo de vencer en las elecciones municipales y proclamarse alcalde de Barcelona. Durante la campaña, además, aseguraba que quería impedir un Ayuntamiento independentista o populista.
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El Ayuntamiento de Barcelona
Finalmente, Manuel Valls decidió entregar sus votos a Ada Colau para evitar que la alcaldía recayera en manos de Esquerra Republicana. Pese a que ambos habían negado en campaña dicha posibilidad, Barcelona en Comú prefirió mantener el Ayuntamiento, mientras que Valls priorizó el veto a Ernest Maragall.
La primera reacción vino de parte de Ciudadanos, que el pasado lunes decidió romper con Valls y los regidores que habían votado a Colau. Esta jugada ha estado calculada, ya que el partido de Albert Rivera no impidió a Manuel Valls votar a Colau, pero ahora lo rechaza para que no se pueda decir que Ciudadanos ha hecho alcaldesa a la líder de Barcelona en Comú.
Es en este momento cuando se presenta el verdadero problema, que es el de la gobernabilidad del ayuntamiento. Los partidos que votaron más favorablemente al proyecto de Colau durante la anterior legislatura fueron el PSC, ERC y la CUP. Los socialistas formarán parte del gobierno de BeC, mientras que la CUP no consiguió representación. Así, queda la duda de qué hará ERC.
La posición que tome ERC es clave. Actualmente, los ánimos están muy calientes, como se pudo comprobar el mismo día de la investidura, con la Plaza Sant Jaume abarrotada de independentistas manifestándose. Entre el bloque secesionista sentó muy mal que Ada Colau aceptara los votos de Manuel Valls e impidiera que Maragall se convirtiera en el alcalde.
Pese a todo, la ciudad no puede paralizarse durante cuatro años. ERC deberá asumir su derrota y pensar en el futuro, así que es esperable que pueda pactar con BeC y el PSC en los temas fundamentales. Aunque Valls otorgara los votos a Colau, no se espera que llegue a acuerdos con el gobierno, tanto por ideología como por patrocinadores.
Después de la larga campaña electoral, es el momento de gobernar. Pese a la batalla, los partidos progresistas deben asumir la situación y no dejarse arrastrar por venganzas o despechos. Y esto pasa por grandes pactos dentro de las izquierdas.