Los sueños (sobre videojuegos) imposibles como motor del hype y de la frustración
Estaba hace un rato viendo un vídeo con nueva información sobre Gears 5, la nueva entrega de la saga que consiguió helar mi corazón al mismo nivel que lo hizo Final Fantasy cuando la conocí de mano de Squall Leonhart, y pensé “joder, qué guapo todo, quiero jugarlo ya y todo eso pero Rod, Ryan, meted Piloto, por favor“.
Sé que en el primer párrafo he metido muchas referencias sobre videojuegos. Explicaré solo dos. Rod es el máximo jefe de The Coalition, el estudio que está desarrollando Gears 5, y Ryan es el diseñador del multijugador. Bueno y tres, Piloto es un modo de juego del multijugador del Gears que consiste en enfrentar a cuatro o cinco equipos de dos integrantes cada uno, cada muerte es un punto, el que quede vivo se lleva un punto extra, el que llegue a quince antes gana. Piloto lleva sin aparecer en el online de la saga desde la tercera entrega.
Pero en realidad nada de esto es consustancial a lo que venía a decir, he concretado más de lo necesario. Aquí el punto es que los gamers siempre queremos más. No importa lo que nos den. Considero que esto es debido a que realmente los videojuegos son arte en tanto que han conseguido crear una conexión emocional con los que los jugamos, una circunstancia que no entenderán quienes consideren a esta forma de entretenimiento como algo “para niños” (se escandalizarían solo con ver parte del pasado sexual de nuestro brujo favorito Geralt de Rivia).
Considero también que en la búsqueda de diferenciarnos de los demás, pero buscando a la vez encajar en un grupo determinado con nuestros mismos gustos, sostenemos la reivindicación de determinados títulos como una forma de reafirmación personal.
Por ejemplo, el Ryse: Son of Rome es un buen videojuego, pero si no hubiera sido tan maltratado por la prensa favorable a la marca contraria de la plataforma en la que salió, mucha menos gente pediría la compra de la IP y del estudio que la desarrolló (Crytek), por parte de Microsoft.
Defender ese videojuego y la realización de una posible secuela, responde no solo a un interés genuino por jugarla, también aporta a la personalidad gamer de quién sostiene esa posición (contrario a los medios que apoyan a la mayoría, y apuesta por un juego minoritario), un halo de outsider. Mantener una posición contra lo establecido mola.
Diferentes modos y juegos están anclados a recuerdos que impulsa a nuestra mente a recordarlos mejores de lo que son, por diferentes motivos como puedan ser las personas con las que lo jugamos, quién nos lo regaló, los logros que conseguimos, el contexto personal que lo rodeó… Son recuerdos poderosos.
Todas estas circunstancias hacen que los usuarios de las consolas (y de PC) pidamos a las desarrolladoras y editoras que inviertan en llevar a cabo proyectos que quizá no supongan beneficios, confundiendo el objetivo de una empresa (maximizar beneficios), con las de un benefactor que ha venido a perder dinero solo para complacernos.
La consecuencia final es la frustración que nos sobreviene cuando pasan los E3 y lo que queremos nunca llega, a veces una sensación multiplicada por los rumores que algunos aprovechan para difundir y conseguir más clicks a base de inflar el hype, sin importar jugar de manera perversa con las esperanzas de los jugadores.
A mí me encantaría ver Piloto y Bestia en Gears 5, el Ninety Nine Nights 3, Ryse 2, Dragon’s Dogma 2 (este quizá…), un Final Fantasy con el sistema de combates por turnos como los del 7, 8 y 9, Mad Max 2… Pero debemos aprender a gestionar estos sueños y asentarlos en la realidad para que no impacten negativamente en nuestra mayor afición. Sobre todo con lo que ya tenemos y lo que sabemos que va a venir.